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Danzando desde hace seis décadas a lo largo y ancho de Bizkaia

Bizkaiko Dantzarien Biltzarra reconocerá a cinco formaciones vizcainas por su trayectoria en la difusión de las euskal dantzak, en la gala de los IX Esker Onak que se celebrará el próximo 26 de junio en Bilbao

En imágenes: Lekeitio acoge el Bizkaiko Dantzari Eguna 2025Miguel Acera

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Ensayan en distintos municipios de Bizkaia, a menudo robándole horas al descanso. Gestionan grupos, cuotas y horarios; participan en festivales, actos culturales y fiestas patronales. Lo hacen con ilusión, sin fallar, desde hace ya 60 años.

En reconocimiento a seis décadas de trabajo en favor de la cultura local,Bizkaiko Dantzarien Biltzarra ––la federación que agrupa a la mayoría de grupos de danza tradicional vasca de Bizkaia–– premiará a Ibai Lorak (Zalla), Ibai Arte (Zorrotza), Lorabarri (Portugalete), Gaztebarri (Sodupe) y Goialde (Erandio) en la gala de los IX Esker Onak, que tendrá lugar el próximo 26 de junio en el Palacio Euskalduna de Bilbao. 

El buen tiempo y las horas de luz, que parecen estirarse eternamente, anuncian la llegada del verano. El reloj marca las 19.30 cuando un puñado de niños juega al fútbol en el soportal de la iglesia de Santa María, en Erandiogoikoa.

El mismo entorno donde hoy corre el balón fue el núcleo fundacional del municipio de Erandio. También fue testigo del nacimiento de Goialde, constituido al amparo de la iglesia. Según relata Sorkunde Goikouria, una de las integrantes del grupo, fue un párroco quien propuso a unos chavales que sabían bailar que enseñasen a los demás chicos del pueblo.

“El primer grupo salió el 15 de agosto de 1965, actuó en las fiestas de Andra Mari. En aquel momento, todos los grupos de tiempo libre —incluidos los de euskal dantzak— surgían así: con los curas como salvoconducto”, recuerda. 

Atraer a jóvenes: un reto

Desde entonces, Goialde ha estado presente en romerías, fiestas, festivales folclóricos y un sinfín de actividades en las que sus integrantes han demostrado tanto su destreza como su compromiso. Han sido seis décadas de trayectoria en las que no todo ha sido fácil. Retos no han faltado, y todavía hoy persisten. Según señala la organización, la cada vez más variada oferta de ocio juvenil está dificultando el relevo generacional dentro de la agrupación. 

Aun así, Goialde sigue trabajando con determinación para transmitir la tradición, asegura Aitziber Argiarro: “Nuestro principal reto es seguir siendo referentes en el pueblo habiendo tanta oferta de ocio y tiempo libre”.

La integrante de la formación dantzari dice que este, además de ser un reto, es un problema. No obstante, recalca que desde Goialde se seguirá trabajando para que la cultura local siga ocupando un lugar central en Erandio. “Seguimos insistiendo en dar paso a las nuevas generaciones, inculcándoles la importancia de conservar nuestra cultura y nuestras raíces”, concluye.

Cultura vasca

Una voluntad que comparten todas las formaciones premiadas. Según apunta Ekaitz Alonso, presidente de Gazte berri (Sodupe), su grupo surgió precisamente con esa vocación: “En un principio, se unió un grupo de gente, que ensayaba en casas particulares, para defender la causa vasca”. Lo hacían, recuerda, en un contexto dominado por la lógica represiva del franquismo, que castigaba cualquier manifestación de identidad cultural vasca.

Hoy, sesenta años después, la protección de las expresiones propias forma parte del discurso institucional. Sin embargo, nuevos desafíos han tomado el relevo.

En Gazte berri, la escasa participación masculina es una de las principales preocupaciones. “Hay relevo femenino, pero no así masculino. Ahora mismo, solo somos tres chicos en el grupo de mayores”, reconoce Alonso. Atribuye esta situación al atractivo del fútbol, que muchas veces compite directamente con la danza. “Cuando son pequeños sí se acercan, pero en cuanto crecen un poco y empiezan con los entrenamientos y los partidos, se alejan”, puntualiza.

La financiación es otro escollo. El grupo se sostiene casi exclusivamente con las cuotas de sus socios, y gestionar los ensayos y los distintos niveles de edad no es tarea fácil. Aun así, el esfuerzo compensa. “Es la pasión lo que nos impulsa a seguir”, destaca Alonso.

