El Athletic se pone hoy en marcha, comienza en Lezama el proceso de puesta a punto de cara a una temporada que, en la línea de la anterior, se presenta como un gran reto. Inscrito en la Champions, el equipo de Ernesto Valverde tratará de prolongar la inercia positiva de juego y resultados a sabiendas de que le toca asumir un grado de dificultad superior. No únicamente por la exigencia que conlleva participar en el torneo estrella continental, sino porque en la élite nada existe más complicado que mantener el nivel año tras año.

El reconocimiento médico y las sesiones sobre el verde ocuparán a la plantilla dividida en dos grupos en la jornada inaugural y la de mañana. Para el viernes está previsto un entrenamiento común para todos los jugadores citados, todo ello a puerta cerrada, sin acceso para el público. Asimismo, pese a que nada se ha anunciado, se esperan las comparecencias antes los medios del entrenador y del capitán, Iñaki Williams, que se estrena en esta clase de funciones. También llegará la presentación de Robert Navarro, el único fichaje por el momento.

En cuanto a la composición del plantel, aún hay varios cabos sueltos. Posibles entradas y salidas, si bien estas últimas se irán conociendo más adelante, con el inicio de la competición más próximo. Está pendiente asimismo el relevo en la portería: Julen Agirrezabala sale en calidad de cedido al Valencia y su lugar será ocupado por Alex Padilla, repescado del Pumas a cambio de 300.000 euros. Un recambio de garantías para, junto a Unai Simón, cubrir una demarcación clave, de lo que ha quedado constancia en cursos recientes.

Pero el principal cabo está amarrado desde que la semana anterior Ibaigane anunciase oficialmente la continuidad de Nico Williams. Asunto particularmente delicado y transcendental que deja en un segundo plano el resto de las cuestiones individuales. El valor de la renovación del extremo se antoja crucial en el ámbito de las expectativas deportivas, tanto internas como las que alberga una afición que se está acostumbrando a disfrutar y quiere seguir haciéndolo.

La visión del futuro inmediato se hubiese visto muy condicionada con su salida al Barcelona, obviamente en clave negativa. Con el pequeño de los hermanos en nómina, el Athletic tiene derecho a soñar, a creer en que es posible competir con opciones de éxito en los diversos frentes. La estabilidad que le otorga su nuevo vínculo con la entidad debería servir para que Nico Williams crezca, sea más determinante y eleve sus registros y su peso en el juego del conjunto. En definitiva, para que mejore las prestaciones que ofreció durante la campaña precedente.

Un objetivo que sería extensivo a otros compañeros, en especial a Oihan Sancet, probablemente la pieza más desequilibrante de todas que, a causa de las lesiones, estuvo ausente en demasiados encuentros. Idéntico propósito cabría aplicar a Guruzeta o al mismo Iñaki Williams. Ellos son los teóricos titulares en ataque que baraja Valverde, sin olvidar a Berenguer, quien partiendo de suplente se erigió en indispensable a base de goles, polivalencia y una disponibilidad modélica.

El Athletic necesitará afinar la puntería para dar sentido a su agresivo estilo de juego. Siempre se resalta su mentalidad ofensiva, la ambición que encierra su propuesta, ese ir constantemente hacia arriba y por la vía rápida, pero fue precisamente la búsqueda del gol la faceta en que más se resintió su comportamiento. Sin tratarse de un retroceso exagerado, lo cierto fue que la densidad del calendario pasó su factura en la creación y en la precisión en los últimos metros.

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Una merma que resultó llevadera gracias a la solidez de la estructura diseñada por Valverde. El balance defensivo sobresalió con nitidez entre las prestaciones del colectivo. La aplicación de los futbolistas en la presión y en las ayudas sin balón permitió que el Athletic fuese regular a lo largo de muchísimos meses. Cinco en concreto fueron los que estuvo instalado en la cuarta plaza de la tabla liguera. Período en que recibió dieciséis goles en 24 jornadas. En total, fueron 29 los concedidos en el global del campeonato, marca que ningún adversario mejoró, ni el trío que le antecedió en el cuadro de honor.

Volver a figurar en el reparto de las posiciones europeas, porfiar en la Copa y competir con dignidad en Champions, componen el menú de las aspiraciones rojiblancas. Lo que implica una ración de compromisos desmesurada. Ahora hace un año, se dudaba sobre la capacidad del Athletic para compaginar semejante trajín y sería lógico reabrir esa incógnita, pero no es menos cierto que la experiencia recién vivida le otorga crédito. Dejó constancia de su potencial y de un inconformismo que invitan al optimismo.