Fernando Pikabea es oncólogo en el Hospital de Basurto pero esta noche le tocará quedarse de guardia, junto a otros compañeros, para atender a las personas ingresadas en el centro. Enlazará un turno con otro, desde las 8.00 horas de este martes y hasta las 9.00 del miércoles. “No es la primera vez; hace dos años estuve y mientras hacía la residencia, también. Todos los años me toca algún día de Navidad; si no es Nochevieja, Nochebuena o Año Nuevo”, reconoce. En el caso del hospital bilbaino, se piden voluntarios para estas fechas; si no se logran cubrir las guardias, se sortean. “Yo me suelo ofrecer voluntario porque así luego libro en Semana Santa y hacer algún en Navidad no me importa”, razona.
Aunque su especialidad es la oncología, esta noche un compañero y él estarán de guardia como internistas. “Están los médicos que cubren la parte de Urgencias y luego nosotros, para los pacientes ingresados en las diferentes especialidades médicas”, explica Fernando. Dice que, en muchos sentidos, la de hoy es una guardia “normal”, porque “tú estás trabajando y los pacientes están enfermos, les tienes que atender igual” aunque sí es cierto que suelen quedarse menos pacientes. “A las personas que quieren ir a casa intentamos dejarles, siempre que su estado lo permita, e incluso se dan permisos de 24 o 48 horas a aquellos que no están dados de alta”. “Trabajo hay”, avisa, pero eso no quita para que les invada cierto “sentimiento de morriña”. “Antes de la pandemia el hospital nos juntaba a casi todos los que estábamos de guardia, en la medida de lo posible, y nos hacía una cena especial todos juntos y tomábamos las uvas. Había esa sensación de familia, aunque fuera profesional, que se ha perdido”, rememora. El coronavirus rompió esa tradición, que no se ha recuperado. Eso sí, los profesionales que coinciden en el mismo servicio siguen compartiendo mesa y mantel. Como en todas las guardias, la cena corre de parte del hospital, y en estas fechas es algo diferente, “con cordero por ejemplo o un pescado algo más especial, y entrantes. Y también nos ponen uvas; para eso sí nos juntamos. En Reyes también hay roscón. No es como estar en casa pero, dentro de lo que cabe, al menos te alegra un poco el día”, se ríe.
“Es peor para los pacientes, estar las navidades ingresado lejos de casa es un trago duro”
Este médico no deja pasar la ocasión para acordarse de las propias personas ingresadas ya que, si a ellos se les puede hacer un tanto cuesta arriba trabajar en estas fechas, pasarlas ingresado en un hospital, enfermo, es muchísimo más duro. “Aunque ha cambiado mucho el carácter familiar que tienen las navidades, se nota todavía mucho en la gente más mayor. Las familias están muy pendientes; muchos cenan con ellos primero y hay hasta quien se queda toda la noche. Pero estar lejos de casa es un trago duro en estas fechas; en vez de alegrarles, les pone incluso más tristes. Y las familias, depende de cuál sea la causa de ingreso, tampoco tienen muchas ganas de celebraciones”.