Zamudio - Seis generaciones de txakolineros contemplan a la familia Aretxabaleta, propietaria de Bodegas Magalarte de Zamudio. Nikolas Aretxabaleta Zarraga, tatarabuelo de Javier, actual dueño de la firma, comenzó con este proyecto empresarial tras heredar de su padre, José Aretxabaleta, un negocio vitivinícola que se remonta a mediados del siglo XIX. Casi dos siglos después, Javier Aretxabaleta lleva las riendas de la bodega que tiene su origen en 1850 y que pronto pasará a manos de sus hijos, Lander y Haizea, que prometen darle un enfoque muy innovador y rompedor al diseño y etiquetado de las botellas, pero sin por ello perder un ápice el peso de la tradición familiar que hunde sus raíces en este municipio del Txorierri. “Ser productor de vino no es una profesión, es una manera de vivir que disfrutamos todos en familia”, destaca Javier Aretxabaleta, actual propietario.

Y lo dice con conocimiento de causa. No en vano, este apasionado de los viñedos y del txakoli nació saboreando el olor y el aroma de la vid, dado que desde crío recuerda como sus padres elaboraban este caldo singular en su hogar. “Desde pequeño he visto como mis padres elaboraban txakoli y mi relación con este vino siempre ha sido muy intensa. Diría que es algo especial y te acaba enganchando”, describe con pasión. Una afición que Aretxabaleta ha ido cultivando con el paso de los años y que ha llevado su labor profesional a tal extremo que su conocimiento de este caldo ha ido in crescendo hasta la actualidad. Así, en su opinión, para que un txakoli reúna las condiciones óptimas al paladar del comensal este debe tener su “propio carácter”, sea “fácil de beber pero sin perder su acidez” y que “llene el paladar con aromas frutales”, detalla.

Pero como el tiempo no pasa en balde, el propio Aretxabaleta tiene claro que debe dejar paso al relevo generacional, que lo formarán sus hijos Haizea y Lander. Una nueva etapa que tuvo su presentación oficial el pasado viernes en un acto al que acudieron, entre otras autoridades, el alcalde de Zamudio, Igotz López, y la diputada foral de Sostenibilidad y Medio Natural, Elena Unzueta. Ya por la tarde, los zamudioztarras que quisieron conocer la nueva imagen de Bodegas Magalarte pudieron asistir a un evento especial.

Un acto que sirvió como pistoletazo de salida para la andadura de Lander y Haizea en el negocio familiar. El joven confiesa sentirse muy contento de seguir con la tradición bodeguera de esta singular familia al lado de su hermana Haizea

Así, como novedad presentaron dos nuevos txakolis, una variedad fermentada en barrica de roble francés durante seis meses y otra más top bautizada como Aretxabaleta, en honor al apellido de esta familia txakolinera, y que nace “como recuerdo a todos nuestros ancestros que apostaron por la bodega”, detalla Lander. A esta innovadora apuesta se une un diseño de las etiquetas de sus botellas “más rompedor y orientado a los jóvenes”, explica.

A esta línea novedosa se unirá en el futuro la puesta en marcha de una iniciativa orientada a talleres didácticos sobre elaboración de txakoli para familias que impartirán en su bodega. “Es una nueva propuesta de enoturismo que se sale un poco de la restauración y que permitirá a los niños poder aprender esta labor, mientras sus padres realizan una cata”.

Otra de las apuestas de esta familia de bodegueros es la producción de este caldo de manera más sostenible. Para ello, sus viñedos forman parte de sistemas de producción “integrada y que respetan el medio ambiente, el entorno y el propio viñedo”, destacan. En lo que respecta a las variedades de uva elaboradas, son de varios tipos, como el hondarrabi zuri, hondarribi zuri zerratia, el izkiriot txikia y la denominado riesling.

De cara al futuro, los propietarios de la firma se muestran optimistas y creen que la clave para sobrevivir reside en “hacer un buen producto que te garantice la salida al mercado”, concluyen.