Jugar en Europa es otra cosa. El mero hecho de respirar ese ambiente que rodea a los encuentros continentales resulta una experiencia que merece la pena vivir aunque solo sea una vez en la vida. Salir de la zona de confort que supone el día a día de liga, encontrarse con un fútbol distinto, estadios y ciudad nuevas por conocer... El envoltorio que rodea a cualquier competición continental ofrece alicientes suficientes como para que la motivación sea un trabajo menor.

En citas como las de anoche en el Olímpico cabe poner el foco en otras cuestiones, con mención especial al juego y a todo lo que ello rodea, como el trabajo táctico. Y ahí, Ivan Juric le hizo estrujarse el cerebro de lo lindo a Ernesto Valverde, al que le puso un difícil reto que el técnico, con su habitual pericia, corrigió en una segunda mitad en la que el Athletic entendió cómo frenar a su rival.

La Roma le dio la bienvenida al conjunto rojiblanco al Viejo Continente con una exigencia enorme, gracias a un estilo de juego atrevido y poco habitual en el fútbol actual, pero el Athletic volvió a demostrar que tiene una enorme capacidad para sobrevivir en los partidos por feo y poco vistoso que esté siendo su juego.

Nunca se da por vencido, siempre parece tener algún recurso más en la recámara. En ocasiones, su elevado acierto ante la portería rival, tal y como sucedió el domingo frente al Celta, le lleva a rescatar algo positivo; anoche fue una jugada a balón parado en la que Unai Nuñez metió el balón al área pequeña de cabeza para que Aitor Paredes marcara, también con la testa, y el conjunto rojiblanco sumara un valioso punto en su debut.

Porque el empate logrado frente al conjunto romano es muy bueno. Más aún por cómo se desarrolló un partido en el que el Athletic arrancó enérgico, haciendo daño a la zaga rival con la velocidad de Iñaki Williams a la espalda de Mario Hermoso. Incluso el atacante pudo adelantar a su equipo tras un genial control dentro del área al que no acompañó el remate. Y de pronto, todo cambio. Fue acabar la huelga de animación de los ultras locales, los únicos quince minutos en los que estuvieron callados en todo el choque, a lo que siguió una mala acción defensiva de Dani Vivian ante Dovbyk, y variar por completo el desarrolló del partido.

Ernesto Valverde da instrucciones desde la zona técnica del Olímpico. ATHLETIC CLUB

Juric le ganó la mano a Valverde en esa primera mitad en la que un nuevo desajuste defensivo y una rápida transición de la Roma adelantó al conjunto italiano. Claro que quedaba aún mucho por delante y la pertinente charla del descanso en la que el técnico de Viandar de la Vera ajustó diversas cuestiones, pidió más fútbol a su equipo y este respondió a las exigencias del entrenador.

A base de pausa, calma en el juego y una mayor precisión en los pases el Athletic fue creciendo en el choque y metiendo a la Roma en su campo. Justo lo que sucedió en la primera mitad, pero a la inversa, como si el césped estuviera inclinado hacia una misma portería.

Órdago a Juric

Valverde le echó un órdago a su homólogo en el banquillo rival. Tenía todo perdido y una oportunidad de resarcirse. Acertó con los cambios, que le dieron otro aire a un equipo apagado, que jugó atenazado durante muchos minutos. Nico Williams, un futbolista diferente, una joya para este Athletic, y Alex Berenguer aportaron energía y vitalidad, también mucho atrevimiento. Ander Herrera aportó pausa desde su veteranía.

El resto lo hizo el equipo, que volvió a demostrar su capacidad para no darse rendirse. Sacó la cabeza del agujero y rescató un punto muy importante en su regreso continental. Una pena que algunos se empeñaran en emborronar el regreso europeo del Athletic. En todos los lados cuecen habas.

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2.387 son los días que ha necesitado el Athletic para volver a jugar en Europa. El conjunto rojiblanco disputó su último partido el 15 de marzo de 2018, cita que se saldó con derrota y eliminación en los octavos de final de la Europa League, y ayer, en Roma, volvió a encontrarse con la misma competición sumando un punto.

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