El frío de Razgrad, que se cuela en los huesos y hiela hasta al más caluroso de los mortales, estuvo a punto de dejar helados al medio millar de aficionados del Athletic que arroparon al equipo en las gradas del Ludogorets Arena. También a los futbolistas rojiblancos, que parecieron arrancar con las pulsaciones bajas, sin su intensidad y ritmo habituales, y a Ernesto Valverde. El partido iba camino de convertirse en uno de esos fiascos europeos que se recuerdan en el tiempo, como aquella primera visita a Bulgaria de hace más de medio siglo, en la que los leones cayeron goleados por 3-0 frente al Beroe; o más recientemente los petardazos ante el Bate Borisov o el Sassuolo. En esas dos últimas citas Txingurri dirigía al Athletic y quizá por ello, con el paso de los minutos, por su cabeza también se iban reproduciendo pasajes de aquellos choques, como si de una pesadilla se tratara. Hasta que todo cambió en solo 81 segundos, los que transcurrieron entre el minuto 73:17, cuando Iñaki Williams logró el empate, y el 74:38, instante en el que Nico Serrano se estrenó como goleador en Europa.
El Athletic entró en erupción sin previo aviso para dinamitar el partido, devolver el calor a todo el personal rojiblanco, que iba camino de la hipotermia, y hacerse con un triunfo vital que le deja virtualmente clasificado para la siguiente ronda. Ahora, quedará por ver si, con cuatro encuentros por disputarse, el cuadro bilbaino está en condiciones de acabar la liguilla entre los ocho primeros clasificados, lo que le llevaría a alcanzar los octavos de final y librarse así de una eliminatoria a doble partido que sumar a su ya de por sí cargadísimo calendario de encuentros.
La gris primera parte, de dominio infructuoso de balón frente a un Ludogorets que aguardó al Athletic cerca de su área, dio paso a una notable mejoría a la vuelta de vestuarios. Los locales llegaron ganando al descanso gracias a su primer gol en la liguilla de la Europa League y el partido exigía una revolución. Esta se hizo esperar unos minutos. Ernesto Valverde aguardó un tiempo prudencial, no pareció querer empezar a agotar los cambios, en lo que se entendió como una segunda oportunidad para los titulares. Pero poco antes de la hora de juego no le quedó más remedio que mover ficha. Metió tres cambios del tirón y la cosa comenzó a funcionar.
Mención especial merece Nico Serrano, el hombre del partido, quien con su energía y dinamismo cambió el devenir del encuentro; y qué decir de Óscar de Marcos, otro que salió desde el banquillo para darle otro aire a la banda derecha. El primero anotó el tanto que le dio los tres puntos al Athletic; el segundo, el capitán, asistió a Iñaki Williams para que este se desquitará de su mal fario ante el Betis y de una clarísima ocasión de gol marrada en la primera mitad para poner el empate en el marcador. Para ello, se inventó un gran control orientado dentro del área y definió con potencia ante el meta rival.
El triunfo ante un Ludogorets combativo, que vendió cara su derrota, consciente de que no sumar los tres puntos significaría decir prácticamente adiós a sus aspiraciones por alcanzar la siguiente ronda, supuso la primera remontada del Athletic en la presente temporada. “Supone mucho”, se limitó a decir Valverde en sala de prensa. Pareció escueto en su mensaje, pero no ocultó su alegría por haberse quitado lo que parecía una pequeña espinita.
Sin realizar un gran partido, dejando incluso algunas dudas, fruto del propio cansancio y de un terreno de juego duro, muy botón, el Athletic consiguió una importantísima victoria que le acerca al objetivo de acabar la liguilla de la Europa League entre los ocho mejores.
La cifra
10
Álvaro Djaló, que fue titular ayer por segundo partido consecutivo en la delantera del Athletic, disputó su décimo encuentro en la Europa League, competición que ya disputó en dos campañas distintas con el Braga. Con el club portugués jugó siete encuentros, anotando dos goles, y como león suma otros tres.