El Surne Bilbao Basket exprimió este miércoles el escaso combustible que le queda en el depósito en este tramo final de temporada al que está llegando muy justo tras una acumulación de lesiones y percances físicos que parecen una maldición para llevarse ante el Río Breogán un premio doble que le reactiva en su pugna por repetir participación continental el próximo curso. En un encuentro que se les atascó hasta el descanso pero que pusieron muy a su favor con un magnífico tercer cuarto resuelto con un 27-12, no solo sumaron la 14ª victoria del ejercicio (83-66), sino que además recuperaron el average particular (86-70 en la primera vuelta), algo que parecía misión casi imposible para un grupo humano que como su propio entrenador reconoce públicamente sobrevive a día de hoy muy justo de jugadores y confianza -en este duelo, Denzel Andersson se unió al largo capítulo de bajas y Tomeu Rigo, sin el O. K. médico para regresar a las canchas, completó la convocatoria-.

Pero el conjunto vizcaino se transforma delante de la marea negra. Saca lo mejor de sí mismo y, lo más importante, deja sobre la cancha todo lo que lleva dentro, con más o menos acierto, para agradecer ese respaldo. En ese fantástico tercer cuarto, el premio gordo llegó a parecer más que factible (66-46), pero los de Veljko Mrsic trataron de revolverse, llegando a amenazar incluso la victoria de los anfitriones con el 71-63 a 3:29 de la última bocina. Pero a los hombres de negro les quedaba aún fuerza para una última andanada.

Entre Michale Kyser (19 puntos y 25 créditos de valoración) y Nikola Radicevic (15 puntos y ocho asistencias), los dos puntales del equipo junto a Adam Smith, volvieron a estirar la ventaja y en un final agónico en el que los dos técnicos recurrieron a las faltas para tratar de aumentar o disminuir esa barrera de 16 puntos, Álex Reyes, con nervios de acero, metió los dos tiros libres que pusieron la guinda a la satisfacción plena por el trabajo realizado de manera sobresaliente.

INTERCAMBIO

El encuentro arrancó con escaso ritmo y con el conjunto anfitrión bien plantado en defensa, circunstancias que les sirvieron para dominar el marcador en los cuatro minutos iniciales (8-2), pero los de Ponsarnau no tardaron en desordenarse. Con un par de pérdidas y escasísima fluidez en ataque, con malos lanzamientos y acumulando fallos desde todas las distancias, el Breogán encontró alfombra roja para rehacerse con un contundente 0-11 (8-13). La entrada en escena de Kyser dio mucho aire a los anfitriones en ambos aros, permitiéndoles romper el juego cómodo y a favor de viento que estaban desarrollando los de Mrsic y cerrando en ventaja los diez primeros minutos (17-15).

Los gallegos intentaron activar la opción de Ethan Happ en las cercanías del aro para incrementar su suministro de puntos, pero el conjunto vizcaino hizo un buen trabajo defensivo con el pívot estadounidense. Marko Lukovic y Luka Brajkovic intentaron coger su testigo (23-23), pero los hombres de negro, sin brillantez pero con mucho trabajo, intentaron ir pasito a pasito para recuperar la compostura. Entre Radicevic, Smith y los tiros libres de Jeff Withey estiraron la ventaja bilbaina hasta el 34-28 a 2:41 del descanso, pero seguía sin haber contundencia ni sostenibilidad para prolongar los buenos momentos. En un minuto, los gallegos le dieron la vuelta al luminoso, pero un triple de Agustín Ubal y una canasta de Reyes permitieron a los anfitriones alcanzar el ecuador con un 39-36 favorable.

DEMARRAJE

En la reanudación, entre Kyser y Smith proporcionaron a los anfitriones su primera ventaja de dobles dígitos (46-36). El Breogán, sin Happ pudiendo ejercer de pilar, intentó no perder demasiado terreno de la mano de Víctor Arteaga y Scott Bamforth, pero a pesar de que al conjunto vizcaino le costaba asestar el golpe de gracia a su rival sí que iba decantando el duelo de su lado gracias al buen trabajo defensivo y a la efectividad de sus dos estadounidenses. El 55-44 a 3:28 de la conclusión del tercer cuarto fue el trampolín para el demarraje bilbaino, con cinco puntos seguidos de Reyes que colocaron a los de Mrsic al borde del precipicio, con un 60-44 que igualaba el average particular. El colchón de los de Ponsarnau creció hasta el 64-44 tras el brutal parcial de 14-0 y a los diez minutos del final se llegó con un 66-48 que invitaba a aspirar al premio gordo. 

Pero al conjunto vizcaino le quedaba todavía otro bache por delante. El Breogán salió en el último acto dispuesto a quemar sus naves, presionando con todo la subida de balón de los hombres de negro, y estos se quedaron atascados. Ponsarnau tuvo que parar el juego con menos de dos minutos disputados tras un parcial de 0-7 porque los suyos habían perdido el filo y la energía en cancha. El conjunto vizcaino solo sacó tres puntos de las dos faltas antideportivas recibidas por Reyes y Radicevic y entre Happ y Justus Hollatz permitieron a los de Mrsic bajar su desventaja de los diez puntos (71-63) a 3:29 del final.

Parecía que el objetivo volvía a ser la victoria a secas, que ya era bastante, pero la energía del infatigable Kyser en ambos aros volvió a estirar el chicle hasta el 78-65 a dos minutos del final. Con el 14º triunfo ya asegurado, los de Ponsarnau se enfocaron en poner la guinda al choque. Igualaron el average con un triple de Radicevic (81-65) y Kyser tuvo tiro para superarlo, pero falló. Ponsarnau ordenó hacer falta a doce segundos del final para tener la última posesión, Hollatz solo metió un tiro libre y lo mismo hizo Smith en la siguiente acción, pero Reyes fue objeto de falta en el rebote y tuvo el pulso firme necesario para convertir el 83-66 definitivo desde la línea de castigo, reactivando a los suyos en esa lucha por regresar a Europa a la que le quedan dos citas.