Desde Zorrotza

Una pasión que también mantiene viva a Ibai Arte. Con sede en el bilbaíno barrio de Zorrotza, esta formación presume de seis décadas de historia. “Comienza en 1965, aunque ya existía un grupo en el barrio antes de la Guerra Civil”, detalla Igor Gutiérrez, uno de sus gestores. Años más tarde, en la década de los 50, Zorrotza volvió a contar con un grupo de euskal dantzak, aunque su recorrido fue breve: apenas duró dos años. Es, pues, en la década de los 60 cuando se forma un grupo estable.

Desde entonces, Ibai Arte ha echado raíces en el barrio y mantiene viva la tradición con nuevas generaciones de dantzaris, niños y niñas que llenan cada viernes el local de ensayo que el grupo gestiona en Auzoka, el centro comunitario del barrio.

Las gentes de Ibai Arte, sin embargo, también se esfuerzan por detener el goteo de bajas. Cuando los jóvenes dantzaris dejan de ser tan jóvenes, resulta más complicado mantenerles en el grupo, reconocen desde la agrupación. Las obligaciones laborales, los estudios o los cambios de etapa vital suelen marcar el adiós de muchos integrantes. No obstante, la pasión por la cultura vasca y las ganas de transmitir ese legado impulsan a Igor y los suyos a seguir adelante.

Tiempos difíciles

A Roberto Cuesta, presidente de Lorabarri (Portugalete), también le apasiona la cultura vasca, que su grupo de danzas promueve desde 1965. Aquel fue un contexto complejo para sacar adelante iniciativas de este tipo. “Era muy complicado. Yo no lo recuerdo bien porque tenía cinco años, pero sí sé que todo lo que tenía que ver con la cultura vasca surgía bajo el amparo de la iglesia, porque había que buscar formas de sortear la censura”, relata.

Hoy, la villa jarrillera acoge varias formaciones dantzaris, entre ellas Lorabarri. Los tiempos han cambiado y la represión es cosa del pasado, aunque ello no significa que agrupaciones como la que dirige Roberto no sigan enfrentándose a ciertos retos. La falta de relevo generacional es uno de los más acuciantes.

“La dificultad está en que existen muchas otras ofertas más atractivas que la danza. Los chavales —sobre todo los chicos, que son a quienes más cuesta enganchar— ven la danza como algo pasado de moda o antiguo. Hay otras cosas que llaman más la atención, como las nuevas tecnologías u otro tipo de actividades”, reconoce el presidente del grupo.

Roberto recuerda que hace 50 años la situación era radicalmente diferente. Cuando Franco falleció en 1975, las euskal dantzak estaban de plena actualidad. En aquel momento, la danza era una forma de reivindicar una identidad propia, un lenguaje no verbal cargado de simbolismo que unía a las comunidades en torno a un mismo latido cultural. “Y sigue siéndolo”, concluye con firmeza.

El legado dantzari

Ainhoa Campoy coincide con él. La joven, que ha asumido recientemente la presidencia del grupo de danza Ibai Lorak (Zalla), también cree que es capital mantener vivo el legado de los y las dantzaris que le precedieron. “Desde su creación en 1965, el objetivo del grupo ha sido transmitir la cultura vasca al pueblo de Zalla”, explica Campoy, quien representa a una nueva generación dispuesta a tomar el relevo.

Eso sí, transmitir todo ese bagaje en un mundo dominado por las pantallas, el ritmo acelerado de vida y los múltiples estímulos no es una tarea sencilla, tal y como reconoce la presidenta de Ibai Lorak. Pero la agrupación no cesa en su empeño. Participa activamente en los principales acontecimientos sociales del municipio —como las fiestas patronales, romerías o desfiles culturales— y organiza diferentes actividades para que los más pequeños se sientan vinculados a la tradición desde edades tempranas.

“Reforzar nuestra presencia y mostrarnos como una opción atractiva es crucial. Les enseñamos que ser parte de un grupo de danza es divertido, que es una manera de hacer pueblo, de construir comunidad desde la alegría y el movimiento”, asegura.

Ainhoa defiende que formar parte de Ibai Lorak no es solo aprender a bailar, sino también adquirir valores como el compromiso, la constancia y el respeto a la historia común. “Al final, es una forma de entender quiénes somos y de dónde venimos”.

El tiempo ha pasado, pero la esencia permanece. A lo largo de seis décadas, estos cinco grupos han tejido comunidad, han preservado pasos que vienen de lejos y han hecho de la danza tradicional vasca algo más que una expresión cultural: un acto de resistencia, de identidad y de futuro. Frente a la tentación de lo efímero, siguen ahí, ensayando cada semana, transmitiendo valores, sembrando raíces.

Por todo ello, el próximo 27 de junio, el Palacio Euskalduna de Bilbao acogerá la gala de los IX Esker Onak, donde Bizkaiko Dantzarien Biltzarra les rendirá homenaje. Será un reconocimiento más que merecido.