Las eliminatorias de Copa entre equipos de distintas categorías, más aún cuando el salto es tan considerable como el que existe entre el Athletic y la UD Logroñés, con los riojanos compitiendo tres peldaños por debajo de los bilbainos, en Segunda RFEF, acostumbran a dibujar dos escenarios muy distintos. Por un lado se suceden las goleadas de los equipos de Primera, para lo que hay ejemplos de sobra en los últimos años, pero en idéntico número se contabilizan aquellos encuentros en los que los clubes de mayor categoría sufren lo indecible para clasificarse. Y, cómo no, también hay petardazos sonados. Los leones estuvieron a punto de firmar uno de ellos, pero parece que le tienen tomada la medida a las tandas de penaltis y ya esperan rival en los octavos de final del torneo del K.O., del que defienden el trono. Larga vida al rey.
El curso pasado el Athletic arrancó su exitosa andadura copera con un ajustado triunfo frente al Rubí, un equipo de la regional catalana que, sin saberlo, iba a ser el primero de los siete rivales a los que superaron los rojiblancos en su camino hacia el título, hacia la tan ansiada vigésimo quinta Copa. Nada tiene que ver el humilde equipo catalán con la UD Logroñés, uno de los dos clubes de la capital riojana que pugnan por reverdecer los viejos laureles de aquel histórico CD Logroñés, ahogado en deudas y desaparecido hace década y media. Aunque las complicaciones para superar esta primera ronda fueron aún mayores, hasta el punto de tener que llegar a la lotería de los penaltis. Dicen que cuando algo se logra con sufrimiento se disfruta más, y con este Athletic, que defiende su trono, habrá que pensar que también es así.
Como viene sucediendo en sus comparecencias previas a este tipo de eliminatorias, a Ernesto Valverde se el cuestionó por la dificultad que entrañan y, con esa sinceridad de la que hace gala en ocasiones, soltó lo siguiente: “Tengo pánico a estos partidos”. No es para menos, pues en su cabeza aún guarda recuerdos de la pesadilla que le tocó vivir hace poco más de 21 años frente a la Gimnástica de Torrelavega. En tierras cántabras, en El Malecón, vivió un estreno copero de película, cayendo ante un rival de Segunda B.
Anoche, sorprendió la apuesta en escena del equipo. No tanto por cómo fue su entrada al partido, que fue positiva, la esperada incluso, con un puñado de llegadas peligrosas por las bandas y algunos remates con cierto peligro, sino por la alineación que dispuso el técnico. Si en la previa advirtió de su pánico a este tipo de encuentros, el once que presentó no pareció ir acorde con ello, toda vez que realizó hasta nueve cambios con respecto al choque ante Osasuna con el que se cerró el 2024. Un equipo en el que figuraron futbolistas sin apenas rodaje, especialmente en los últimos choques, como Nuñez, Djaló, Herrera, Vesga o Nico Serrano.
Demasiadas caras nuevas juntas. Y la cosa no funcionó, hasta el punto de que a la hora de juego tuvo que tirar de aquellos futbolistas diferenciales. Pero ni con esas. Ni con los hermanos Williams sobre el campo y la entrada de Jauregizar el equipo mejoró su imagen. Dominó la posesión, pero de manera estéril, sin profundidad. De hecho, acabó la segunda mitad sin tirar entre los tres palos.
El Logroñés, que no inquietó a Agirrezabala, se relamía ante la posibilidad de llegar a los penaltis. Apenas sufrió en una acción de Nico Williams en la prórroga y creyó en otro milagro como el firmado ante el Girona. Pero a este Athletic no hay quién le tosa. Ni jugando mal pierde y, además, la suerte le volvió a sonreír en los penaltis, ahí donde Julen se hizo grande y Berenguer no falló. Que pase el siguiente camino a la final del 26 de abril.
La cifra: 26
El Athletic sigue intratable en las eliminatorias de Copa a partido único y anoche, aunque con muchísimo sufrimiento y desde la tanda de penaltis, amplió aún más su excelente racha. Ya van 26 rondas de este estilo superadas, todas las disputadas desde que en 2003 cayera a manos de la Gimnástica de Torrelevega.