Rescatan a las víctimas como los héroes de la televisión. Es su día a día. Sin miedo a nada y con decisión. Durante la jornada de ayer, los bilbainos lo pudieron comprobar en directo y de primera mano. No era ficción.

La explanada del Museo Marítimo de Bilbao fue el escenario elegido para que los Bomberos de la Diputación Foral de Bizkaia pudieran poner en práctica sus habilidades en el rescate de altura que se realizó en la impactante estructura de la grúa Carola. "Teníamos muchas ganas de que llegase el momento", aseguró Oscar Bascones, el encargado de formación de Bomberos forales. Y todo marchó según lo previsto. "Incluso mejor", señaló Pedro Cantabrana, coordinador del evento. Y no era para menos. Cientos de bilbainos se acercaron hasta el lugar para ver a estos ángeles salvadores con casco, arnés y mosquetones. Poco antes de las seis de la tarde, Jon, un espectador curioso que se acercó al espectáculo, se prestó voluntario para ponerse en la piel de una víctima. Javier Lapresa, el sargento del parque de Iurreta, y Garikoitz Areitio, el cabo de Markina, vigilaron en todo momento su estado. Nada podía fallar. Javier, Inge y el resto de sus compañeros aseguraron la zona para pasar a Jon a bordo de una camilla superando la ría hasta Deusto. "¡Qué miedo! Parece que se va a caer", se oía decir a una mujer. Sin embargo, todo estaba bajo control y el equipo foral no perdió detalle. "Al otro lado hay cuatro bomberos tirando para que no sea caída libre por la cuerda y sea una bajada controlada", explicó Bascones, en el momento en que Jon y Javier Lapresa bajaban enganchados por la tirolina. Nadie se movió del lugar. Con las manos en la frente para tapar el sol, los espectadores ávidos de emociones no perdieron detalle del descenso del voluntario, que llegó sano y salvo gracias al trabajo de los bomberos.

Accidentes de tráfico El rescate de altura no fue la única actividad que se pudo contemplar. Las complejas maniobras que tienen que ejecutar los especialistas para extraer a accidentados dentro de sus coches marcaron toda la jornada. En turnos de mañana y tarde, diversos grupos de bomberos de todo el Estado compitieron en los dos escenarios improvisados frente al Museo Marítimo. Las gradas estaban llenas. La calle también. Alrededor de las siete y media de la tarde, le tocó el turno a los bomberos del parque de Urioste. "Están algo nerviosos. Lo hacen todos los días y les apasiona su trabajo, pero hay un juez por cada bombero y eso tensa más", explicó Cantabrana. De hecho, la víctima que se puso debajo del coche para ser auxiliada también era un juez que, además, llevaba puesto un micrófono para que los demás jueces lo escuchasen todo y valorasen mejor.

Mientras, fuera de los escenarios, los niños observaban con detenimiento, y los mayores no pestañeaban. "Yo de mayor estudiaré bombero y cortaré los coches con una motosierra para sacar al herido yo solo", fantaseó en voz alta Unai, de seis años, provocando la risa de todos.