bilbao - No hay peor derrota que la que se produce cuando la victoria se tiene tan cerca como la tuvo ayer el Dominion Bilbao Basket. Pasar del infinito al cero hiere el orgullo, duele en lo más profundo del alma de un deportista porque le sitúa ante la sensación del fracaso, de haber dejado escapar una oportunidad que quizás no vuelva. Pero en el deporte son muchos más los que fracasan que los que triunfan y, en realidad, nunca hay fracaso cuando uno de todo, y más, de lo que tiene. Batallar siempre en inferioridad obliga a que todo salga perfecto para aspirar al triunfo. Durante 26 minutos, el Bilbao Basket lo consiguió, borró del partido al Herbalife Gran Canaria. Sin embargo, en cuanto el aire dejó de llegar a los pulmones y las piernas se quedaron sin energía, la ilusión de meterse en la primera final de Copa saltó por los aires, sin posibilidad siquiera de poder recomponer un escenario en el que ya todo parecía negro.

En esos catorce minutos funestos, casi trágicos, los hombres de negro se vieron empequeñecidos porque empezaron a atisbar que todo el trabajo anterior iba a servir para poco. Mientras tanto, un ejército de jugadores amarillos mantenía alta la intensidad, seguía corriendo y peleando cada rebote y, lo peor, empezó a meter canastas, todas las que el Bilbao Basket había impedido hasta entonces. El apagón de los de Sito Alonso coincidió con los momentos de más lucidez del conjunto insular en el que aparecieron manos dispuestas a cualquier cosa mientras enfrente se encogían.

Ese pasar del todo a la nada, esos 29 puntos entregados en cuarto y medio, son lo que dejaron mala sensación porque está siendo algo demasiado habitual en el desempeño del conjunto bilbaino esta temporada. Otras veces se asumió mejor porque había posibilidad de enmendarlo, pero ayer estaba tan cerca la final que costará tragar ese sapo. El Bilbao Basket firmó en el último cuarto tres canastas de dieciséis intentos (2 de 8 en tiros de dos y 1 de 8 en triples) mientras que el Gran Canaria, que llevaba en los primeros treinta minutos dos triples en diecisiete lanzamientos, anotó seis de once en ese último parcial. El que anotó Eulis Báez a 1.43 del final, tras dos rebotes de ataque seguidos de los insulares y al borde del final de la posesión, fue el que sentenció el choque después de un par de minutos en los que solo se podía sumar desde el tiro libre.

el tiempo no avanzaba Bertans llevaba trece puntos en tres cuartos, había sido clave en el despegue, pero en el último desapareció de la toma de decisiones y solo realizó un tiro. Hannah y Mumbrú sumaron 14 de los 16 puntos del Bilbao Basket en el último cuarto en el que el Gran Canaria terminó de dar la vuelta a la situación con tres triples consecutivos de Aguilar, Pangos y Salin que igualaron el partido a cinco minutos del final. El reloj había corrido demasiado despacio, el cansancio llevó al Bilbao Basket a ralentizar sus ataques, pero los tiros ya no entraban. Sí, en cambio, los del equipo de Aíto García Reneses, que con Oliver encontró el hombre que sujetó los peores momentos, con Savané la manera de cerrar la zona y con Báez el hombre que puso la sentencia.

Los hombres de negro aún se aguantaron a base de raza hasta que quedaban dos minutos y medio. Pero la iniciativa ya era amarilla, la confianza había desaparecido del equipo de Sito Alonso y ese triple de Báez puso la firma bajo el certificado de victoria. El Bilbao Basket acudió a Álex Suárez en busca de un triple rápido, pero el ala-pívot de Mahón falló y el Bilbao Basket se entregó definitivamente en la Copa en la que ha vuelto a hacer soñar a su afición con un comportamiento intachable y un rendimiento, de nuevo, muy por encima de sus posibilidades.

Eliminar al Barcelona y después al Gran Canaria habría sido algo más que una hazaña, habría sido pedir demasiado a un equipo que hasta ahora ha hecho el milagro de los panes y los peces. Diez jugadores anotaron en las filas amarillas, solo siete en el Bilbao Basket, que apenas encontró siete puntos de su banquillo. Está dicho: todo tenía que salir perfecto durante cuarenta minutos para aspirar a la final. El Dominion Bilbao Basket lo consiguió durante 26 minutos, pero no fue suficiente, nunca lo es a estos niveles en los que la victoria se cotiza tan cara. Ahora solo queda lamentar lo que pudo haber sido y seguir trabajando para volver a estar en la misma posición que ayer y, entonces, tener los recursos para que los 19 puntos de ventaja no desaparezcan por falta de oxígeno. No fracasa quien falla, sino quien no lo intenta.