- La localidad de Zeberio, enclavada entre dos alineaciones paralelas de montañas, se caracteriza por la alta dispersión de su población en núcleos rurales diseminados. Son poco más de un millar de habitantes distribuidos en setenta pequeños barrios a lo largo y ancho de los 47 kilómetros cuadrados de superficie que ocupa el término municipal. Gestionar una alarma sanitaria como la del coronavirus es un reto sin precedentes al que se enfrenta el gobierno que piensa, sobre todo, en las necesidades de sus mayores. No en vano, el 27% de los habitantes de Zeberio tiene más de 65 años y, de este colectivo, algo más de medio centenar supera los 85 años. Hay, por tanto, una población de avanzada edad con la que hay que tener especial cuidado y su alcalde, Karlos Idirin, explica para DEIA cómo lo están haciendo.

¿Es fácil acostumbrarse en Zeberio a la orden de confinamiento para evitar la propagación del covid-19?

—Llevamos aún pocos días, pero creo que en pueblos rurales como este podemos sentirnos unos privilegiados. La mayoría de los vecinos viven en caseríos, incluso con algún terreno anexo. Eso les permite airearse, respirar aire fresco y seguir disfrutando del paisaje y la naturaleza. Sin duda, hace más llevadera esta situación.

¿Y se están respetando las directrices marcadas por el estado de alarma?

—Me he dado alguna vuelta por el pueblo y, la verdad, es que está todo parado. Hay muy poco movimiento y, en general, la gente está respondiendo con responsabilidad. Eso sí, los mayores están aceptando la situación y las restricciones bastante mejor que los de menor edad. Al fin y al cabo, han sufrido penurias en épocas muy duras y complicadas en el pasado y parece que están más preparados para este tipo de vivencias.

Es positivo que estén concienciados pero, también, es la población más vulnerable. ¿Cómo está actuando con ellos el Ayuntamiento?

—Estamos especialmente pendientes de esas unidades convivenciales de mayores que viven solos. Suelen ser sus familiares quienes, habitualmente, les ayudan con las compras diarias o semanales y ahora vamos a estar pendientes de su situación para que no les falten los alimentos básicos o medicinas.

Y, ¿cuál es el procedimiento activado?

—Por un lado, cada 3 o 4 días van a recibir una llamada de teléfono del Ayuntamiento para conocer su estado, animarlos y saber si les falta algo importante. De ser así, la ayuda llegará a través del sistema organizado que ha puesto en marcha la Diputación de Bizkaia y la Cruz Roja. Hay que hacer las cosas con orden y seguridad. La buena voluntad se agradece, pero en una crisis sanitaria como la del coronavirus un pequeño error puede perjudicar más que favorecer.

¿Ya han empezado esos contactos?

—Sí. Hemos comenzado a llamar a 16 domicilios con personas de edad que viven solas pero que cuentan con apoyo familiar y a otra media docena que, aunque son autosuficientes, no disponen de familiares o no los tienen cercanos.

¿Cómo están recibiendo ese interés por su estado?

—Muy bien. Agradecen que el Ayuntamiento de Zeberio se acuerde de ellos. Y, sobre todo, me está llamando la atención la actitud de las personas mayores de 90 años. Alguno de ellos me ha dicho: "Alcalde, no te preocupes por mí que tengo aquí en casa producto para un mes". Respuestas así, te levantan el ánimo.

¿Hay alguna otra preocupación en Zeberio?

—Sí, y relacionada también con este colectivo. En el municipio tenemos dos residencias de ancianos: una pública y otra privada. Desde el primer momento se impusieron medidas muy estrictas en cuanto al control de visitas y del estado de salud de sus empleados y también para asegurar la desinfección y limpieza de esas dependencias. Por ahora no ha habido ningún susto y esperemos que las cosas sigan así.

Por último, ¿en qué mensaje a la población incidiría el alcalde?

—Hay que seguir respetando las normas decretadas con el estado de alarma y no relajarse. Si se incumplen y se sale a la calle más de lo permitido, podemos romper la cadena de seguridad y generar problemas para uno mismo y quienes nos rodean.

"En pueblos rurales somos unos privilegiados, la mayoría vivimos en caseríos, lo que nos permite hacer más llevadera la situación"