“Salía a correr en plan Tarzán, sin calcetines ni camiseta, y con unas zapatillas que no eran las más apropiadas, pero le encantaba, entrenaba todos los días”, rememora Eunate Garai, hija de Juan Ángel Garai Markaida, natural del barrio Zabalondo de Mungia, y un reconocido atleta que falleció este pasado verano a los 77 años. Por eso el club de atletismo local, Mungia Atletismo Taldea, ha aprovechado la XXIII edición del cross popular de Mungia para rendirle tributo con un merecido homenaje. “Era una persona del pueblo muy ligada al mundo del atletismo y por eso queremos brindarle este reconocimiento”, explica Eukene Guarrotxena, presidenta del club.

La prueba regresa por San Antontxu después de dos años de ausencia y contará con una amplia participación por las calles del municipio. “Ya tenemos más de medio millar de personas inscritas en las pruebas de adultos y 1.200 niños y niñas en las infantiles”, apunta Guarrotxena. Antes de que dé comienzo la salida será cuando se lleve a cabo el reconocimiento. Sobre las 10.20 horas se realizará un aurresku de honor y el club entregará a la familia un ramo de flores.

Y es que pocas personas merecen tanto un reconocimiento público en el ámbito deportivo como Juan Ángel. Su afición por el mundo del atletismo comenzó siendo un adolescente. “Por entonces no existía el club de Mungia –fue fundado en 1998– y mi padre militaba en el club de Getxo”, relata Eunate. Su predilección por el cross, es decir, las pruebas de campo a través, le llevaron a despuntar en Euskadi, donde ganó numerosos campeonatos, y también a nivel estatal e incluso disputó algunas pruebas internacionales. “Participó con la selección española en una competición en Bélgica y llegó a hacer el saque de honor en San Mamés”, indica Eunate, que guarda junto a su hermano Egoitz recortes de periódico y txapelas con las hazañas de su aita.

Muchas veces corría sin camiseta. Cedida

Su pasión por el atletismo le acompañó toda su vida, llegando incluso a disputar pruebas de veteranos. Una dedicación que le llegó a costar algún que otro problema de salud. “Dejó de entrenar debido a un accidente de coche, pero anteriormente el médico ya le había dicho que tenía la columna y la cadera muy desgastadas por exceso de ejercicio”, desvela su hija. Sin embargo, ni la recomendación médica le detuvo y estuvo corriendo hasta los 63 años. Su hija cree que su desmedida pasión por el deporte le puede venir de cuando era niño y tuvo meningitis. “Le dijeron que igual no podía volver a andar. No sé si a cuenta de eso luego empezó a correr y no paró”, bromea.

Su rutina diaria era casi incuestionable. Auténtico dogma de fe. De lunes a domingo los 365 días del año hiciese frío o calor. “Se levantaba a primera hora, entre las seis y las siete, y lo primero que hacía era salir a correr. Luego nos llevaba a la escuela y después se iba a trabajar”, prosigue Eunate. Una rutina que no se saltaba ni aunque hubiera tenido juerga el día anterior. “Aunque hubiese ido a cenar al txoko con los amigos, a la mañana siguiente estaba en pie a la misma hora de siempre para salir a correr”, relata.

Sus entrenamientos empezaban siempre con unos estiramientos y después salía a correr por las campas cercanas a su baserri de Zabalondo. Además, su equipamiento era de lo más espartano. “Al principio no tenía ni zapatillas como las que llevan hoy en día los runners, llevaba unas playeras y un pantalón de deporte. Cuando veía a alguno corriendo por ahí con unas zapatillas con cámara de aire o camisetas fosforitas decía que no entendía cómo la gente se podía gastar ese dineral simplemente para correr”, concluye Eunate.