Por el camino más revirado, sobre firme de piedrilla y un sinfín de socavones en lugar de circular por asfalto firme y dando volantazos a diestro y siniestro para corregir su irregular trayectoria, pero el Surne Bilbao Basket se encuentra ya en los cuartos de final de la FIBA Europe Cup y acabará como primer clasificado del Grupo K si en la última jornada derrota en el Bilbao Arena al colista Balkan Botevgrad, que cuenta sus cinco partidos por derrotas y al que los hombres de negro superaron a domicilio por un arrollador 62-94. 

El panorama continental de los de Jaume Ponsarnau es ahora magnífico, aunque para llegar a él tuvieron que sobreponerse a su incorregible irregularidad y batir de manera agónica en la prórroga (90-86) a un Oporto que a lomos de las individualidades de sus jugadores estadounidenses, sobre todo de un gran Anthony Barber que jugó los 45 minutos para acabar con 25 puntos, llegó a ganar por 12 puntos (53-65 ) a nueve minutos del final tras un tercer cuarto horrible de los anfitriones. De la mano de un magnífico Keith Hornsby, con 11 de sus 18 puntos en el cuarto acto, y con la colaboración de Melwin Pantzar, Sacha Killeya-Jones y Alex Renfroe, por fin acertados desde la línea de tiros libres tras treinta primeros minutos horribles en esta faceta del juego, los de Ponsarnau no solo remontaron sino que tuvieron el balón para evitar la prórroga, pero con una posesión entera Adam Smith acabó jugándose una mandarina sin ningún sentido.

En el tiempo extra, Aaron Harrison amagó con arruinar la noche (81-83), pero Killeya-Jones le hizo frente con dos acciones magníficas en ataque y un triple tras rebote ofensivo de Denzel Andersson a 17 segundos del final acabó con la agonía (88-85). Barber, dolorido tras una falta, falló un tiro libre en la siguiente acción y Hornsby resolvió para el 90-86 final.

Eso sí, pese a la resolución positiva al conjunto vizcaino le conviene analizar profundamente y buscar soluciones urgentes a la pronunciada irregularidad que le acompaña casi siempre durante los cuarenta minutos de los partidos. Porque el arranque del tercer cuarto a punto estuvo de hacer descarrilar su viaje continental con un aluvión de pérdidas que el Oporto convirtió en bandejas ante una defensa demasiado porosa. La reacción en los diez minutos finales fue notable, pero vivir constantemente caminando sobre el alambre no parece el mejor de los planes, sobre todo cuando muchos de las circunstancias adversas son achacables a errores de concentración e interpretación de las situaciones en el plano individual.

FLOJERA

El arranque de la contienda fue un intercambio de golpes en toda regla. El Oporto activó desde el salto inicial las muñecas y la capacidad para jugar uno contra uno de sus estadounidenses, mientras que el suministro de puntos de los locales corrió a cargo de Smith y Killeya-Jones, salvo un tiro libre de Andersson, hasta el 14-15. Con dureza defensiva y un brutal acierto desde la distancia triple, fueron los portugueses los primeros en poner pies en polvorosa en el luminoso con un 14-21. Smith, con 10 puntos en el acto inaugural, y Tryggvi Hlinason lideraron la resistencia y el primer cuarto se cerró con un 21-23 y un buen número de canastones de puro talento individual ya en el zurrón luso.

La verticalidad de Pantzar hizo posible que los anfitriones recuperaran el control del marcador (25-23), pero faltaba mayor sostenibilidad en las acciones para imponer su propuesta, dejándose muchos tiros libres por el camino y encadenando incluso dos ataques seguidos cometiendo pasos. Ponsarnau, insatisfecho, paró la contienda con 28-31 a cinco minutos del descanso, pero enlazando constantemente aciertos con errores era muy difícil ser sostenible. Dos triplazos de Smith pusieron por delante a los de Ponsarnau, pero una más que evitable falta de Rabaseda a Kloof en pleno intento de tres puntos dibujó el 38-39 en el ecuador de la cita, con muchas cosas que arreglar en las filas locales, con los diez balones perdidos a esas alturas y el deleznable 5 de 12 en tiros libres como principales lunares.

ALARMA

Y la puesta en escena en la reanudación fue lamentable. Tres pérdidas seguidas castigadas por el rival con dos bandejas y una canasta tras rebote ofensivo que llevaron a Ponsarnau a pedir tiempo muerto con solo un minuto y 35 segundos de tercer cuarto jugados y 38-45 en el marcador. Con los portugueses jugando comodísimos, la luz de alarma se encendió. El Surne Bilbao Basket se había descompuesto del todo, sin filo ni orden en ataque y tremendamente blando en labores de retaguardia. El 50-62 a diez minutos del final obligaba a un nivel de mejora sobresaliente. Se logró de la mano de Hornsby sumando de tres en tres, más energía defensiva, los dos bases en la cancha, Smith en el banquillo y acierto desde la línea de tiros libres. Con agonía, pero los cuartos de final son ya una realidad.