EL Bilbao Basket estará en los cuartos de final de la FIBA Europe Cup y lo hará como primero de grupo si gana la semana que viene al Balkan búlgaro. Los hombres de negro lograron ganar al Oporto, que se ha convertido ya en enemigo íntimo, después de una actuación indescriptible e incomprensible durante muchos minutos, que acabó bien, mejor imposible, porque los designios del baloncesto son inescrutables. Si el Bilbao Basket no se quemó en el incendio que estuvo a punto de provocar en Miribilla, fue porque en el último cuarto su defensa estuvo a la altura requerida para remontar doce puntos de desventaja y porque en la prórroga, que en un momento dado no parecía una buena idea, Andersson clavó un triple cuasi milagroso, que no pareció muy bien seleccionado porque quedaba media posesión por delante, y lo hizo después de haber pasado desapercibido en ataque durante todo el partido.
Así son las cosas en este deporte, que al final permiten al Bilbao Basket depender de sí mismo para ser primero de grupo con el supuesto ya citado o si el Gottingen, que debe ganar al Oporto, no supera en el average general a los de Jaume Ponsarnau. Si los bilbainos quedan primeros, se medirían en cuartos de final al Legia de Varsovia o al Sporting, que se jugarán la clasificación en un duelo directo con nueve puntos de renta para los polacos. Si son segundos, esperaría el Bahcesehir, que se ha mostrado intratable en su grupo y tiene, de momento, la iniciativa del factor cancha al marchar invicto en esta segunda fase.
Durante muchos minutos, todo esto pareció una quimera en Miribillla porque los portugueses, con tres o cuatro jugadores de muy buen nivel, dominaron claramente el choque, sus situaciones ofensivas de uno contra uno generaron mil problemas a la defensa de los locales, que con todo mostraron una cara horrible en ataque, con dudas, hombres desactivados, errores en situaciones sencillas otra vez y poca agresividad ante una defensa dura como se sabía que iba a ser la del Oporto. Tal es así que el ambiente en el Bilbao Arena empezó a enrarecerse con reproches a la actitud de los jugadores y a las decisiones del entrenador, que buscó piezas que encauzaron el partido sin que se produjera una reacción.
El conjunto luso se vino arriba y se creyó que podía ganar de la mano de su base Barber, que no descansó ni un segundo y llevó el juego al ritmo que le convenía a su equipo, que era de bajas revoluciones y mucho desafío en el cara a cara. En la primera parte, el acierto de Smith había impulsado al Bilbao Basket en el marcador. Pero no fue hasta que Hornsby, con nueve puntos en los tres primeros minutos y medio del último cuarto, entró en erupción cuando el partido cambió de cara y el público se sumó a la tarea de buscar la remontada.
Los lusos empezaron a cometer errores, pero los vizcainos volvieron a ser generosos en algunas acciones importantes y así iban siete abajo a tres minutos del final. Sin embargo, todos los tiros libres que había fallado el Bilbao Basket fueron dentro cuando la presión más apretaba, aunque una última jugada horrible llevó el partido a cinco minutos añadidos que los cargaba el diablo. Pero todo acabó bien, aunque el Bilbao Basket tiene que mejorar mucho sus prestaciones, su forma de afrontar estos partidos, si quiere llegar aún más lejos en la competición europea. Su plantilla está descompensada y el entrenador tiene la tarea de encajar las piezas como dijo para “ser lo más competitivos que se pueda”.