Bilbao - A la hora de arrancar el camino, de nada vale un buen paso si no le siguen otros muchos, pero ello no puede ocultar que la primera huella del nuevo proyecto deportivo del Bilbao Basket en el curso recién inaugurado ha dejado motivos para la esperanza, para la ilusión. La victoria en el duelo del domingo ante el Montakit Fuenlabrada dejó un buen sabor de boca entre la afición tanto en el fondo como en las formas, sobre todo porque la inmensa mayoría desconocía lo que se iba a encontrar en la cancha como consecuencia de los numerosos cambios que ha sufrido la plantilla, arrancando por el inquilino del banquillo y siguiendo por el grupo humano que se viste de corto. En el amanecer de la Liga Endesa se vio a un equipo con las ideas claras en lo referente al baloncesto que quiere desarrollar, serio e intenso en labores de retaguardia y dinámico y multidisciplinar en funciones ofensivas, con sus focos de peligro menos localizados que antaño. Dejaron un buen sabor de boca los hombres de negro y la sensación se acrecenta atendiendo al margen de mejora que intuye en el rendimiento el propio Sito Alonso, que aseguró tras el choque que el conjunto vizcaino se encuentra “al 60-65% de sus posibilidades” como consecuencia del corto periodo de preparación estival y del aún precario estado físico de no menos de cuatro de sus piezas (Ethan Wragge, Raúl López, Latavious Williams y Dejan Todorovic).
La izada de bandera del curso 2014/15 sirvió para que el Bilbao Basket no solo se estrenara con victoria, algo que no acontecía desde la campaña 2010-11, sino para igualar una plusmarca defensiva particular en sus temporadas regulares en la máxima categoría del baloncesto estatal. Los 54 puntos encajados ante el conjunto de Luis Casimiro calcan su récord en este aspecto del juego, que databa del 1 de octubre de 2006, cuando se impuso en Donostia al entonces denominado Bruesa GBC por 54-59 (en el tercer partido de las semifinales por el título del curso 2010-11 consiguió dejar en unos raquíticos 51 puntos a todo un Real Madrid). Cuando hubo frescura en la cancha se vio a un Bilbao Basket muy intenso en defensa, apretando mucho las líneas de pase para poder salir a la carrera hacia la canasta rival, aspecto que debería acrecentarse con la mejora del tono físico de la plantilla, cuando los jugadores puedan acumular relevos más largos y sostenidos en cancha.
En ataque también se apreciaron pinceladas de un juego más global, menos previsible que en cursos anteriores y con circulaciones de balón más rápidas para buscar las lagunas defensivas del contrincante. Alonso incidió en que todavía queda mucho por mejorar en este aspecto, sobre todo en lo referente a las conexiones con los jugadores que vayan a ocupar posiciones interiores, a su habilitación en posiciones ventajosas para atacar el aro, pero como detalle a analizar y punto de partida destacó que en el primer acto ante el Fuenlabrada, en esos diez minutos iniciales en los que el conjunto vizcaino se despegó de su rival, anotaron siete de los nueve jugadores que pisaron la cancha, siendo dos puntales como Álex Mumbrú y Raúl López los que se quedaron a cero.
Estos esbozos del nuevo Bilbao Basket, estos brotes verdes de ilusión deportiva, deberán ser confirmados en los próximos compromisos por parte del equipo de Sito Alonso, quien en la parcela personal también tiene motivos para la satisfacción, pues se convirtió en el primer técnico que se estrena con victoria en la Liga Endesa como inquilino del banquillo vizcaino, algo que Txus Vidorreta, Fotis Katsikaris y Rafa Pueyo no pudieron conseguir.