bilbao- Hay un viejo axioma que dice que la radio marca los minutos de la vida; el periódico, las horas y el libro, los días. El tic-tac de la vida de José Antonio Cayón viaja al son trepidante de las ondas, ahora algo más amortiguado, cuando el viejo locutor se acerca a los ochenta de edad. Hace algo más de medio siglo, José Antonio tuvo una visión: la conquista de la calle merced a una unión inquebrantable: la radio y la música. Ocurrió a mediados de los años sesenta y el sueño se hizo programa: Pasajeros a la Felicidad. Si usted, querido lector de cierta edad, conserva algo de memoria se acordará de aquel programa. Fue uno de los muchos que nos acompañó en la vida.

Años sesenta y amante apasionado de la música. Se impone una pregunta: ¿los Rolling o los Beatles?

-Ja, ja, ja. Los Beatles, sin dudarlo. El dúo que formaban Lennon y McCartney era mucho más creativo, aunque no sé cuál hubiera sido su evolución hasta hoy. A los Rolling ahí les vemos, todavía dando conciertos. Ese también es un mérito porque expresa la capacidad de enganchar a varias generaciones.

¿Se parece la radio en la que sonaban a la hoy?

-Para nada. Es mucho peor la de hoy porque hay menos contacto con la calle. A mi juicio hoy hay demasiados debates aunque también es verdad que en aquellos años si debatías demasiado en las ondas igual acababas en la cárcel.

Le veo un punto crítico...

-Es que hoy muchos locutores de radio se han convertido en estrellas de rock y opinan más que los propios invitados.

Habrá excepciones, supongo.

-Por supuesto. Ahí tiene a Iñaki Gabilondo o a Luis del Olmo, cada cual con sus ideas. La forma de hacer radio que han practicado y defendido hasta hace poco es la de toda la vida. Claro que igual el oyente es otro. Yo, la verdad, estoy fuera de onda, ja, ja, ja.

El debate y la tertulia... Los medios de comunicación se han convertido en los viejos cafés.

-Ojalá. Pero ahora hay demasiado contertulios que saben de demasiadas cosas. Ves a Marhuenda o a Inda que están en todas las esquinas y piensas... ¿De verdad saben tanto?

¿No es ése un rasgo de carácter de un buen periodista?

-Saber de todo un poco sí, pero por la superficie.

Cambio de tercio. Sanidad, por ejemplo. ¿De qué cura la radio?

-La radio cura de la soledad, es la mejor compañía posible.

Hagamos memoria... ¿Cómo fueron los primeros pasos?

-En Torrelavega. Tenía varios hermanos locutores en Santander y aunque también me gustaba mucho el teatro, cuando la radio te engancha es muy difícil desengancharse. Jamás he conocido a alguien que esté hasta el gorro de este oficio. Un día puedes estar cansado pero como cada uno es diferente al siguiente y puedes hacer muchas cosas siempre encuentras la salida.

¿No es un medio en peligro de extinción en plena era audiovisual?

-¡Qué va! Es como un familiar que vive fuera pero al que quieres. Hay una canción de los ingleses The Buggles, Video killed the radio star, que tuvo su fama pero se equivocó. La televisión no conseguirá acabar con la radio. Tantos canales llevan al zapping diabólico y a ver dos minutos de un programa, treinta segundos de otro... El oyente de radio es más fiel.

¿Tanto le han defraudado los medios de hoy, qué pecados mortales les encuentra?

-Deben culturizar, entretener e informar. La televisión no culturiza, entretiene muy poco e informa demasiado. ¿Vé los telediarios? Media hora de sucesos y esos veinte minutos dedicados al tiempo. Oiga, que yo quiero saber si mañana va a llover o no; me sobra todo lo demás.

¿E Internet?

-Es el mayor competidor, pero lo veo más como un soporte tenológico que como una amenaza.

¿Es usted consumidor?

-En cierta medida. Todas las mañanas desayuno leyendo varios periódicos y escuchando música por Spotify.

¡Ya le imagino enganchado a las redes sociales!

-Dan su servicio. Son buenas, por ejemplo, para no perder contactos con gente a la que no ves pero... ¿para mantener una conversación, para una larga charla? ¡Hombre por Dios! Llámame por teléfono.

Hablaba del Spotify minutos atrás... ¿A quién quiere más hoy por hoy, a papa música o a mamá radio?

-Amor amor, tengo a los dos. Pero escucho más música que radio. Tanto debate me cansa y aburre.

Y con la música se liga más...

-Se ligaba, sí. Ahora creo que ya no es ni el pecado ese del que hablaba antes, pero yo estoy retirado.

¿Cuál es el hábitat ideal para escuhar la radio, señor leyenda?

-En el coche la gente la escucha mucho. Ahora que ha recordado lo de leyenda, sería chulo que titulase la leyenda regresa al Casco Viejo, ¿verdad? ¿Leyenda, dice? Recuerdo que pensé, menos mal que estoy vivo para recogerlo o que no tengo que ir en silla de ruedas.

Ahí nació su gran éxito, ‘Pasajeros a la felicidad’

-Eso es. Es que pensaba que hacía falta más música en la radio en Bilbao. Era mi pasión. En Pasajeros se vio pronto que había demanda. Llegaron a emitirse 16.000 carnés que daban derecho a pósters y descuentos en las entradas.

Alguno que recuerde...

-José Alberto Pradera fue uno de esos pasajeros.

¿Y alguno extravagante?

-Quizás porque fue la única no vinculada a la música, recuerdo que vino Pinito de oro. Ya no me acuerdo ni porqué.

Rematemos: ¿algo que le quedó por hacer?

-Julio Iglesias e Isabel Presley me invitaron, junto a mi mujer, a un concierto en San Francisco y no fuimos porque los niños eran pequeños.

¿Aquel concierto que no olvidará...?

-¡Uf!, muchos. De Mocedades, casi todos. Ellos sí que fueron leyenda. Recuerdo a Kiss en San Sebastián, a los Rolling en San Mamés y a los Dire Straits en Vista Alegre. San Sebastián, por cierto, era el gran escenario pero se han dormido y Bilbao le ha superado. BBK Live era una cosa de dos años, el MTV ya llega aquí... Hoy la capital es Bilbao.

¿Qué tipo de música no le gusta?

-El punk. Recuerdo un día que escuché a un grupo, MCD, y no me me gustó nada. Pregunté que significaba MCD y me lo dijeron: Me Cago en Dios. ¡Hombre, no me jodas!

¿Qué sinfonía es el Athletic?

-Ahora suena rara, pero la más grande. Hay que seguir con la filosofía pero siendo más certeros con los jugadores vascos que andan por ahí desperdigados.

¿Voces masculinas o femeninas?

-Hay de todo, pero igual prefiero las de mujer.

¿Qué afición suya se desconoce?

-Eurovisión. He estado en cinco certámenes y hoy también se ha desvirtuado. Han olvidado que se premia a una canción, no a un espectáculo de fuegos artificiales con la música enlatada.

¿Es tan cambalache como se dice?

-Los periodistas hacíamos quinielas y acertabamos tres de los cinco primeros. Sí se intuía lo que iba a pasar. Dejémoslo ahí.