El Surne Bilbao Basket ya había jugado con fuego en varias ocasiones en la FIBA Europe Cup, pero este miércoles, por primera vez, acabó el choque en la unidad de quemados. Había sido incluso habitual, sobre todo en los encuentros a domicilio, ver a los hombres de negro jugar a medio gas durante un par de cuartos para posteriormente incrementar el nivel de intensidad y acabar levantando los brazos en actitud victoriosa, pero en la visita al BG Gottingen cosechó la primera derrota continental del curso (82-80) y desperdició la primera oportunidad de certificar su presencia en los cuartos de final.

Los de Jaume Ponsarnau regalaron demasiado terreno al rival hasta el descanso (45-34), sesteando en defensa y empleándose con muy poco criterio en ataque. En el tercer cuarto, de la mano de Melwin Pantzar, Sacha Killeya-Jones y Thijs De Ridder, pisaron el acelerador y llegaron en ventaja a los diez minutos finales (59-61), pero regresó la versión más opaca de los hombres de negro para acabar hincando la rodilla como consecuencia de una discutible toma de decisiones en ataque, con demasiado individualismo, y una retaguardia que dejó demasiado terreno a Mathis Monninghoff y Zach Ensminger para hacer daño desde la distancia de tres puntos.

Con una rotación que no será habitual en la Liga Endesa al hacer falta cinco cupos en la convocatoria y quedarse fuera de ella Alex Renfroe -Kristian Kullamae actuó como director de juego y Adam Smith y Keith Hornsby se solaparon en la posición de escolta-, el juego del conjunto vizcaino se caracterizó por el desorden durante demasiados minutos, sin el respaldo además de un buen trabajo de retaguardia.

Mientras que los anfitriones, como era previsible, tuvieron en el triple una tabla de salvación constante (magnífico 41,9% de acierto con 13 dianas, siete jugadores anotando alguno y Monninghoff y el pívot Karlins Silins sumando cuatro y tres, respectivamente), los visitantes carecieron de hilo conductor, de la regularidad necesaria para imponerse, con un flojo 30% desde la larga distancia y un 60% en tiros libres que incluso fue mucho peor hasta el descanso. 

MAL ARRANQUE

Pese a los tempraneros cinco puntos de Smith, al conjunto vizcaino le costó mostrarse efectivo en la parcela atacante en el arranque, con poca fluidez y Killeya-Jones desdibujado. Así las cosas, el Gottingen aprovechó la circunstancia para amagar con el despegue en el luminoso gracias a su tiro de tres puntos (12-5 con menos de cinco minutos disputados). La entrada en escena de Tryggvi Hlinason revitalizó a los visitantes. Ya fuera con el islandés anotando ante Grant Anticevich o distribuyendo bola desde el poste, los de Ponsarnau tuvieron incluso la oportunidad de igualar el marcador, pero Álex Reyes falló uno de sus tiros libres y Silins enchufó el triple que colocó el 22-18 al término del primer cuarto.

Con el partido convertido en un correcalles, era el Gottingen el que se encontraba más a gusto ante una retaguardia bilbaina que daba demasiadas facilidades a su rival. Entre Hornsby y Killeya-Jones volvieron a estrechar el marcador hasta el 29-26, pero siguió faltando mucha sostenibilidad en el rendimiento ofensivo y cimientos más sólidos en retaguardia para dar un vuelco al ecosistema del choque. Con un bochornoso 4 de 11 en tiros libres y fallando incluso contraataques claros, las sensaciones que transmitía el Surne Bilbao Basket no eran positivas, con el cuidado del rebote defensivo convertido también en una calamidad.

El Gottingen tuvo alfombra roja para lanzar su demarraje y colocarse con un contundente 43-31 a tres minutos del descanso tras cinco tiros libres de Fedor Zugic y Monninghoff. Un triple de Killeya-Jones cortó la sangría, pero no hubo ni orden ni energía ni acierto para evitar que el choque llegara al descanso con un más que preocupante 45-34. En las filas visitantes había vías de agua a solucionar por todos los lados, empezando por su bajo nivel de efusividad defensiva -17 tiros libres había lanzado ya el rival, que además había capturado siete rechaces en aro contrario- y continuando por sus números en ataque, sobre todo el 30% desde la distancia triple y el deficiente 36% desde la línea de personal.

REACCIÓN

En la reanudación, el conjunto de Ponsarnau incrementó su nivel de intensidad y encontró en la conexión entre Pantzar y Killeya-Jones la fuente de puntos de la que había carecido. Los alemanes resistieron con triples de Umoja Gibson y Silins, pero ya no encontraban con tanta facilidad el aro de los hombres de negro, que cuando sumaron para su causa la intensidad y la capacidad resolutiva de De Ridder conectaron un 2-11 para llegar a los diez minutos finales con su primera ventaja en el luminoso: 59-61.

Pero no hubo continuidad en su nivel de contundencia. Tras unos minutos de intercambio de canastas, el juego ofensivo bilbaino cayó en la búsqueda de soluciones individuales demasiado forzadas y los triples de Monninghoff, Ensminger y Hume dieron mucho aire a los locales (76-69 a tres minutos del final). Los de Ponsarnau intentaron el más difícil todavía, pero la seguridad de los locales desde la línea de tiros libres evitaron la voltereta pese a los dos triples finales de Hornsby.