LOS conductores más despistados lo tuvieron más que complicado para conseguir circular por Bilbao ayer por la tarde. Al igual que quienes no tuvieron otra opción que tomar el autobús para entrar o para salir de la villa. Más de una vuelta e incluso alguna pirueta tuvieron que dar los usuarios para llegar a su destino, con la correspondiente amonestación. “¿Señor, no sé da cuenta de que no hay ningún coche en esta calle? Por aquí no se puede circular. Está cortado”, le llamaba la atención a un hombre uno de los voluntarios que custodiaba la calle alameda de Urkijo. Pese a que los primeros cortes de calles se produjeron por la mañana en la zona de la Gran Vía, las mayores restricciones llegaron sobre las 15.00 horas. Durante horas el tramo por donde circularía la Vuelta quedó totalmente cortado. Calles desérticas sin tráfico y gente, mucha gente en las aceras para ver lo más cerca posible al pelotón. “Ya que pasa por aquí nos hemos venido”, relataba Carmen, en las inmediaciones de Sagrado Corazón. Pero no todos quisieron quedarse a ver la carrera. Un cuarto de hora antes de que los ciclistas entraran a la ciudad, José Luis intentó convencer a un policía para que le dejase pasar tras haber sacado su coche del garaje ubicado en Avenida Zunzunegi. “He quedado para recoger a mi madre en Basauri y a este paso no sé si voy a llegar. No me había dado cuenta de que iba a pasar esto”, comentó preocupado. No lo consiguió.

Las medidas de seguridad fueron extremas y los agentes cortaron, tanto para coches como para peatones, los puntos por donde transcurría el pelotón. Sin embargo, y pese a las advertencias de la policía hubo quien hizo oídos sordos. “Tengo que pasar al otro lado. A mí la Vuelta no me interesa”, lanzaba uno de los peatones que atravesaba Sabino Arana con paso ágil y sin mirar a ningún lado.

En los planes de Jon Ander tampoco estaba ver pasar la carrera. De hecho había quedado con su pareja en la plaza Moyúa a las cuatro de la tarde. “Mala hora hemos elegido”, comentaba mientras cogía el teléfono para llamarla. “Maite, que está todo cortado y no me dejan pasar hasta que no pase la carrera. En cuento me dejen, voy”, le dijo a su pareja.

Desde el Ayuntamiento de Bilbao ya habían anunciado que circular el jueves por la capital vizcaina en coche y en autobús iba a ser complicado. La mejor manera para moverse fue el metro o en tren. El tranvía también dejó de funcionar para sorpresa de María que llegaba de pasar unos días en Zumaia y no se había enterado de los cortes. “No tenía ni idea. De repente me he encontrado que el próximo tranvía pasa en 88 minutos y ya me he dado cuenta que algo pasaba”, reconocía la joven. “Pues nada me cojo el metro que es la única opción”, dijo.

Transportes A las 15.30 horas la estación de Termibus estaba repleta de viajeros, muchos de ellos turistas. José y María esperaban la llegada del autobús que les llevaría al aeropuerto. “Tenemos que embarcar a las seis de la tarde”. Esta pareja de peruanos desconocían que la Vuelta iba a poner pastas arriba la ciudad. “¿Cómo que hay cortes. Entonces tampoco podemos coger un taxi?”, preguntaron al conocer que el único acceso abierto a la ciudad era por Zabalburu. “Me han dicho que hay mucho atasco”, comentó otra joven de Gasteiz que esperaba el autocar de Alsa para llegar a la capital alavesa. Ane también tuvo que esperar media hora más de lo previsto al autobús que le llevaría a Durango. Quienes se frotaron las manos por que la Vuelta pasara por Bilbao fueron los hosteleros con locales ubicados en la zona cero, -la más cercana a la meta-. “Hoy es una locura”, lanzaba un camarero de un local ubicado en el número 81 de la Gran Vía. También lo vivieron con ilusión José Luis y su hijo, Ander, dos amantes del ciclismo que no perdieron detalle y aguardaron el paso del pelotón. Cuatro y cinco de la tarde. Suenan las sirenas. “Ya vienen”. Fue fugaz, muy rápido. “Visto y no visto, en la tele se ve mucho mejor”, concluyen.