El Slavia llegó a San Mamés sin excesivo nombre, más allá de su conocida rivalidad con el Sparta, con quien disputa uno de los derbis, dicen, más atractivos del panorama centroeuropeo; pero con un importante bagaje de excelentes resultados, toda vez que solo había perdido un encuentro en la presente campaña, frente al Lille en la previa de la Champions, y en los 37 partidos disputados en todo 2024 firmaba una tarjeta de únicamente cinco derrotas. Claro que Ernesto Valverde, que se cruzó con el conjunto checo en 2019, en su etapa en el Barcelona, ya avisó de la valentía en el juego de un Slavia que dejó a muchos, si no todos, con la boca abierta. Un equipo trabajadísimo tácticamente, que propone cosas totalmente distintas a las que se suelen ver en el fútbol actual y que al Athletic le costó un mundo contrarrestar.
Resulta difícil dar con un partido en esta tercera etapa de Txingurri en la que un rival haya sometido tanto y durante tanto tiempo a los leones, más aún en San Mamés, pero en una de esas grandes noches europeas, en las que la afición no calló ni un solo segundo, entendiendo que el equipo necesitaba de cualquier ayuda externa, el Athletic se hizo con tres importantísimos puntos. Nadie dijo que fuera fácil, aunque muchos, entre los que se incluye quien suscribe estas líneas, imaginaban la cita de anoche como poco más que un trámite. Nada más lejos de la realidad, el Slavia demostró tener argumentos para complicarle la vida a más de un rival en esta novedosa Europa League. Les penalizó su menor calidad táctica, pero a correr, y eso que el Athletic corre, habrá pocos equipos que les ganen.
Valverde preveía un choque de mucha ida y vuelta, como así admitió en sala de prensa, lo que en condiciones normales termina siendo una lotería en la que acostumbra a ganar quien más acierto tiene, que viene a ser quien cuenta con jugadores más desequilibrantes en los metros finales. Y ahí, no cabe duda, el conjunto rojiblanco es superior a muchos de sus rivales continentales. Tener en nómina a futbolistas de la talla de Nico Williams está al alcance de muy poquitos equipos en el mundo y el menor de los Williams, sin realizar un partido brillante, ni mucho menos, acudió al rescate de su equipo tras dejar un genial gesto técnico en un control orientado y superar al portero del Slavia con algo de fortuna. Los buenos futbolistas deben asomar en citas así y Nico lo hizo.
La acción del tanto fue uno de los contados acercamientos con peligro del Athletic al área rival. Eso sí, el VAR le birló un penalti por una falta cuando menos dudosa de Guruzeta en una disputa previa al pisotón a Iñaki Williams. La jugada pareció enfurecer al conjunto rojiblanco, que encontró sus mejores momentos pasada la media hora de juego. Tras el descanso, aunque la intensidad del partido bajó ligeramente, algo lógico, pues completar un partido al ritmo que puso el Slavia sobre el verde en esa primera media hora no está al alcance de nadie, el Athletic siguió sin encontrar sus señas y se limitó a intentar correr más que su rival.
Sin fútbol, qué mejor que defenderse con uñas y dientes, cual gato panza arriba. El Athletic se puso el mono de trabajo, tiró de veteranía en muchos instantes para parar el partido con faltas tácticas y cuando las cosas se le complicaron asomó la figura de Julen Agirrezabala, que cuajó su mejor actuación del curso. El portero necesitaba un partido como la de anoche para ganar en confianza tras una campaña gris. Bien posicionado siempre, aportó mucha seguridad y se lució en un par de acciones para dejar su portería a cero por segunda vez en Europa. Sostuvo al equipo frente a un combativo Slavia. Nadie dijo que fuera fácil, pero el Athletic tiene ya pie y medio en la siguiente ronda gracias a los siete puntos que suma.
La cifra
0
El Athletic no forzó ni un solo córner en el encuentro de la tercera jornada de la Europa League que disputó ayer frente al Slavia de Praga en San Mamés. El conjunto checo, por su parte, dispuso de hasta ocho lanzamientos de esquina para poner en aprietos a Agirrezabala, seis de ellos en la primera mitad.