El Bilbao Basket recibió la victoria ante el Manresa como la botella de oxígeno que necesitaba para seguir escalando un tramo de calendario que se había puesto muy complicado. La victoria y la manera de conseguirla quitó mucho peso de la mochila del entrenador y los jugadores, pero en ningún caso es suficiente porque aún quedan muchos metros por subir hasta alcanzar la cima de la permanencia. La cordada es numerosa y, de momento, solo el Girona se ha quedado un poco descolgado cuando ya se ha cumplido un tercio de la competición.
El resultado del pasado domingo otorga tranquilidad, pero no altera los planes del club en el sentido de que se sigue viendo como necesaria la incorporación de Omar Silverio porque puede cubrir una de las carencias detectadas en el equipo, que es la anotación exterior, y porque puede ejercer de incentivo para elevar el rendimiento de otros jugadores que atraviesan un bache de confianza y de acierto. El dominicano sumaría un recurso más a considerar por el entrenador cuando a partir de enero haya que afrontar de nuevo dos partidos por semana casi hasta las siguientes ventanas de febrero.
Así que el Bilbao Basket espera a Silverio con menos urgencia que hace unos días, pero con la misma convicción. Los plazos burocráticos resultan a veces incontrolables y el club sigue esperando que se confirme la llegada del jugador que debe añadir amenaza desde el perímetro. El acierto en los triples sigue cayendo y los hombres de negro son ya el peor equipo de la Liga Endesa desde los 6,75 metros, el que menos anota, poco más de siete por partido, y el que lo hace con peor porcentaje, el único de los dieciocho que no supera el 30% de acierto. Estos números no se esperaban cuando se configuró en verano la plantilla y no son sostenibles a largo plazo, ni siquiera a corto ya que los dos próximos rivales, el Coruña y el Andorra, anotan casi diez triples por partido. De hecho, los del Principado son el conjunto que mejor tira de tres, con casi un 40%.
Los rivales saben perfectamente qué le tienen que conceder al Bilbao Basket y el equipo vizcaíno tiene claro dónde está su mayor margen de mejora. Otra cosa es que en determinados partidos puedan aparecer otras vías de anotación. Ante el Manresa los de Jaume Ponsarnau alcanzaron los 88 puntos pese a un pobre 6 de 21 en triples ya que con su agresividad ante la propuesta defensiva de los catalanes encontraron muchos pasillos para llegar hasta el aro ante un rival que carece de pívots grandes e intimidadores. El Bilbao Basket llegó al 75% en tiros de dos y eso que Hlinason, que promediaba por encima de catorce puntos en los últimos partidos, se quedó en solo cuatro puntos y dos tiros a canasta. Este es el signo de los tiempos ya que el día en que menos presencia en ataque tuvo el jugador más grande del equipo se alcanzó la tercera anotación más alta del curso, sin contar prórrogas.
En ello tuvo que ver el mejor Zoran Dragic de la temporada que supo ver y explotar todos los caminos al aro, sobre todo penetrando hacia su mano izquierda, y el acierto desde la larga distancia de Harald Frey, que produjo cuatro de los seis triples del equipo. También contribuyeron una versión muy mejorada de Melwin Pantzar, que recuperó la decisión a la hora de atacar el aro, y de Thijs De Ridder, que superó en su emparejamiento a Derrick Alston Jr., que en el cuerpo a cuerpo no tenía nada que hacer ante el belga.
El Manresa ya ha quedado atrás y vendrán otros rivales con otros planteamientos que exigirán nuevas respuestas para tratar de engarzar una racha positiva y no perder el paso en la ascensión. Omar Silverio, cuando sea que llegue a Bilbao, debe contribuir a que el Bilbao Basket pueda sostener el ritmo anotador que demanda esta Liga Endesa que camina cerca de los 85 puntos de media por partido. No está de más ampliar el fondo de armario con el factor sorpresa que pueda suponer el dominicano. Nada está garantizado, pero tampoco es una apuesta descabellada ni que vaya a alterar el ecosistema de un equipo que siempre ha caminado sobre la solidez y la tranquilidad.