El Surne Bilbao se dejó abrazar de nuevo por su afición en unas fechas en las que apenas hay tiempo más que para jugar, descansar y estar con la familia. Entrenamientos caben pocos y ayer los hombres de negro quisieron compartir uno de ellos, como ya se ha hecho costumbre, en Miribilla, donde en estos días la actividad de baloncesto es incesante ya que ha habido dos partidos y, además, el Bilbao Arena es sede del campus del Bilbao Basket. Los participantes en él, los integrantes del equipo de baloncesto adaptado y cerca de un millar de aficionados pudieron ver de cerca a sus ídolos, consolarles después de la derrota ante el Barça, animarles para el choque de este viernes ante el Valencia Basket y compartir un rato sin la seriedad y rigor de un entrenamiento habitual en Artxanda. Ayer todo podía ser algo más distendido, aunque la concentración no podía perderse.

Los jugadores fueron recibidos con una ovación y, mientras calentaban, Jaume Ponsarnau, siempre didáctico, explicó a la grada en qué iba a consistir la sesión, por qué y para qué hacían cada ejercicio. “Antes de empezar, hemos visto el vídeo del Barça porque siempre queremos ver dónde podemos mejorar”, explicó el técnico de Tàrrega. Luego, Mikel Odriozola, uno de sus ayudantes, hizo lo mismo en euskera y se mostraron dispuestos a aclarar cualquier duda que tuvieran. Los aficionados, en su mayoría niños y niñas, estaban por la labor de festejar cada mate, cada triple, en una serie de ejercicios en los que el Surne Bilbao dejó claro que su vocación de este año es correr.

Tandas de 4x0 a medio campo y campo entero, situaciones de 4 contra 4 o 5 contra 5 con ritmo mantuvieron entretenidos a los asistentes. De esa manera, se ensayaron los diferentes sistemas, con nuevos matices pensando en el duelo ante el Valencia. Muchos de ellos llevan el añadido de Txipi. “Todos los entrenadores que hemos estado en Bilbao los llamamos así por aquel señor de barbas y pelo blanco”, aclaró Ponsarnau dirigiéndose a Rafa Muñoz Txipi, que vigilaba desde una esquina del pabellón y tuvo que saludar a quienes a estas alturas, probablemente, todavía no le conocen porque su eterna labor no es visible ni llama la atención. Luego, llegaron series de lanzamientos de triples, que se llevó Harald Frey, y, cómo no, de tiros libres. “No somos muy de castigar, pero los tiros libres son importantes y aquí sí castigamos los fallos”, comentó el técnico, que agradeció la presencia de los aficionados ya que “siempre sois bienvenidos porque nos ayudáis mucho”.

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Al concluir la sesión, los seguidores formaron una ordenada fila en el pasillo que había dispuesto el club para que todos pudieran pasar por las mesas que ocuparon los jugadores, incluidos Sylla, aún lesionado, y Zecevic, y Jaume Ponsarnau y nadie se quedara sin su firma en los pósters de la plantilla que se habían repartido y en las camisetas. Hubo sonrisas, gestos cariñosos y de complicidad, cruce de palabras y la ilusión por comenzar el año de la mejor manera posible en una comunión que debe seguir dando frutos.