Elorrio recupera la tejería Solatsu
Rehabilitan este espacio del siglo XVII como un centro de interpretación tras seis años de obras de restauración
La industria tejera, pese a haber tenido gran repercusión en Euskadi, ha sido olvidada, debido a su escaso prestigio, según recoge una publicación especializada de Elorrio. De todas formas, en esta villa hubo tres fábricas de tejas en la era dorada de la tejería, entre los siglos XVIII-XIX.
Una de ellas fue la adyacente a la iglesia de San Agustín y tenía una característica peculiar respecto a las 400 tejerías que había en Gipuzkoa y Bizkaia: que se creó por encargo de la iglesia, probablemente, para arreglar el tejado del edificio religioso de San Agustín, en el siglo XVII. En un principio, la Iglesia cedía la tejera al mejor arrendatario para su explotación, pero como consecuencia de una acción judicial, fueron 52 familias las que adquirieron la competencia de la actividad, fundando así una cooperativa. La tejera prestó servicio a los elorriarras, produciendo el material necesario para las construcciones, hasta el comienzo de la guerra del 36.
A pesar de los intentos, no pudieron recuperar aquella actividad artesanal, ya que la producción mecánica estaba ya desarrollada. Sin embargo, el actual propietario del edificio ha aprovechado la ocasión para darle un nuevo uso y el resultado es evidente: tras seis años de obras de restauración, la tejera Solatsu ha sido reabierto como centro de interpretación. Esta tejería remodelada posee otro distintivo, puesto que es la única que se puede visitar en nuestro entorno.
Centro de interpretación
No hay duda de que Solatsu da cuenta de un singular patrimonio industrial. De la mano de las responsables del lugar, Ane Miren Arriaga y Marisa Martins, las personas visitantes encontrarán paneles informativos, tejas y utensilios antiguos, horno con horno con recreaciones del personal, juegos temáticos infantiles... “Las obras de reforma las hemos hecho a partir de una fotografía en la que se puede ver que antiguamente tuvo tejado, ya que no todas las tejerías estaban cubiertas. La verdad es que los trabajadores del lugar, los tejeros, no estaban bien vistos; era un oficio sucio, muy duro, y lo hacían los forasteros, en su mayor parte, los que venían de Asturias. También crearon un lenguaje gremial, xiriga”, explica Arriaga.
Las tejas simbolizaban protección y propiedad, como se puede apreciar en varias costumbres y normas sociales de la época: “Por ejemplo, las mujeres, al dar a luz, no podían salir de casa en 40 días. Y si salían, lo hacían con una teja cubriéndoles la cabeza para indicar que aún estaban dentro de la casa. Los pastores tenían prohibido cubrir las chozas que ocupaban con tejas porque solo eran usufructuarios de las chabolas, y no propietarios. Los trozos de teja también eran utilizados como hitos para marcar las propiedades terrenales”.
Se pueden descubrir estas y otras cuestiones similares dando un paseo por Solatsu. El objetivo, en palabras de Arriaga, es “ofrecer un plan a la gente, a las familias. No sólo en la tejera, sino también en Elorrio. Que conozcan y recuerden su historia y patrimonio. Aprender sobre las personas tejeras y sobre una industria que hemos perdido”.
De cara al próximo curso, además, quieren animar a los centros educativos a realizar visitas, ya que “tenemos actividades adaptadas tanto para el alumnado de 5 años como de quince “.
Sin lugar a duda, la joya de la corona de Solatsu es la tejera, pero también posee un caserío pegado a ella, que estará equipado con cinco apartamentos para dormir y un txoko para todo tipo de eventos.
Según ha adelantado Arriaga, participarán en octubre en las Jornadas Europeas del Patrimonio, con una visita libre y un taller para el público infantil. Será en esa época cuando llevarán a cabo una inauguración oficial.
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