“Trabajar con ‘mamis’ y hombres es una ventaja en la intervención con las mujeres que ejercen la prostitución”
La asociación Askabide cumple 40 años atendiendo las necesidades de este colectivo en Bilbao con la ayuda de nuevos agentes
¿Cómo ha cambiado su trabajo en Askabide en los 30 años que lleva en la asociación?
—No tiene nada que ver. Yo llegué en un momento de deterioro en la calle, con la situación de la heroína, las chicas drogodependientes haciendo la calle. Pero aún así Cortes estaba llena de clubes y era claramente el espacio en el que se estaba ejerciendo la prostitución. Lo que no ha cambiado en absoluto es el estigma. A veces lo enmarcamos todo con una falsa aceptación de la realidad, pero es mentira: las personas que ejercen la prostitución siguen siendo estigmatizadas. Y se las está infantilizando. Claro que tienen problemas, pero no son idiotas. Son mujeres que saben pensar y decidir lo que necesitan y quieren.
¿En qué consiste entonces la intervención de Askabide?
—Nosotros queremos darles herramientas de empoderamiento y que decidan libremente qué quieren hacer. Para mí muchas de las mujeres con las que trabajamos son heroínas.
En cuanto al estigma, ¿es aún mayor en las mujeres transexuales?
—Ha habido un cambio importante. Estamos viendo chicas transexuales inmigrantes que en sus países de origen sufren lo mismo que sufrían las nuestras aquí hace 30 o 40 años. Hay que reconocer que, aunque haya dificultades, una chica o un chico trans ya tiene unas posibilidades que antes no tenía. Antes o trabajabas en prostitución o en espectáculos, y ya no es así.
Ahora buscan perfiles a través de Internet para poder acceder a las mujeres.
—Mis compañeras rastrean las páginas. Como es complicado que te cojan el teléfono, lo que hemos hecho es crear un listado de WhatsApp. Todos esos números que mis compañeras van consiguiendo, los incluimos en una cuenta de WhatsApp y cuando queremos mandar la información, la mandamos a todo el mundo.
Y si ellas necesitan algo, se ponen en contacto.
—Askabide en el fondo es: si necesitas algo, llámame. Eso es el trabajo de calle. Que sepas que aquí, en Bilbao, hay una entidad que te puede ayudar. Antes lo hacíamos presencialmente, ahora tenemos que buscarnos la vida. Nos estamos intentando adaptar a la nueva realidad, que es mucho más complicada.
¿Cuál es el motivo por el que una mujer puede optar por seguir en la prostitución?
—Desde mi experiencia, en entornos de exclusión, se inician por necesidad económica. Una de las cosas que te hace la prostitución es que te sumerge en un entorno en el que tienes muy poco contacto con el resto del mundo y es complicado salir de ello. Pero hay chicas que empiezan y dicen que no lo soportan, y cuando consiguen tener su documentación en regla encuentran otro trabajo y lo dejan. La vivencia de cada una es muy diferente. Hay algunas que lo viven como algo espantoso, mientras otras interiorizan que es un medio de vida y ya está.
Cuentan con la colaboración de mujeres que han ejercido la prostitución.
—Sí, tenemos compañeras que hacen de mediadoras. La esencia de Askabide es el trabajo de calle. Tenemos compañeras que pertenecen al entorno de la prostitución. A veces son personas que han ejercido la prostitución, otras veces han sido mami. Si vemos muchas brasileñas intentamos que ellas sean brasileñas, que sean representativas de lo que vemos.
Mujeres que han sido ‘mami’ y que ahora colaboran... Es una evolución muy positiva, ¿no?
—Claro. Y es increíble lo que saben. Yo no he ejercido la prostitución y no me manejo como ellas, ni en cuanto a conocimientos, ni contactos, ni lenguaje. Facilitan mucho nuestro trabajo.
Además, Askabide suma tres hombres en plantilla.
—Ojalá tuviéramos más hombres en la plantilla. Hay personas que dicen que para trabajar con mujeres tienes que ser mujer pero no estoy para nada de acuerdo. Tenemos aquí hombres que hacen un trabajo impresionante porque muestran que es posible que haya tipos de hombres diferentes a los que ellas están acostumbradas a relacionarse; eso es increíble. Tener hombres en el equipo es una ventaja total. Y no es casualidad, pero los hombres que tenemos son magníficos. No es un tema de género, sino de sensibilidad. Claro que nosotras podemos aportar otra cercanía, pero no todas las mujeres tenemos sensibilidad para trabajar en Askabide.
Askabide ha cumplido este año 40 años y ha ampliado instalaciones. ¿Se debe leer como un éxito o un fracaso?
—(Se ríe) Nosotras partimos de la base de que estamos fracasando. Aunque en muchas cosas hemos mejorado. No es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor. Tenemos muchas más posibilidades de ayudar a estas mujeres de lo que teníamos hace 40 años. Hemos avanzado y tenemos más recursos. Ahora, me siento fracasada en el tema de no conseguir un grupo que lidere lo que ellas quieren hacer con el tema de la prostitución. Me da igual por dónde quieran tirar, pero que sean ellas las que digan lo que quieren. Me encantaría que hubiera un grupo así en Bilbao, que las interlocutoras fueran ellas. Yo me prestaría a ayudarlas, pero que lo lideraran ellas. Mientras yo siga hablando de prostitución en vez de ellas, esto no va a cambiar.
¿Que no quieran dar un paso al frente tiene que ver con el estigma social que hay?
—Conocemos a chicas que trabajan en prostitución y han intentado liderar estos procesos y han acabado muy mal. Hay mucho machaque. Todos los años creamos grupos de mujeres. Últimamente trabajamos mucho con ellas la autodefensa, por ejemplo. Siempre estamos intentando que salga ese grupo, pero es algo que no hemos conseguido.