El Surne Bilbao Basket se encuentra plenamente inmerso en la confección de su plantilla para el curso baloncestístico 2024-25. Por el momento, sus primeros movimientos oficiales en el mercado de puertas hacia afuera se han centrado en tres salidas oficiales (Georgios Tsalmpouris, Álex Reyes y Tomeu Rigo) y en la renovación hasta 2026 de Melwin Pantzar, al que le quedaba una temporada más de contrato. En el intento de conseguir mejoras con respecto al pasado ejercicio son varios los parámetros del juego en los que la Dirección Deportiva está poniendo la lupa a la hora de tratar de reclutar nuevas piezas –rejuvenecer el plantel, mejorar en el cuidado del rebote defensivo...–, pero hay uno en especial que se antoja imprescindible: puntos. En el baloncesto actual de la Liga Endesa y de las competiciones que pueden ser hábitat para los hombres de negro, el aumento del ritmo de juego y de las posesiones con las que cuentan los equipos provoca que la capacidad anotadora sea imprescindible para desenvolverse sin agobios clasificatorios.

A este respecto, en el caso de la escuadra vizcaina hay que tener en cuenta dos factores. Por un lado, que el de Jaume Ponsarnau viene de ser uno de los tres equipos de la ACB que no ha llegado a los 80 puntos de media –penúltimo entre 18, con 78,7 por cita–. Por otro, y sumado al anterior, que sus dos principales anotadores del pasado curso, Sacha Killeya-Jones y Adam Smith, no seguirán en el equipo, con la incógnita de lo que acontecerá con Kristian Kullamae y la cláusula de corte en su contrato –el estonio fue cuarto en el epígrafe de suministro anotador–.

Así las cosas, el conjunto vizcaino se ve en la siempre comprometida tesitura de tener que sustituir a sus principales referentes ofensivos tanto en el juego exterior como en el interior, no solo en promedio anotador sino también en lo referente al volumen de lanzamientos asumidos. Killeya-Jones promedió 12,6 puntos tirando casi nueve veces de dos puntos en cada cita, muy por encima del resto de sus compañeros. El segundo fue el propio Smith –10,7 puntos de media– con 5,2 lanzamientos de media y corta distancia, a los que hay que sumar sus 4,8 intentos por encuentro desde más allá de la línea de 6,75, superado solo por Keith Hornsby (4,9).

La importancia de ambos en los esquemas de ataque de Jaume Ponsarnau ha sido innegable, aunque han destacado mucho más en cuanto a volumen que en lo referente a la eficacia, aspecto en el que de hecho ambos han dejado bastante que desear. Recurriendo a la estadística avanzada de rincondelmanager.com, el pívot estadounidense con pasaporte británico ha sido noveno de toda la Liga Endesa en el epígrafe de uso –porcentaje de posesiones que finaliza el jugador de entre todas las que disputa su equipo mientras está en pista–, con un 32%, con Smith segundo con un 29% si los datos se limitan al Surne Bilbao Basket. Del resto de sus compañeros, solo Kullamae supera el 24%.

Por contra, sus números se desploman cuando se analiza su eficiencia ofensiva –puntos anotados por el equipo cada 100 posesiones cuando el jugador está en pista–, pues Smith es el octavo hombre de negro en esa clasificación (103,4) y Killeya-Jones noveno (102,6). Tampoco salen bien parados en los apartados de la influencia –impacto que tiene la presencia del jugador sobre el resultado de los partidos cada 40 minutos–, con el pívot décimo del equipo (-5,6) y el escolta decimosegundo (-6,9); y true shooting –porcentaje de tiro del jugador, atendiendo al valor del tiro anotado–, pues son octavo (57%) y undécimo (50%), respectivamente.

El Surne Bilbao Basket ha sufrido notablemente esta pasada temporada en lo referente a la eficiencia defensiva –puntos anotados por el equipo cada 100 posesiones–, siendo el tercer peor equipo de toda la Liga Endesa con 104,6 por partido pese a ser también uno de los que jugaba a menos posesiones por cada 40 minutos: 16º, con 75. En este sentido, la falta de acierto en ataque ya obligó durante el curso a tomar cartas en el asunto e incorporar al plantel a Keith Hornsby. Por contra, ha sido en su notable eficiencia defensiva donde ha residido la clave de su temporada tranquila, figurando incluso en el top-4 en el epígrafe del número de puntos que anota el rival por cada tiro de campo lanzado (1,02). En el mercado estival los puntos, y también el físico, cotizan muy caros, por lo que la Dirección Deportiva debe hilar muy fino para exprimir su corto presupuesto.