La ficha del partido


Eldense

Stamatakis; Xavi Estacio, Pajarero (Min. 58, Carlos Hernández), Diego González, Álex Martínez (Min. 66, Correia); Sergio Ortuño, Pardo (Min. 84, Carlos Cerdán), Cris Montes, Fran Carnicer (Min. 58, Clemente); Juanto (Min. 58, Soberón) y Manu Nieto.


Athletic

Agirrezabala; Lekue, Vivian, Yeray (Min. 68, Paredes), Yuri (Min. 77, Balenziaga); Vesga (Min. 77, Dani García), Zarraga, Muniain; Nico Williams (Min. 68, Guruzeta), Berenguer (Min. 77, Villalibre) y Raúl García.


Goles: 0-1: Min. 35; Nico Williams. 0-2: Min. 41; Berenguer. 0-3: Min. 59; Zarraga. 0-4: Min. 65; Berenguer. 1-4: Min. 67; Soberón. 1-5: Min. 73; Correia, en propia puerta. 1-6: Min. 89; Muniain.

Árbitro: Alberola Rojas (Comité de Castilla-La Mancha). Mostró tarjeta amarilla a los locales Pajarero y Fran Carnicer.

Incidencias: Partido de dieciseisavos de final de la Copa disputado en un Nuevo Pepico Amat ante 5.000 espectadores.

El Athletic estará en el sorteo de los octavos de final del sábado. Rubricó su clasificación con un alarde de eficacia rematadora poco común, si bien la goleada se hizo de rogar. El Eldense presentó batalla y el conjunto de Ernesto Valverde necesitó esmerarse para vencer una resistencia que por momentos no le dejó en buen lugar. Cuanto ocurrió hasta que en un lance aislado Nico Williams inauguró el marcador, vencida ya la media hora de partido, no invitó precisamente a pensar en un desenlace tan contundente, pero una vez cobrada la ventaja el choque discurrió por unos derroteros mucho más amables para los rojiblancos. Fue clave que el 0-2 llegase enseguida por el impacto que causó en los jugadores locales, que despertaron así bruscamente del sueño que habían construido con enorme ahínco desde el mismo inicio. De repente, su encomiable esfuerzo se reveló inútil. Pasó el Athletic a tomar el mando con energía y no halló excesivos obstáculos para establecer la distancia que le separa de un adversario que milita dos escalones más abajo.

Cierto es que no siempre se consigue plasmar la desigualdad con semejante nitidez, pero este jueves el Athletic espabiló a tiempo, hizo dos goles sin que sus evoluciones lo sugiriesen. Sería porque ante la imposibilidad de gobernar el choque queda el recurso de tirar de pegada. No es que sea una de sus virtudes más descollantes, la eficacia en los metros finales, pero indudablemente atesora un potencial en dicha faceta y salió a relucir, beneficiándose de la fragilidad de su rival. Luego, supo desplegar sus bazas hasta desarbolar por completo la oposición de un colectivo con bonitas maneras para liderar su grupo, pero no para dar la campanada a costa de un equipo que acumula varias ediciones del torneo rondando la conquista del título.

De entrada, Valverde eludió agitar poco la alineación. Comentar el regreso a la titularidad después de varios encuentros en la suplencia de Lekue y Munian, en las demarcaciones a las que optaban De Marcos y Sancet. Novedades, que no sorpresas, pues al fin y al cabo se trata de tipos que han acumulado muchos minutos desde el verano. La participación de Zarraga, un hombre sin apenas margen en liga, cabía anticiparse. Que no figurasen Iñaki Williams o Guruzeta en el ataque tampoco extrañó, toda vez que Raúl García ha ganado presencia en citas recientes y Berenguer luce asimismo la vitola de habitual en la pizarra.

Lo que acaso no figuraba en la previsión fue la puesta en escena del Eldense, que saltó sin complejos, dispuesto a rentabilizar su frescura física con un plan agresivo, tanto posicionalmente como en las disputas. Al menos, los rojiblancos transmitieron una incomodidad que se prolongó durante un montón de minutos. Incapaces de tomar la batuta y marcar el ritmo, no hallaban la forma de generar fútbol y se veían abocados a recular y extremar precauciones en defensa. Menudearon los errores y la sensación de desorientación resultó inquietante.

La zona ancha era coto del cuadro local, que no se anduvo con chiquitas sin pelota y renunció expresamente a replegarse. Se plantó bastante arriba forzando a que fuesen Vivian y Yeray los encargados de iniciar el juego, algo que en vez de una solución se convirtió en un problema. Los hombres de ataque permanecieron aislados, sin suministro, mientras que el dúo formado por Zarraga y Vesga no daba abasto para frenar el ímpetu de un Eldense que se lo creyó después de probar en dos oportunidades el remate. Agirrezabala respondió bien, pero el balón rondó más de lo deseable sus dominios.

El primer estiramiento del Athletic dio ocasión a Lekue para templar y que Muniain cabecease picado en inmejorable situación, pero el capitán conectó sin fuerza al regazo del portero. Un chispazo sin continuidad. De hecho perseveró el anfitrión y en esa fase logró arrancar olés de la grada en varias combinaciones, así como dar un susto gordo a raíz de un mal despeje de Yeray que concluyó en un mano a mano con el portero mal resuelto por Ortuño.

En ese contexto, realmente preocupante, se produjo lo inesperado. El encuentro registró un vuelco radical. Podría afirmarse que de la nada, dado que no fue una consecuencia de cuanto estaba pasando, el Athletic hizo dos goles en cuestión de cinco minutos. En ambos participó Berenguer, el más enchufado arriba, que para entonces se movía libre por la franja central. Primero empalmó a bocajarro un centro de Raúl García y el apurado rechace de Stamakakis fue embocado a la red de puntera por Nico Williams. A renglón seguido, de un golpe franco mal ejecutado por Yuri que repelió la barrera se sacó Berenguer un zurdazo inalcanzable para el meta, ajustado a un poste.

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Pudo pues el Athletic irse al descanso aliviado, con la ronda solucionada, aunque en absoluto satisfecho por el rendimiento. El golpe anímico que recibió el Eldense convirtió la segunda mitad en un paseo. Cuesta abajo, los de Valverde añadieron cuatro goles más a su cuenta y varios intentos más se fueron al limbo, Muniain empezó a gustarse, Berenguer no bajó el pistón e intervino en dos tantos. Importante que Zarraga, de los más entonados, estrenase su casillero a cesión del capitán, que se había colado hasta la cocina.

Supuso la puntilla y en adelante el encuentro derivó en un vendaval, con enormes espacios para progresar y machacar. Valverde aprovechó para repartir minutos y evitar contratiempos. Sin embargo, el Eldense aún halló un resquicio para obtener su premio, el denominado gol de la honrilla, merecido por todo lo que hizo trabajar al favorito en el primer acto. Nada que alterase el pulso del Athletic. El desequilibrio era tan manifiesto que se plantó en la media docena por pura inercia.