La victoria sobre el colista da pie a recrearse en múltiples aspectos y no solo referidos al marcador, de por sí extraordinario. Siete goles activan de inmediato a los amantes de la estadística en su tarea de búsqueda de precedentes. En la larga historia escrita por el Athletic hay episodios similares e incluso más contundentes, si bien la mayoría se localizan en el siglo anterior. Así, en el caso que nos ocupa hay que remontarse a la campaña 1993-94, cuando visitó San Mamés un Sporting de Gijón que acabó descendido no sin antes recibir idéntica ración que el deprimente Valladolid del fin de semana.
Entonces, el foco se centró en Julen Guerrero, autor de cuatro remates dirigidos a la red. En esta oportunidad, la autoría de la paliza estuvo más repartida, lo cual permite resaltar casi cada acierto por su significación en el plano individual. Se antoja obligado comenzar el repaso con el estreno goleador del recién aterrizado Maroan Sannadi. No cuajó una gran actuación, se le vio precipitado, ansioso, como corresponde a un novato, pero ya ha puesto la primera muesca en su breve hoja de servicios. Un paso más en su adaptación.
Superior trascendencia se ha de adjudicar al doblete de Nico Williams, cuya celebración tras culminar con temple una vistosa penetración en el área se interpretó como una reivindicación muy personal. Luego explicó que es muy consciente de que el año le está resultando menos amable de lo que le gustaría y arde en deseos de recuperar una versión a tono con su incipiente fama. Nunca antes había firmado un doblete en liga y este se antoja oportuno, pensando en que por delante se perfila la fase decisiva del calendario.
Que Guruzeta interrumpa una sequía que duraba dos meses no es menos interesante; al fin y al cabo, se trata del ariete titular y le estaba costando emularse, pues defiende el título de máximo goleador del curso anterior. Lo de Sancet adquiere una relevancia superior: lleva cuatro partidos consecutivos engordando sus cifras, las mejores desde que se instaló en la plantilla.
Para concluir con el apartado de méritos particulares, cómo obviar que De Marcos jugó su partido oficial 561, que le otorga el privilegio de ser el segundo hombre, tras José Ángel Iribar, en el ránking de participaciones. Tema que conviene aparcar hasta la finalización del curso, cuando el capitán fije dónde detiene su contador.
Desde una óptica colectiva, la goleada, que coincidió con la vigésimo quinta jornada liguera, sirve para establecer el mejor registro en el capítulo de derrotas desde que el campeonato consta de al menos 25 citas, que fue en 1942: solo tres. Únicamente en 1930, año en que el Athletic se proclamó campeón, mejoró dicho logro, pues acumuló hasta 18 partidos sin pinchar.
Es posible que la lejanía de las hazañas mencionadas desvirtúe un tanto la perspectiva de lo que estos datos desvelan, pero en absoluto impiden calibrar la trayectoria vigente. Parece mentira que el Athletic luzca una tarjeta tan brillante: que solo haya tres encuentros sin puntos a estas alturas certifica su poderío en el torneo principal.
Es una hazaña que no entraba en ningún cálculo, menos aún si se repara en que perdió en la segunda fecha, 2-1 en el feudo del Barcelona, y en la cuarta, 0-1 en casa ante el Atlético de Madrid, además encajando en el tiempo añadido. Como para realizar entonces una proyección aproximada siquiera a lo que hoy es una realidad tangible. El tercer y último revés, tuvo lugar en la novena jornada, a primeros de octubre en Montilivi, el día en que se desperdiciaron tres penaltis.
A partir de ahí, el Athletic se ha empeñado en no hincar la rodilla y encadena dieciséis jornadas alternando victorias y empates. En concreto, nueve y siete. Este prodigio de regularidad supone que dispone en su casillero con un punto más, 48, que los que tenía a estas alturas en la temporada 2013-14. Fue la última vez que se clasificó para la Champions gracias a la cuarta posición que ostentó desde la decimoquinta jornada, de la que nadie pudo apearle hasta el cierre de la competición.
Fue en el primer año del segundo ciclo de Ernesto Valverde en el Athletic, el siguiente a la despedida de Marcelo Bielsa. Puede dar fe de ello De Marcos, quien intervino en 39 oportunidades, solo 21 como titular, y anduvo saltando de un puesto a otro sin parar: lateral en ambos lados, pero siempre a la sombra de Iraola y Balenziaga, medio centro, interior, extremo derecha, incluso hizo de falso delantero.
Volviendo a la presente serie de partidos sin perder, resalta que cuatro de los siete empates fuesen ante conjuntos de la parte baja de la tabla: Valladolid, Alavés, Leganés y Espanyol. Por el contrario, batió a Real Sociedad, Rayo, Madrid y Villarreal, todos instalados en la parte alta, así como a Osasuna, Celta y Girona, que pugnan por meterse en la adjudicación de las plazas europeas.