EL Bilbao Basket ha gastado una de las bazas que tenía en su partida por la permanencia y la cuerda que le sujeta a la Liga Endesa es cada vez más fina. Los hombres de negro dejaron todos los deberes para el final, como los estudiantes poco aplicados, y ahora se les han acumulado. Además, el brote de covid que les ha tenido diez días confinados les obliga a repasar todo el temario de nuevo a marchas forzadas y eso no suele ser una buena señal para aprobar el curso en una competición en la que, ni siquiera a estas alturas, hay asignaturas marías.

Se esperaba el partido de ayer miércoles con interés para ver si el Bilbao Basket era capaz de transmitir alguna señal de esperanza, pero quedó claro que lo que no se ha hecho en 31 partidos es casi imposible hacerlo en cinco. Al menos, el equipo de Álex Mumbrú, aunque para evitar que la soga se rompa y se produzca la caída a la LEB Oro tienen que aparecer el carácter y la solidez que no ha mostrado el Bilbao Basket en toda la temporada y que ayer miércoles solo asomaron en el tercer cuarto y en un par de minutos del último. El resto del partido fue otro ejercicio de impotencia, sobre todo en defensa, el aspecto del juego por el que se le han escapado la mayoría de sus opciones de seguir en la Liga Endesa.

El Gran Canaria explotó su superioridad física y volvió a encontrar enormes pasillos hacia el aro bilbaino. En la primera parte, que es cuando el partido quedó visto para sentencia, el conjunto insular anotó 34 de sus 50 puntos bajo el aro bilbaino y eso es algo que resulta muy difícil de soportar y de entender. Cuatro minutos le duró la ventaja al Bilbao Basket, agarrado a los triples de Jenkins, pero pronto empezó a percutir Balcerowski, luego Stevic, con doce puntos seguidos en un segundo cuarto en el que pareció Jokic, y en la segunda parte Costello con su versatilidad. Ni siquiera los locales sembraron la duda de su estado físico porque llegaron al descanso como un grupo entregado y resignado a su suerte.

En vestuarios algo les encendió el orgullo porque decidieron morir matando, con buenos minutos en defensa y agresividad en ataque. Bajar de los diez puntos de diferencia invitaba a pensar en un final apretado, pero de nuevo la defensa volvió a hacer aguas porque las debilidades quedan bien evidentes. El Bilbao Basket es débil en el poste bajo, cede centímetros y kilos lo que apenas le permite colapsar la zona y el sistema de ayudas salta por los aires de forma incomprensible en cuanto el rival es capaz de dar dos o tres pases y sus jugadores se mueven sin balón. Al final, fueron 52 los puntos recibidos dentro de la zona, una sangría. Cuando los hombres de negro se pusieron duros cerca de la canasta, aparecieron los triples del Gran Canaria que no encontraron respuesta en un equipo que volvió a quedarse corto ante un rival que con su victoria de ayer se metió en puestos de play-off.

Pensar que, en sus actuales circunstancias, el Bilbao Basket vaya a ser capaz de ganar los cuatro partidos que le quedan, que es lo que le asegura la permanencia, entra ya en el terreno de lo utópico. Incluso los tres que le podrían servir. La fragilidad mental de la mayoría de los jugadores es alarmante, lo viene siendo toda la temporada, y los ramalazos de furia de Brown o del recién llegado Athinaiou de poco sirven. Todo esto se lo miró desde la esquina del banquillo Leonardo Totè, del que tampoco se puede esperar que haga milagros, sencillamente porque no le da tiempo. El sábado se juega otra mano, ante el salvado Fuenlabrada, y el Bilbao Basket tiene que demostrar que cree en sus posibilidades.

Álex Mumbrú. El técnico del Bilbao Basket se quejó amargamente por la actuación arbitral. "Perdiendo por 20 puntos es difícil decirlo, pero ha sido una de las claves. Mientras estemos en la ACB y estemos luchando me gustaría tener el máximo nivel de profesionalismo. Una acción que para mí ha sido falta clara y nos podía poner a siete puntos se ha convertido en una técnica por flopping que no lo ha habido en ningún momento", lamentó respecto a la acción que supuso una falta técnica para él y otra para Jaylon Brown. "Después de haber hecho un gran esfuerzo en el tercer cuarto para ponernos a nueve puntos y con balón hemos sido castigados demasiado duramente y ahí el equipo se han rendido", admitió Mumbrú, que felicitó a sus jugadores por el esfuerzo realizado después de haber estado diez días confinados. "Lo han dado todo y algunos me han pedido cambio porque estábamos al límite", concluyó.

El equipo bilbaino fue incapaz de nuevo de proteger su zona y recibió 52 puntos de altísimo porcentaje que minaron su confianza