Cuando Luis Miguel era joven y estaba sumergido en “la mala vida no sabía muy bien lo que hacía”. Entonces, dice, no se paraba a pensar que “un golpe o vender un gramo de cocaína puede matar a una persona”. Ahora que, a sus 30 años, ya es consciente, trata de enmendar el “error” que cometió en 2015, cuando consumía, traficaba con droga y se peleó con un chaval por “un dinero”. “Nos enfrentamos y lo herí de mala manera. Tuvo problemas graves por los golpes en la cabeza. No le dejó secuelas físicas, pero me imagino que personales sí, de miedo... Me pongo en su lugar y es lo que yo sentiría”, dice con la esperanza de que “alguna vez” le “perdone”, aunque sabe “que no es fácil”.

Todo esto lo cuenta Luis Miguel, que fue condenado a tres años por tráfico de drogas y a cuatro años y medio más por un delito de lesión grave, ahora que está en tercer grado trabajando de camarero y que ha aprendido “que cada acto tiene una consecuencia” y lo que es la empatía. “No se me ocurriría más volver a levantar la mano. Eso lo tengo totalmente claro. Los problemas se pueden resolver de muchas maneras y eso me lo enseñaron también”.

“No se me ocurriría más volver a levantar la mano. Espero que alguna vez me perdone, pero no es fácil”

Luis Miguel - Recluso en tercer grado penitenciario

Este hombre de República Dominicana, que vino a vivir a Bilbao con su madre siendo menor de edad, aunque “la pobre no se enteraba de nada”, es un buen ejemplo de cómo los programas de intervención con reclusos “dan sus frutos”. De hecho, cerca del 90% de los internos que acceden a tratarse no vuelven a delinquir, según estima Vicenta Alonso, directora del Centro Penitenciario Bizkaia, del que depende, tras su paso por la cárcel de Araba, Luis Miguel.

Agradecido a la asociación Berriztu y a la Fundación Gizakia, este preso se alegra de haberse asido a sus manos tendidas pese a “lo duro” que es “enfrentarse a tu turbio pasado” y lo difícil que resulta darle la espalda a una adicción. “Llevo tres años sin consumir nada. Había pasado tanto tiempo en aquella vida, con malas compañías, que hoy en día lo que hago es conocerme a mí mismo de esta forma. Aprender a vivir haciendo las cosas correctas, como un ciudadano normal”, dice.

Puestos a mirar al futuro, Luis Miguel transmite sus ganas de “salir adelante” y pasar página. “Quiero currar mucho, cumplir los cinco años que me quedan y poder olvidar todo esto porque ha sido un proceso muy duro”, ansía, con la tranquilidad de que su entorno le ha dado “una segunda oportunidad”. De hecho, trabaja en el negocio de su pareja, aunque sabe que tendrá “muchos obstáculos porque te marcan con una pulsera que llevas en el pie y la gente te mira de otra manera, tienes que estar constantemente asistiendo a las citas...”. Con la obligación de pernoctar en su casa, donde debe permanecer siete horas, Luis Miguel no se fija más objetivo que trabajar, formarse y mantenerse limpio. “Lo estoy haciendo bien, pero llevo poco tiempo en la calle, aquí están las tentaciones y aún necesito ayuda”, reconoce.

Luis Miguel no es la excepción que confirma la regla. Quizás por eso no abra los telediarios. “Por desgracia tiene más repercusión que un interno que está en tercer grado cometa otro delito, aunque para nosotros la noticia son todos los que pasan por el proceso de reinserción y no vuelven a delinquir y son muchos”, destaca Alonso, mientras Luis Miguel pide un voto de confianza. “Me avergüenzo por lo que hice, pero cada día trato de repararlo”.