RAYO VALLECANO: Cárdenas; Ratiu, Lejeune, Aridane, Pep Chavarría; Pathé Ciss (Min. 73, Crespo), Unai López (Min. 77, Bebé); De Frutos (Min. 77, Kike Pérez), Trejo (Min. 67, Isi), Álvaro; y Falcao (Min. 67, De Tomás).

ATHLETIC: Unai Simón (Min. 62, Agirrezabala); Lekue, Yeray (Min. 46, Vivian), Paredes, Yuri (Min. 59, Imanol); Dani García, Galarreta; Berenguer, Jauregizar (Min. 46, Unai Gómez), Nico Williams; y Villalibre (Min. 46, Raúl García).

Gol: 0-1: Min. 67; Nico Williams.

Árbitro: Munuera Montero (Comité Andaluz). Amonestó a Crespo, del Rayo Vallecano; y a Ruiz de Galarreta, del Athletic.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo octava y última jornada de la Liga EA Sports, disputado en el estadio de Vallecas ante unos 14.500 espectadores, entre ellos una nutrida representación de seguidores del Athletic.

El modesto Estadio de Vallecas, uno de los destinos más agradables para el Athletic y su afición, resultó ser el escenario perfecto para poner el colofón que merecía una temporada estupenda. Por una vez los puntos en juego tenían una importancia muy relativa para ambos contendientes, aunque convenía ganar porque los rojiblancos perseguían un objetivo especial que finalmente pudo materializarse. Todo el interés giraba en torno a la figura de Unai Simón y sus opciones de alzarse con el galardón que distingue al portero menos goleado de la categoría. Se trataba de que su portería permaneciese cerrada a cal y canto y así fue. Simón recibió la felicitación del campo al completo por inscribir su nombre en el palmarés del Trofeo Zamora cumplida la hora de juego, momento en que fue relevado para no tentar al destino. Pero no quedó ahí la cosa, pues tampoco encajó Agirrezabala en el tiempo restante, lo cual permitió que la victoria volase a Bilbao gracias a un gol de Nico Williams, fruto de la acción más sobresaliente de una tarde que, por lo demás, resultó bastante anodina.

Salvo por lo apuntado y porque se asistió a los últimos minutos de Dani García y Raúl García defendiendo el escudo que han portado con ejemplaridad en años precedentes, el encuentro dejó bastante que desear. Se notaban las ganas de los futbolistas de que el árbitro pitase para quitarse las botas y marchar de vacaciones. A cada equipo le correspondió un tiempo: primero, el control fue rayista y luego, tras el descanso, el panorama experimentó un cambio radical. Esa alternancia no evitó que el nivel general fuese discreto, simplemente vino a confirmar que se trataba de una mera propina, un trámite que debía celebrarse porque la liga de momento se compone de 38 jornadas.

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Las notas de Aitor Martínez: Berenguer y la inspiración Aitor Martínez

De entrada, el Rayo saltó animoso y el Athletic, contemplativo. Con el discurrir de los minutos el asunto derivó en un ejercicio estéril. Impotencia frente a parsimonia. Con actitudes tan dispares, los contendientes fueron construyendo un monumento al sopor. Hombre, tras conocer las alineaciones, que incluían siete cambios por bando respecto a la jornada anterior, podía temerse que algo así sucediera, aunque también cabía la posibilidad de que los equipos se soltasen y actuasen distendidos. Esta segunda opción chocaba sin embargo con la misión que el Athletic tenía entre ceja y ceja: proteger a su portero a toda costa. Aunque concedió varios remates en el arranque, acabó pesando más la impericia de los hombres de Iñigo Pérez, una constante a lo largo del curso, cifrada en 18 partidos sin marcar. Este sábado, uno más.

Simón solo tuvo que realizar una parada sin excesiva dificultad, a golpe franco de Lejeune. Lo cierto es que entre unos y otros brindaron un primer tiempo que puso a prueba la paciencia del aficionado. Jugando a dos por hora, sin un atisbo de intensidad. Siquiera el anfitrión tuvo el detalle de asumir la iniciativa, si bien amasar posesión casi en exclusiva careció de mérito. El Athletic no hizo ni el más mínimo amago de discutir el gobierno del juego. De hecho, no pisó ni en una sola oportunidad el área local antes del intermedio.

Valverde introdujo tres sustituciones para afrontar la reanudación y aquello dio un vuelco. El Rayo extravió la batuta y empezó a sufrir atrás. Todavía no estaba asegurado lo de Simón, que con un palmeo a córner sencillito se anotó su segunda aparición del día. Enseguida, tuvo lugar el episodio negativo del partido, una mala caída de Yuri que le lastimó el hombro derecho y forzó su inmediato relevo. Imanol a escena. Ya solo restaba un cambio para completar el cupo, que se produjo un ratito más tarde, con todo el personal expectante. Simón tomó el camino del banquillo, ovación cerrada y a seguir.

El Athletic alegró aún más la celebración con una jugada brillante que se inventaron Nico Williams y Berenguer. Una pared, previo regate del segundo en el área chica para ceder atrás y permitir que el primero fusilase a un Cárdenas totalmente vendido por su estática defensa. La tónica que había adquirido el choque auguraba premio. El anfitrión acusó el modo en que el Athletic elevó sus revoluciones. Unai y Raúl García aportaron combatividad y chispa, virtudes que personificó asimismo Dani García, mientras el resto avanzó metros para comerle la tostada a un grupo blandengue, sin ánimo para replicar.

El cariz que tomó el asunto lo ilustra que Berenguer intentó repetir el gol olímpico de Balaídos. Cárdenas, atento, reaccionó con sus puños. No tardó Berenguer en volver a asomar el colmillo con un centro pasado que Raúl García, voleó sin ángulo. No había color y el técnico rayista quiso agitar el cotarro con su último turno de relevos. El revoltoso Isi, que permanecía inédito, acarició la igualada: su chut se escapó cerca del palo largo. Eso y un inocente cabezazo de Álvaro en situación inmejorable fue cuanto dio de sí el postrero afán local por equilibrar el marcador.

Escaso bagaje para importunar a un Athletic firme, serio. Se notaba que le ha cogido el gusto al triunfo y no tuvo excesivas complicaciones para añadir una muesca más a su casillero y poner el broche al campeonato con 68 puntos, un registro únicamente superado por los 70 de la 2013-14, edición redondeada con la cuarta plaza y el acceso directo a la Champions. Acabado el partido, los jugadores se dirigieron a la grada donde se concentraba el grueso de los seguidores. Más aplausos, sonrisas, vítores y gestos de complicidad. Mucho que festejar en un cierre de campaña que estuvo a la altura de cuanto se ha vivido mes a mes desde agosto y que concluye con Simón subido a un pedestal.