Marta Hernández

Getxo - Quizás cuesta un poco reconocerla sin los bucles vintage que lleva Clotilde en el pelo. O sin la locura desternillante que despacha esa mujer. Pero Clotilde, el personaje de la obra Eloísa está debajo de un almendro, de Jardiel Poncela, y dirigida en esta ocasión por Carlos Baiges, es Susana Moreno, una actriz tardía pero con osadía y premio. El pasado festival de escuelas de teatro de Bilbao (Fetabi) la reconoció como la mejor actriz del certamen. Es la magia del teatro y de los intérpretes de etiqueta. “Sales al escenario y dejas de ser Susana para ser Clotilde, un personaje muy divertido. Gran parte del premio se lo lleva ella porque es graciosa, está medio loca, se mete en unos enredos...”, destaca esta getxotarra de 55 años.

La llama de la escena siempre ha brillado encendida en ella: “Yo quería ser actriz, enfermera o azafata”, se retrotrae Susana a los tiempos de niñez en los que la mente vuela hacia el futuro. “Al final estudié técnico de enfermería y me encanta mi trabajo, pero lo de actriz, ahora, me llena muchísimo”, admite esta mujer inquieta que se vio frenada y dio el salto a las tablas hace casi cuatro años a través de la escuela Utopian. “A mí siempre me ha gustado hacer cosas, he hecho de todo, por ejemplo, pintura, y he expuesto en el aula de cultura de Algorta. No puedo parar quieta, pero desde que me operaron de la espalda tuve que dejar de hacer muchos deportes, como montar a caballo, que me encantaba. También iba de excursión y hacía rafting... Pero mi espalda me limitó mucho y estaba un poco larri por eso, así que mi hija la mayor, que ha hecho cine, teatro... me dijo: Yo creo que deberías apuntarte a Utopian. Y pensé: Venga, voy a intentarlo. Y la verdad es que me he enganchado de una manera increíble”, explica. Son muchos los factores que provocaron que Susana se prendara de la vida poliédrica guionizada. “El ambiente que hay es extraordinario, somos un grupo de gente en el que estamos personas desde los 18 años a los 70 y es alucinante cómo somos capaces de acoplarnos los unos a los otros con nuestra diferencia de edad, con nuestra forma de pensar tan distinta y a la vez tan igual, porque tenemos una pasión que nos une que es el teatro. Eso nos hace llegar a hacer unas cosas muy bonitas y muy divertidas, porque no es el resultado final lo más importante, sino todo el proceso”, desmenuza la getxotarra. Las loas a sus compinches de escena son incontables: “Hay mucho compañerismo, es como tu otra familia, con ellos te cambias, te vistes, no hay vergüenzas...”, ilustra.

A escena En estos cuatro cursos, Susana ha ido adquiriendo tablas, por ejemplo, con Lo más crudo, el crudo invierno. “El autor le permitió a Carlos Baiges adaptar esta película al teatro. Va de unos actores que quieren hacer una obra de Shakespeare. La puesta en escena la hicimos en blanco y negro y parecía la película auténtica”, rememora. Susana siguió creciendo como actriz con las líneas de Shakespeare. “Como gustéis es una de sus comedias. Me tocó un personaje francés y fue muy gracioso porque tenía que hablar con ese acento. Además, tuve que sustituir a una compañera en algunas funciones y hacer de duquesa desterrada; tuve doble papel porque eran compatibles y fue un poco locura pero muy divertido”, asegura.

Para locura la de Clotilde, su último papel, el que bordó en Fetabi. “Cuando me dieron el premio no me lo creía, me tuvieron que empujar, yo no salía, no me di por aludida, como diciendo: Habrá otra que se llama como yo. Creo que lo que he hecho es transmitir lo que me gustaba a mí ese personaje. No es que yo lo haya hecho mejor que nadie”, considera Susana, con modestia. Pero el talento, que no se aprende, ahí está.