Las inundaciones de 1983 fueron un duro revés, pero el Casco Viejo de Bilbao supo levantarse y recuperar el valor de sus calles, plazas y edificios que hoy se enseñorean lustrosos ante las curiosas miradas de visitantes, pero también de autóctonos. Unos años antes, en 1972, ya habían sido fijadas las bases para que el botxo empezará a recibir las miradas de las autoridades de la época, que ya dejaban constancia por escrito de la conveniencia de protegerlo por su riqueza patrimonial, arquitectónica, histórica

Fue tal día como hoy, 9 de noviembre, pero hace cincuenta años cuando en el Boletín Oficial del Estado (BOE) se apuntaba que la villa conserva la planta antigua de sus siete calles y plaza de Santiago. Esta zona, “circundada antes por las murallas, conserva en su estado actual un estilo peculiar que destaca en muchos palacios del siglo XVIII, particularmente en las calles contiguas a esas siete originales, con escudos de armas de los linajes más preclaros de Bilbao”, reza el citado documento. Las razones argumentadas en ese expediente repasan precisamente esas pinceladas artísticas que otorgan un encanto especial al Casco Viejo.

Así, por ejemplo, se indica que "en este espacio está situada la actual catedral, antigua basílica, con su claustro gótico florido; la iglesia de San Antón, gótica en su interior, junto al viejo puente que componía el escudo de Bilbao , y las iglesias neoclásicas de San Nicolás y los Santos Juanes, así como el convento plateresco de La Encarnación, el edificio neoclásico del antiguo hospital, la plaza Nueva porticada, también neoclásica, y algunos otros conventos antiguos con sus escudos y recuerdos”. El asentamiento medieval y sus arrabales quedan pues delimitados en este informe que finaliza insistiendo en la riqueza cultural.

Turistas disfrutan de una vista panorámica de la villa. MITXI

“En estos templos de notable calidad artística se conservan joyas de gran valor como la imaginería de Juan de Mena, en el de San Nicolás. Estos valores histórico-artísticos deben ser preservados mediante la oportuna declaración monumental de reformas o inconvenientes que pudieran perjudicarlos”, concluye el BOE número 285 de 9 de noviembre de 1978. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1991 y la firma del Plan Especial de Rehabilitación Integral del Casco Histórico para que las labores de recuperación urbanística se centraran en el entramado del botxo. Con anterioridad hubo otras iniciativas -como el Plan Larrabeiti- para proteger el conjunto monumental histórico-artístico que es el Casco Viejo.

De hecho, antes de la década de los años 70 del siglo XX ya arrancaron en Bilbao los primeros estudios para peatonalizar calles. Entre 1969 y 1972 se produce el cierre al tráfico rodado de cinco calles: Somera, Artecalle, Tendería, Belosticalle y Carnicería Vieja. Así aparece recogido en un trabajo de Eusko Ikaskuntza firmado por Esther Ibarlucea Bustamante: ‘Cascos históricos: regeneración urbana. El caso de Bilbao’. El proceso se fue extendiendo gradualmente por ese núcleo histórico con el objetivo de frenar el deterioro de edificios, calles, monumentos y otras construcciones lo que, a posteriori ha sido esencial para transformar todo ese espacio y darle nuevos usos.