Itziar, Izaskun y Borja son solo tres de los nombres que están tras los comercios de Leioa que cada día levantan la persiana, olvidando el desánimo y tirando de esfuerzo y de esa motivación especial que les mueve. Sus rostros, junto a los de otros compañeros, integran una exposición fotográfica con la que el Ayuntamiento y Behargintza rinden homenaje a 67 establecimientos que superan el cuarto de siglo de trayectoria. “Llevan más de 25 años abriendo sus puertas cada día para brindarnos su calidad profesional y su calidez humana. Son protagonistas de más de dos décadas de esfuerzo y dedicación, contribuyendo a dar vida a nuestras calles y formando parte de nuestra historia y nuestro presente”, agradecen desde el centro de empleo de desarrollo local.
La muestra Leioa Open Dendak se encuentra ahora en Lamiako y enseguida se trasladará a Pinueta después de haber pasado ya por el centro de la localidad. Los retratos de los comerciantes aportan el enorme toque personal a esta iniciativa, que “nació con la misión de poner en valor a quienes, con dedicación, hacen posible que el tejido comercial y de servicios sea una de las más importantes señas de identidad del municipio”. A la par, las imágenes son un “reflejo de la diversidad del comercio de Leioa, un sector referente donde el trato es genial y que nos ayuda a hacer comunidad”, tal y como señala el alcalde, Iban Rodríguez. Las caras de esta exposición configuran un buen trozo de la vida comercial leioaztarra y atesoran, por supuesto, la suya propia.
Itziar San Martín está al frente de Juguetería Itziar, el negocio que alumbraron sus padres hace 47 años. Cuando llegó el momento de decidir si coger el relevo o no, hace ya más de dos décadas, a su hermana y a ella les apetecía “totalmente”, confiesa. “Estudiamos algo que no tenía nada que ver, y en principio, no era nuestra idea seguir con la tienda. A ver, siempre hemos estado porque al final el negocio familiar es lo que tiene. Pero, sinceramente, nos encanta: una juguetería es alegría, regalos de cumpleaños, fiestas…”, reconoce Itziar. Borja Fernández también siguió los pasos de su padre en Erlojudenda P&J. “Empezó mi aita en 1965; y luego entró su hermano. Estuve un tiempo con ellos y cuando se jubilaron me quedé yo, que ya llevo 32 años. No me apetecía mucho estudiar, así que a trabajar. Hice unos cursos de joyería y con 18 años ya estaba aquí”, rememora. Borja tiene palabras de cariño para esa “clientela fiel” y para esas “abuelas, madres e hijas” que acuden a la joyería: “Es una gozada”. Por su parte, Izaskun lleva dentro del mundo comercial “muchísimo tiempo”, suspira. Su última etapa se concentra en la lencería que lleva su nombre. A ella están dedicados todos los esfuerzos para hacer frente a los centros comerciales y a internet –dos cuestiones a las que aluden los otros responsables de establecimientos locales–. “La situación no es muy boyante”, considera Izaskun. Con la ayuda de su hija en las redes sociales del establecimiento, va tirando adelante.