Bilbao - Una plaza a repartir por cada 18 aspirantes; la mayor OPE convocada en la historia por la Diputación suscitó la atención de 8.752 opositores para cubrir 308 puestos de personal administrativo, 17 de ellas para personas con discapacidad. Aunque finalmente fueron poco más de la mitad los que se presentaron ayer a las pruebas celebradas en el BEC, la cita dejó cifras récord en una mañana en la que nada se dejó al azar: desde los 140 kilos de caramelos que se repartieron a los aspirantes para evitar bajadas de azúcar durante las cuatro horas que duraron los exámenes a los 9.000 bolígrafos que obligatoriamente había que utilizar para evitar ayudas ilícitas en los traídos desde casa o los 345.000 folios con el contenido de los exámenes y las hojas de respuesta.

Los más madrugadores llegaron a Barakaldo con tiempo más que de sobra. Una hora antes del inicio de las pruebas, que arrancaban a las 9.30 horas, miles de personas entraban ya en el recinto ferial. Eneritz Ruiz fue una de las más previsoras. “A estos exámenes hay que venir con tiempo. Imagínate que pasa algo y no llegas”, razonaba en la explanada donde se habían formado ya multitud de corrillos. Ella eligió el metro para llegar hasta allí. “No me la juego viniendo en coche, con todas las personas que hay apuntadas... Es cierto que hay muchísimas plazas de aparcamiento, pero, ¿y si se colapsan los accesos? Me pondría muy nerviosa”, admitía. Lleva preparando los exámenes desde febrero y se lo tomaba más como una experiencia que como una oportunidad real de asegurar una plaza en la Diputación. “Nunca he hecho una oposición y me apetecía probar. ¿Quién sabe? Ya me han dicho que no tengo ninguna oportunidad porque no tengo puntos, pero igual vas entrando en bolsas y al final sale algo”, confiaba. Y aun así, no podía evitar los nervios lógicos antes de cualquier prueba. “Sé que no tengo ninguna opción, así que no me juego nada. Pero no pensaba que me iba a poner tan nerviosa”, sonreía.

Las conversaciones más banales se entremezclaban con los repasos de última hora. “Seguro que la mitad de las preguntas son sobre impuestos”, apostaba un joven. “El estado de alarma, ¿es con comunicación al Congreso? ¿O era el de excepción”, se planteaba otro. “¿Y la reforma de la Constitución?”, preguntaba un tercero.

Las estrictas normas bajo las que se celebraron las pruebas también generaban dudas. “¿Se puede entrar con bufanda?”, preguntaba a sus amigas una chica mientras entraban al pabellón. Las directrices eran claras: nada de dispositivos electrónicos, ni relojes ni por supuesto móviles. Un gigantesco panel informaba a los aspirantes de cada pabellón de la hora exacta. Ni bolígrafos, que fueron entregados por la organización, ni agua, salvo por indicación médica y previa autorización del tribunal. Las salidas al baño, siempre acompañados y en ningún caso entre la finalización del examen teórico, el primero, y la entrega del práctico.

Todos los aspectos se cuidaron al máximo: los exámenes, custodiados en una cámara ciega, vigilada las 24 horas del día por un ojo de halcón y a la que solo tenían acceso, siempre registrado, los miembros del tribunal; los tres Sugus que entregaron a cada aspirante para evitar bajadas de azúcar durante las pruebas; el papel de la Ertzaintza, custodiando durante la noche los exámenes en el Palacio Foral y realizando labores de inspección con perros y antiexplosivos en el BEC; dos equipos de medicina y enfermería, además de una ambulancia medicalizada... Sectores especiales para los opositores con discapacidad, que dispusieron de adaptaciones materiales, técnicas y horarias, y hasta una sala de lactancia, para la que había ocho solicitudes; varios padres se pasearon con los carritos por los pasillos del BEC durante la mañana.

Casi 500 voluntarios Y, sobre todo, el gigantesco equipo de voluntarios que permitió el desarrollo de la prueba, que sumaron más de 470 funcionarios forales, tanto para realizar labores de vigilancia durante los exámenes como bomberos en caso de que hubiera sido necesaria su intervención. Cada uno llevaba un peto identificativo con un color diferente: rojo, los responsables de las pruebas; blancos, los colaboradores; amarillos, los bomberos... De puertas adentro, que se cerraron con solo un minuto de retraso, dos modelos de exámenes, repartidos de forma alterna entre los asistentes. A partir de ese momento, en los pabellones 2 y 6 que se ocuparon para ello, cuatro horas de total concentración: 150 minutos para el examen teórico y noventa para el práctico, ya que por primera vez ambos se realizaron el mismo día. De hecho, se esperaba dar a conocer las notas a última hora de ayer. “En esta ocasión, también como novedad, hacemos el examen teórico y práctico el mismo día, lo que evita alargar innecesariamente un proceso costoso para los aspirantes”, explicó la diputada de Administración Pública y Relaciones Institucionales, Ibone Bengoetxea, que se acercó hasta el BEC para seguir el desarrollo de las pruebas. Bengoetxea recordó que el objetivo de estas oposiciones es “estabilizar la plantilla y tener un empleo público de calidad y duradero. Las personas que han venido aquí se han preparado a conciencia y eso es bueno para Bizkaia, porque vamos a tener a los mejores profesionales a nuestro servicio”.