Cuando esta noche las campanadas anuncien que un nuevo año ha comenzado y en los hogares las familias se abracen deseando que llegue repleto de felicidad y buenas noticias, habrá miles de personas que estén trabajando para que esta Nochevieja discurra sin sobresaltos o celebrándola por todo lo alto. Juantxu Camiños, bombero; Fernando Pikabea, médico; Eloy Díaz, taxista, y Carmen Poschin, camarera, son algunos de ellos.
Juantxu Camiños (Bombero de Bilbao) "Dan las 12 y se acaba la tranquilidad"
A Juantxu Camiños, bombero, le ha tocado trabajar muchas Nocheviejas. Y Nochebuenas, y días de Navidad... No en balde, son 25 años en un servicio que no para ni noches ni fiestas de guardar. Confiesa que no le pesa demasiado. “Te da pena porque son fechas para estar con la familia pero estás con tu otra familia, que es la del trabajo, y no se lleva tan mal”, explica. Antes de que comience el año les suele dar tiempo a compartir una cena “un poco especial” y temprana, “por lo que pueda pasar luego”, que cocinan en el parque e incluso tomarse las uvas de rigor; eso sí, advierte, “en cuanto dan las 12 es una locura”.
Ellos mismos se encargarán esta noche de que la mesa esté a punto para recibir el año en el parque de Miribilla, donde una veintena de profesionales se queda de guardia durante 24 horas desde la mañana de este 31. “Unos hacen la compra, otros cocinan, aquellos friegan, los que quedan preparan el postre...”, relata. Unos entrantes, sopa de pescado, solomillo con dos salsas a elegir y peras con hojaldre de postre. “Seguro que cenamos de maravilla, hay unos cocineros estupendos”. Por descontado, alcohol cero. “Ni cava para brindar, ni vino en la cena. No hay Nochevieja que valga; estás trabajando”, asegura.
Para Juantxu, no es tan duro como pueda parecer recibir el año sin su familia. “El día de Navidad, que también me ha tocado este año, me dio más pena, pero lo llevo bien. Es un oficio en el que sabes que te puede tocar y mi familia también lo entiende. Con niños pequeños se hace más difícil pero nos arropamos mucho y siempre hay alguien que se ofrece a cambiar el turno. Pero la verdad es que no suele haber muchos; la gente lo asume y para adelante”, explica.
Además, al tener el calendario ya cerrado desde enero, tienen todo el año para ir haciéndose una idea. “Y, aunque parezca mentira, es una experiencia trabajar en Nochevieja”, advierte, “tanto el ambiente dentro del parque como fuera”. De las cosas que más le sorprenden de esa noche es cómo, nada más resonar la última campanada, las calles enloquecen. “Se pasa de 0 a 100 en un segundo con los cohetes; pasas de estar tranquilo a vaciarse el parque, porque entran muchísimas llamad