En 2008 una intensa tromba de agua dejó inservible la piscina olímpica del complejo de La Muera, en Orduña, al provocar importantes daños y grietas en la estructura del vaso. Más de quince años después, ese equipamiento municipal para el baño al aire libre en época estival permanece cerrado a pesar de las iniciativas y propuestas lanzadas, desde entonces, por distintos equipos de gobierno. Como ejemplo, cabe recordar el concurso de ideas convocado en 2010 por el ejecutivo del PNV en el que resultó ganador un ambicioso proyecto de más de 2,5 millones de euros de inversión que suponía la reforma de todo el recinto y la construcción de una piscina de 50 metros y cuatro calles, otra de tamaño menor y una tercera de chapoteo para la población de menor edad.

El posterior gobierno de Bildu descartó la iniciativa y apostó por la creación de una piscina ecológica en la zona de La Paul que nunca llegó a hacerse realidad, a pesar de que la formación soberanista lideró en mayoría el Consistorio hasta las pasadas elecciones municipales de 2023. De hecho, el último gobierno de la coalición revirtió el camino andado y volvió a recuperar la idea de renovar toda el área de baño de La Muera, pero tampoco llegó a materializar un propósito que se quedó estancado en la presentación de tres alternativas a la ciudadanía.

Ahora, y tras la recuperación de la Alcaldía por la formación jeltzale, la reforma del complejo de La Muera que entró en funcionamiento en 1969 está más cerca de hacerse realidad con un proyecto de renovación integral del espacio que ocupa actualmente la piscina olímpica y el terreno adyacente. La idea que está sobre la mesa es la construcción, en ese mismo recinto, de un nuevo vaso de carácter lúdico con una lámina de agua total de al menos 900 metros cuadrados, una zona de nado con un mínimo de cuatro calles de 25 metros de longitud, área separada y delimitada con toboganes de una altura máxima de entre 3,50 y 4 metros y un recinto splash park de al menos 80 metros cuadrados para niñas y niños de 0 a 4 años.

La actuación incluye el acondicionamiento del terreno aledaño tras la construcción de la piscina, la creación de instalaciones de tratamiento y desinfección del agua, colocación de duchas o la dotación de una zona de control de accesos o recepción además de equipamientos para socorristas o para favorecer el acceso de las personas con alguna discapacidad. El coste estimado de la inversión asciende a 1.117.587 euros.

Concesión administrativa

Para llevar a cabo esta ambiciosa intervención, el Ayuntamiento de Orduña tiene intención de gestionar el servicio de piscina y actividades acuáticas de forma indirecta mediante un contrato de concesión de administrativa de tal forma que un operador privado se encargará de la inversión, explotación y mantenimiento del complejo durante quince años, mientras que la administración local mantendría la propiedad de la infraestructura y se encargaría de supervisar la calidad del servicio. “Este modelo de gestión se ha diseñado para garantizar un equilibrio óptimo entre la eficiencia operativa y la sostenibilidad económica a largo plazo”, apuntan.

El siguiente paso a dar será sacar a licitación del proyecto en estrecha colaboración con la Diputación Foral de Bizkaia y URA, “lo que asegura una planificación coordinada y eficiente”. Si todo avanza según lo previsto, las renovadas piscinas estarán operativas para el verano de 2026, ofreciendo un espacio moderno y accesible y un entorno que fomente la convivencia y el disfrute comunitario de unas instalaciones que satisfagan sus necesidades actuales.