Bilbao - La presunta implicación de menores inmigrantes no acompañados (menas) tutelados por la Generalitat de Catalunya en varios delitos en localidades catalanas ha reabierto el debate sobre la acogida y atención de estos jóvenes y ha generado protestas, altercados y un sinfín de informaciones contra su presencia. En Euskadi, donde también hay un elevado número de menas bajo la tutela de las diputaciones forales, la situación no es equiparable a la de Catalunya, pero el día a día en los centros en los que residen también se resiente de las altas tasas de ocupación y la conflictividad que esto genera, provocando el rechazo de una parte de la sociedad.

En las últimas semanas los trabajadores del centro de acogida de menores inmigrantes de Karrantza están viviendo con preocupación un incremento de la conflictividad, que ha derivado en varias bajas médicas y en mayor inseguridad laboral. En este centro de carácter socioeducativo, donde en diciembre del año pasado se registró un “motín” protagonizado por varios menas, los educadores y trabajadores de la empresa que lo gestiona se han visto en la necesidad de solicitar que se establezcan mayores medidas de seguridad para desarrollar su labor sin riesgos.

Fuentes de la Diputación Foral de Bizkaia, encargada del centro y de tutelar a los menores, no han confirmado que detrás de las quejas y peticiones de los trabajadores pueda haber altercados o una situación de mayor conflictividad de lo habitual, pero sí señalaron que todos los centros que acogen menores “cuentan con planes de autoprotección y de riesgos laborales que están adaptados al perfil de los usuarios”.

Destacaron, asimismo, que los trabajadores de los centros también tienen una preparación específica para la labor que desarrollan con menores. Así -señalaron- en el centro de Karrantza, como en los demás, gestionar las distintas situaciones que se producen en la convivencia de los menores y en el trato con los educadores “es parte del trabajo diario”. No obstante, desde el departamento foral de Acción Social, se está trabajando junto con la empresa que gestiona el centro de Karrantza y los trabajadores para analizar las situaciones que preocupan a los educadores y adoptar medidas de gestión que incidan en mejorar la actividad y la convivencia. Según señalaron, las inquietudes expresadas por los trabajadores fueron atendidas de forma inmediata y están encima de la mesa, ya que la intención es tomar todas las medidas necesarias para restaurar la convivencia.

Desde el sector de la atención social a menores aseguran que en el centro de Karrantza hay alojados menas con perfiles muy conflictivos, incluso con adicciones, y eso da lugar a agresiones y a un clima de constante inseguridad. Apuntan que hay educadores que “aguantan” muy poco tiempo trabajando allí a pesar de que están bien formados y conocen los recursos para tratar con estos jóvenes, debido a que a menudo se producen enfrentamientos y agresiones. Según estas fuentes, a los menas que llegan a Bizkaia se les atiende en el centro de primera acogida de Zornotza -abierto en 2006-, donde actualmente hay más de cien jóvenes aunque sus instalaciones estaban previstas inicialmente para 40 plazas. Allí se les clasifica y distribuye por otros centros del territorio en base a criterios de edad (se trata de separar a los más jóvenes de los que se encuentran en la franja de 17-18 años) y actitud.

En Karrantza, coinciden las fuentes, hay chavales con perfiles “difíciles”, con características como adicción a drogas y conflictividad. La situación ha llegado a un punto en que a la hora de contratar personal para trabajar allí ya casi no se buscan educadores, sino que se priman otras “cualidades”, como la fortaleza física o los conocimientos de diversas técnicas de autodefensa. Explican que para cubrir los puestos vacantes en Karrantza se está contratando a personas capaces de “contener” a los menas más agresivos.