Hoy nos vamos a la zona norte palentina, limítrofe con Cantabria; al municipio de Brañosera, que ha cumplido sobradamente la mayoría de edad con nada más y nada menos que 1.200 años celebrando su carta puebla fundacional el pasado 13 de octubre de 2024. Todo el recorrido que cito se enmarca en el parque natural Montaña Palentina.
Este artículo es posible gracias a mi compañero del departamento de Etnografía de Aranzadi, Javi Castro Montoya, químico y etnógrafo, quien ha pisado el terreno del que escribo durante varios años catalogando centenares de muelas y piedras molares, cuyos datos obran en la Universidad de Grenoble (www.meuliere.ish-lyon.cnrs.fr). El guipuzcoano me enseñó a mirar al suelo con ojos de ver y el resultado es alucinante. Haced la prueba vosotros también.
A lo que vamos. Desde Brañosera vamos hasta el aparcamiento del refugio de El Golobar que está en ruinas (cota 1.775). Desde allí seguimos hasta el collado del Sel de la Fuente (cota 2.036). Enseguida veremos bloques de la denominada roca molar, material de areniscas y conglomerado cuarcítico del Triásico y también algunas bandas de rocas más erosionables de color rojizo similar a las conocidas rocas del Baztán. A mitad de camino está la fuente Loulis. Desde el collado hemos de seguir hacia el suroeste durante 1.500 metros para poder llegar a la cima del Valdecebollas (cota 2.142) uno de los objetivos de esta ruta. El lugar es muy frecuentado por montañeros vascos.
Si somos observadores y hace buen tiempo, a nuestros pies hacia el noroeste veremos la parte alta de la cuenca del antiguo circo glaciar de Covarrés, con grandes bloques desgajados del duro conglomerado, estando catalogadas hasta cuatro canteras moleras que son visitables descendiendo 100 metros de desnivel.
Al fondo del horizonte podremos apreciar el pico Tres Mares, ya en plena sierra de Híjar, algo más elevado que el Valdecebollas, situado a 9 kilómetros. Ese pico tiene la curiosidad de que se ubica geográficamente en la divisoria de tres cuencas distintas, hecho que lo convierte en la única cima que vierte el agua de sus laderas hacia los tres mares que rodean la Península Ibérica. Siguiendo con la misma alidada, aunque bastante más lejanos, se aprecian los Picos de Europa.
En nuestra ruta, y a 250 metros antes de llegar al vértice del Valdecebollas, podremos apreciar las primeras muelas que quedaron como restos de la cantera molera que allí existió a cota de 2.130 metros: la denominada Valdecebollas-4, con grandes muelas de 130 a 150 centímetros de diámetro. Solo hay que mirar al suelo y descubrir aquellos restos que quedaron fallidos sin poder bajarlos al valle. Desde mediados del siglo XVI ya existen datos documentales del laboreo de muelas por estas altitudes.
Si llegamos a la cima del Valdecebollas las vistas son impresionantes, destacando en dirección suroeste la montaña piramidal del Espigüete, a unos 35 kilómetros y algo más al norte de aquel, el enorme Curavacas, que sobrepasa los 2.500 metros, a 25 kilómetros de distancia. En dirección sur está el circo glaciar de Cuencarrera, zona de nacimiento del río Rubagón, donde están catalogadas muchas canteras moleras. En la línea de la alambrada sobre una gran roca podremos ver la marca de la cruz con cuatro puntos mirando al cielo, representativa de uno de los mojones delimitadores de la tradición ancestral entre Brañosera y el valle de los Redondos, que cada nueve años se celebra en forma de fiesta de La Mojonera (la siguiente será en 2027). El propio torreón de la cima es mojón reconocido en dicha fiesta, pero no delimita dos términos municipales, sino solo zonas de pasto comunes desde un litigio del año 1399.
Desde la cumbre de Valdecebollas regresamos sobre nuestros pasos para retornar al refugio de El Golobar o seguir otros 1.500 metros por la cresta junto a la alambrada que desciende de forma suave en dirección suroeste hasta la cercana cima rocosa del Cueto de Los Comunales (cota 2.089), paseo recomendable con el objetivo de visitar otras tres o cuatro canteras moleras catalogadas sobre la propia cresta, casi sin separarse de la ruta. Allí, si nos asomamos al oeste de la cresta rocosa, además de ver los restos de las antiguas trincheras de la guerra del 36, podremos apreciar toda la fuerte ladera de rocas que desciende hacia los diversos chozos situados a 250 metros de cotas más bajas (Las Adras y Las Traviesas), zonas donde también tallaron muchas piedras de molino, pero ya en el término de Cervera de Pisuerga. En el término de Brañosera se han catalogado hasta ahora 120 canteras moleras y otras 27 en Cervera de Pisuerga.