Ganar sí o sí. Es la única consigna que retumba en las entrañas del vestuario del Athletic, decidido a romper con la inercia perdedora que le ha llevado a encadenar tres derrotas consecutivas, dos en partidos de liga y otra en la Champions League, y que ha generado una evidente inquietud en el entorno athleticzale, que hasta hace cuatro días se las prometía muy felices con la opuesta racha de tres victorias seguidas en tantas jornadas ligueras, las primeras del curso. Se ha pasado de un optimismo comprensible a un bajón también entendible a causa de esta cadena de resultados adversos que se gestó con el inesperado varapalo en San Mamés frente al Deportivo Alavés, en un derbi pésimo de los de Ernesto Valverde, que continuó con el revés frente al Arsenal, pese a la buena imagen de los leones, y que se acentuó el pasado sábado con el bofetón propinado en Mestalla por un Valencia que sacó el mayor rédito posible a la expulsión de Dani Vivian con media hora de juego por delante. Una trayectoria negativa que quiere remendar el colectivo rojiblanco con la visita a San Mamés de un Girona que presenta un evidente deterioro fruto de una crisis deportiva que le lleva a ocupar la última plaza de la liga con un solo punto en su haber y con Míchel, su técnico, ya cuestionado después de que le hayan entronizado en Montilivi con la gesta que lideró hace dos campañas al meter a su equipo en Champions e incluso llegar a pelear por el subcampeonato de liga en una lucha directa con el mismísimo Barça.

Este Girona a día de hoy ha pisado tierra firme y se ha olvidado de los faustos de su pasado reciente, como así lo retrata su actual momento. El conjunto catalán ha perdido cuatro de sus cinco partidos, solo ha empatado uno, es el segundo menos goleador, solo por delante del Oviedo, y es el más goleado, con 15 goles encajados, tres por partido. Vamos, que si se echa mano de estas cifras el Girona asoma como una bicoca, pero en la élite los números llegan a confundir al personal. El Athletic tampoco vive días de vino y rosas como para tirar cohetes, está obligado a mirarse al ombligo después de sus recientes fiascos y por ello requiere de un reseteo de cara a un compromiso que ofrece su trampa, como se ha dado en muchos casos similares en el pasado. Por ello, Valverde pide a los suyos sacar su mejor versión, sobre todo en lo que concierne al asunto de la pegada, que es el maná en el fútbol, si quiere reencontrarse con el triunfo y sumar tres puntos que le permitan, al margen de su valor anímico, recuperar posiciones y volver a tocar la zona noble de la tabla.

Se conoce que Valverde no da pista alguna en las previas sobre el once que pondrá en liza, pero ayer dejó caer que Aymeric Laporte, que redebutó el sábado con los leones siete años después de su salida del Athletic, será de la partida en sustitución de Vivian, que debe cumplir un partido de sanción por su expulsión en Valencia y que adelantó el ingreso del de Agen en el verde de Mestalla. El flamante refuerzo de este curso aún está al cien por cien en el matiz físico y de ritmo competitivo, pero, como expresó el Txingurri, estos conceptos se ganan a base de partidos. Un Valverde del que se intuye rotará, ya que jugadores como el caso de Mikel Jauregizar pide un descanso a gritos, sensación que también podría extenderse a Iñaki Williams, sin descartar el regreso de Maroan o de Guruzeta, por lo que se recuperaría la figura del nueve.

La cifra

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Los minutos que suma el Athletic sin ver puerta, es decir tres partidos consecutivos. El último tanto de los rojiblancos hasta la fecha lo anotó Aitor Paredes, que curiosamente hoy podría jugar su partido cien como león, al firmar el definitivo 1-2 en el Benito Villamarín ante el Betis en la que es la última victoria de los de Ernesto Valverde, que reconoce que a su equipo le está faltando contundencia a la hora de definir. Un mal que confía en espantar ante el actual colista de liga.