El tostón que se vivió en la primera parte del encuentro entre el Athletic y el Atlético de Madrid solo se animó cuando en el descanso la UEFA dio a conocer, por fin, más de 24 horas después de que se realizara el sorteo, el calendario de la Europa League, competición en la que el conjunto rojiblanco volverá a estar presente tras siete larguísimas campañas de ausencia.
Conocer que el primer destino será Roma, una ciudad muy apetecible, con un sinfín de encantos y que es, de largo, el desplazamiento más cómodo de los cuatro que aguardan a la tropa de Ernesto Valverde, choque que se disputará además en un estadio que invita a una visita masiva de aficionados rojiblancos, pareció animar al personal. La grada encaró la segunda mitad con otro ánimo, más enérgica tras una primera mitad en la que el Atlético volvió a las andadas, a ser aquel equipo rocoso que de la mano de Diego Pablo Simeone parecía intratable. Hasta el equipo se animó con un gol de Nico Williams que sería anulado por fuera de juego. Pero esa ilusión con la que se volvió de vestuarios se esfumó en el tiempo de añadido de un partido en el que un punto no parecía malo del todo. Pero el Athletic volvió a dispararse en el pie. Iñigo Lekue cometió un error impropio de un futbolista de su veteranía y el conjunto colchonero no perdonó. Ángel Correa superó en el mano a mano a un Julen Agirrezabala al que le invadieron las dudas, sorprendido por el grosero error de su compañero en el centro del campo, se quedó entre dos aguas, y los tres puntos volaron camino del Metropolitano.
Ya saben lo que dice el refrán: más vale pájaro en mano que ciento volando. Trasladado al choque de ayer frente al Atlético, llegados a ciertas alturas del partido, mejor conformarse con un punto que dejarlo escapar. Que fue exactamente lo que hizo el Athletic. Tras sacar un córner a favor, Nico Williams cogió el rechace, recorrió un puñado de metros hacia atrás y encontró a Lekue en el centro del campo. Lo que siguió a continuación ya lo conocen: error del lateral, gol de los colchoneros e incredulidad en la grada, donde muchos aficionados comenzaron a desfilar camino a sus casas, o al bar para ahogar las penas.
Dicen que nada es eterno y la excelente racha del Athletic sin perder en su campo también debía llegar a su fin en algún momento. El día fue ayer, de una manera cruel y sin apenas tiempo para buscar una reacción que terminó siendo un imposible. Doce largos meses de caer derrotado en San Mamés por última vez, el 12 de agosto de 2023 en la visita liguera del Real Madrid, la cita que dio el pistoletazo de salida a la liga 2023-24, los leones se quedaron de vació por primera vez.
Una derrota que desluce el inicio liguero del Athletic, que llega al primer parón del curso por los compromisos de las distintas selecciones con un bagaje de cuatro puntos sobre doce posibles, tres menos que la pasada campaña. No son números que lleven a preocuparse, más aún porque las sensaciones de estos dos últimos partidos han sido mucho mejores que en los dos primeros, y tampoco puede pasarse por alto que el conjunto rojiblanco se ha visto ya las caras con dos auténticos cocos como son el Barcelona y el Atlético de Madrid.
Ahora llega un parón que puede servir de minipretemporada y permitir a aquellos futbolistas que no están en su mejor tono físico acercarse a la versión que se espera de ellos, con mención especial para aquellos a los que las lesiones les han impedido trabajar con normalidad. Al menos, en los dos últimos partidos los cambios han aportado otro aire, lo que supone tener enchufados a un puñado de jugadores. Paciencia, que esto es muy largo.