Las cuentas eran sencillas para que Unai Simón consiguiera su primer trofeo Zamora: bastaba con que no encajara ningún gol para no tener que esperar a otros partidos. El objetivo se volvió más sencillo después de que Alex Remiro encajara dos goles en el encuentro que enfrentó a la Real Sociedad frente al Atlético de Madrid. Así las cosas y para no tener que esperar a lo que suceda esta noche en el partido entre el Sevilla y el Barcelona, donde competirá Marc-André Ter Stegen, el principal competidor de Simón, Ernesto Valverde no tuvo ninguna duda. Alineó al guardameta de Murgia para que este defendiera su primer puesto en la clasificación de los porteros menos goleados. Y cumplió, aunque sus compañeros no se lo pusieron nada sencillo, pues la primera parte del Athletic frente al Rayo Vallecano dejó bastante que desear. Faltó intensidad, se cometieron bastantes errores en defensa y en la salida del balón, lo que permitió que los madrileños merodearan mucho su área, pero como quiera que a la tropa de Iñigo Pérez le faltó puntería, Simón no encajó gol y se marchó sustituido en el minuto 62 con el Zamora en el zurrón y recibiendo una sonora ovación del estadio vallecano.

El portero rojiblanco dejó su portería a cero por décimo octava vez en liga, es decir, en la mitad de los encuentros que ha disputado. Unos registros al alcance de unos pocos elegidos, pero Simón, que el viernes renovó su contrato con el club hasta 2029, está empeñado en sentarse en la mesa de los mejores guardametas del mundo. No parece estar muy lejos de ellos, tal y como ha demostrado en el que ha sido su mejor curso en la élite, el de su consagración definitiva.

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El heredero de José Ángel Iribar, que son palabras mayores, cogió el testigo de la mayor leyenda rojiblanca 54 larguísimos años después, los que han pasado desde que el guipuzcoano ganara el que es su único trofeo Zamora. Lo logró en la temporada 1969-70. Antes lo habían conseguido Goyo Blasco (en tres ocasiones: 1929-30, 1933-34 y 1935-36); José María Echevarría (1940-41) y Raimundo Pérez Lezama (1946-47). El de Simón es el séptimo en la historia de un club que si de algo puede presumir es de haber tenido porteros de enorme calidad.

Eso sí, este último logrado por el guardameta de Murgia ha sido trabajado. De hecho, el propio Simón temió recibir algún gol. “Estaba nervioso por ver cómo el grupo entraba en el partido. No dependía solo de mí, era algo colectivo. En los 15 primeros minutos hemos estado con dudas, perdiendo balones y en ese momento me temía lo peor. Ha sido un milagro no encajar”, admitió al término del partido.

“Para el Athletic, después de 54 años sin conseguirlo, creo que es algo muy importante, más aún sabiendo la dificultad que tiene en una liga en la que hay porteros de talla mundial. Más que a individual significa mucho para el Athletic. Es la guinda del pastel”, agregó.

También se mostró contento su entrenador, Ernesto Valverde. "Queríamos conseguir el trofeo para Simón y para el Athletic. Teníamos esa opción y la hemos explotado hasta el final. Para el Athletic es importante conseguir estas victorias por lo que se transmite a la afición. Si había 500 o 1.000 niños que querían ser como Simón, que hoy haya 2.000 es importante. Le dábamos importancia no solo por Unai, sino por lo que esa posición de portero significa para el Athletic”, explicó el técnico rojiblanco.

Un Valverde que ha guiado al conjunto rojiblanco a ganar la Copa 40 años después y que paseará su escudo el próximo curso por Europa. Un técnico al que ha conducido una temporada histórica a la que se le bajó la persiana este sábado en Vallecas, en el adiós de una leyenda del club como Iker Muniain, de un Raúl García que ha marcado una época y un Dani García que dignifica diariamente la profesión de futbolista.