“Entre ver la coronación de Carlos III y estar disfrutando aquí en Santa Lucía, no hay competición”, señaló con un indisimulado acento inglés, David Rose, un británico que hace 28 años se quedó a vivir en la zona minera vizcaina y que desde hace mucho tiempo disfruta de la música tradicional vasca tocando el tamboril como hizo ayer junto con los miembros de Herrizaleak Txistulari Taldea de Sanfuentes. Vestido de blanco, como si fuera una bandera neutral, ya que también participa en las actividades musicales de los muskiztarras de Jarraitzen Dugu Txistulari Taldea, David felicitó a los monárquicos ingleses por la coronación “aunque hay un 40% de ellos que no los son”, zanjó este vecino de Putxeta, núcleo casi equidistante entre Muskiz y Sanfuentes “donde tengo buenos amigos con los que tomar un pote”. Tampoco quiso entrar en política, en este caso preelectoral, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, que ayer pudo disfrutar como un vecino más de Sanfuentes y su romería acompañado de familiares y amigos. “Hoy me han dado fiesta “, celebró el burukide.

Como él o la alcaldesa, Maite Etxebarria –quien hubo de ausentarse para celebrar un enlace en el edificio consistorial– fueron varios cientos de vecinos del enclave y de otros barrios y pueblos de la comarca los que no se amilanaron y desplegaron sus veladores y carpas por la campa de Santa Lucía a pesar de que los anuncios meteorológicos auguraban la posibilidad de fuerte viento y chubascos. “Hemos repartido más de 400 sillas que nos ha proporcionado el Ayuntamiento de Abanto Zierbena y si hubiera habido más sillas también se habrían repartido”, apuntó Ander Calero, presidente de Sanfuentesko Jai Batzordea Sanjaiba, alma máter de la organización de esta romería y de buena parte de la dinamización sociocultural de Sanfuentes. “La romería de Santa Lucía conserva su carácter popular, rural y familiar”, destacó Calero quien matizó que la mañana “está muy animada. Después mucha gente se acerca por la tarde para seguir la fiesta con los concursos y con la música”.

De hecho por la mañana la música tuvo un destacado protagonismo de la mano del grupo de danzas Meatzaldeko Harrigorria que se encargó a ritmo de txistu y tamboril de abrir la subida desde la plaza Pilar Abín hasta el carrejo de bolos a katxete donde el grupo de danzas interpretó varias piezas del repertorio tradicional vasco. Tras la actuación , el programa dispuso un suculento lunch y el reparto de diferentes regalos entre los asistentes.

Una vez concluido el ágape y al ritmo que marcaba el grupo Herrizaleak Txistulari Taldea, los romeros encaminaron su pasos a las campas de Santa Lucía –cuyo aparcamiento disuasorio aparecía repleto de vehículos– donde decenas de personas se afanaban en la puesta de los veladores y carpas para la comida popular mientras los demás disfrutaban ya de las propuestas recogidas en el programa festivo. Una de las más celebradas sin duda, por niños y no tan niños, fue la apertura matinal de una docena de juegos de madera y populares (tres en raya, carreras de iturris y de camellos, diábolo, dibujo con espejo, ...) que hicieron las delicias de los presentes con sus propuestas de habilidad y destreza.

Impagable, no obstante, fue la cara de los más pequeños ante un pequeño Gargantua que no hacia más que devorar las bolas que le lanzaban los txikis a la boca y que misteriosamente aparecían por su trasero. “Lo curioso es que los pequeños piensan que el muñeco es Olentzero”, señaló una responsable de la empresa Arran, autora del imaginativo despliegue. Casi tan imaginativo como el buen hacer que varias cuadrillas pusieron a la hora de afrontar el tradicional concurso de pintxos, que en esta edición tenía al huevo como elemento principal del bocado al que debía acompañar como mínimo cuatro ingredientes más.

La propuesta ganadora (y el segundo premio) fue presentada por las zierbanatas, Mariasun Amelibia, Lorena Renovales y Anabel Sasía, con un pintxo con huevo, salmón , txaka, piña, manzana y salsa rosa adornado con dos sagutxus elaborados con sendos huevos cocidos.