La necesidad condicionó de cabo a rabo la cita en El Alcoraz y a partir de dicha premisa se forjó el incontestable triunfo del Huesca. Una síntesis que enunciada por pasiva vendría a decir que el Athletic fue la víctima propiciatoria del resultado más previsible por su déficit de implicación. No es que sacara bandera blanca ante el animoso empuje del rival, sino que su grado de intensidad resultó del todo insuficiente, lo cual le mantuvo durante la mayor parte de los minutos sometido, centrado en tareas de contención aunque sin ofrecer mínimas garantías. Como si el terreno estuviese inclinado, la portería de Simón hasta que cumplida la hora Sandro logró su propósito con la inestimable colaboración del portero. El tramo final fue lo único rescatable del balance rojiblanco, si bien tampoco entonces los de Marcelino fueron capaces de rectificar y hacer su trabajo como la situación reclamaba, ocurrió que el Huesca optó por proteger la ventaja, renunció al ataque y pudo conducir la contienda hacia un desenlace feliz para sus intereses, eludiendo además cualquier apuro. Vulgar, blando, inoperante, el Athletic se ganó a pulso la derrota.

Desde el pitido inicial se abrió en un abismo en términos de intensidad e intención. El cuadro de Pacheta entró con el acelerador pisado a fondo, quiso marcar territorio y no le costó demasiado. Se asistió a un monólogo que duró la mitad del primer acto. No sabía el Athletic ni por dónde le daba el aire. El fútbol directo, dinámico, del Huesca le obligó a recular y ni así, juntas las líneas, consiguió obstaculizar unas maniobras que normalmente terminaban en las botas de Ferreiro. El interior se hinchó, nadie supo detectarle y muchos de los envíos al área fueron de su cosecha. Seoane y Rico ponían el pegamento entre líneas y el bloque se volcaba con fe. La iniciativa alternaba los envíos en largo para las carreras de Mir y Sandro, emperrado este en armarla hasta que vio premiado su tesón y su anárquico estilo.

Tardó casi diez minutos el Athletic en lograr una asociación que le permitiera atravesar la línea divisoria. Y un cuarto de hora más en pisar área, eso sí, sin hallar rematador. En ese largo rato, Simón tuvo que repeler un tiro lejano de Ferreiro y contemplar cómo una falta botada por Vavro desde campo propio se estrellaba en el larguero. De coger portería hubiese entrado. Lo intentó desde la frontal Seoane provocando una nueva estirada del meta. Era la fórmula para compensar la imposibilidad de acceder a los últimos metros. Por acumulación de personal, la zaga resolvía, despejaba centros, eran respiros, breves interrupciones en una tónica de dominio absoluto a cargo de los aragoneses. Un cabezazo de Iñigo, que salió muy centrado, alteró por un instante el panorama. Fue a raíz de una falta que Ibai puso en su única aparición.

El Athletic era una sombra de equipo al que le sostenía la impericia rematadora del Huesca. Su línea media, como en tantas tardes, no podía compensar la superioridad numérica porque encima ni Morcillo ni Ibai se enteraban, Maffeo y Galán percutían con comodidad. Sancet y Villalibre trataban en vano de tapar la salida del trío de centrales. En suma, un desastre que con el discurrir de los minutos dejó de ser inquietante y es que el Huesca no podía perseverar al frenético ritmo que estableció en el arranque. No obstante, antes del descanso Mir contó con hasta tres oportunidades. En uno de los muchos córners que cedió el Athletic cabeceó y fue respondido por los reflejos de Simón, quien ya en el añadido tuvo la ocurrencia de sacar en corto para Vesga, quien quizá pensó que se hallaba solo para recibir y vio cómo Mir se la arrebataba al borde del área. Al goleador le venció la precipitación y malgastó la bala con un chut a la grada.

El meneo había sido curioso, irritante incluso, pues vale que el adversario se esté jugando la permanencia, pero de ahí a ejercer de pasmarotes sobre la hierba va un trecho. En definitiva, no cabía ni imaginar que no se registrase algún tipo de reacción y que el Athletic no empezase a dar señales de vida. Las hubo, salió del vestuario dispuesto a tomar el mando y durante diez minutos tocó con sentido, sin profundizar, pero forzando al rival a correr hacia atrás. No pasó de un amago, una tendencia pasajera que concluyó con un cabezazo picado de Rico que se escapó por un metro. Siguieron tres llegadas más, ninguna precisa, pero que volvían a situar el choque en la tesitura que perseguía el Huesca.

cambios vanos

El Athletic desapareció, de nuevo aculado, inoperante y a Sandro le dio por probar desde el vértice izquierdo del área de Simón. Un chut duro, cruzado y a todas luces asequible que se coló por debajo del cuerpo del portero. Lo que faltaba. El enésimo regalo del portero de Murgia provocó que el Athletic se estirase y Sancet, muy intermitente por la total ausencia de suministro y de apoyos, recibió entre dos defensas, con el control orientado se la preparó y en vez de dirigir el remate quiso reventar el balón y se le fue a las nubes. Poco antes Marcelino había recurrido a Raúl García y Berenguer con la idea de reactivar las alas y tras la ocasión de Sancet puso en escena a Iñaki Williams y Unai Vencedor.

Pacheta aprovechó para meter tres cambios de golpe y apuntalar el centro del campo de los locales. En adelante, el peso del encuentro correspondió al Athletic. El Huesca no estaba para bromas ni alardes. Con el 1-0 le bastaba y le sobraba. Emergió la figura de Unai López, que probó con un par de derechazos, el primero problemático para Fernández, pero a eso se redujo el ansia ofensiva de los rojiblancos. Williams ni entró en contacto con la bola en los veinte minutos que le fueron concedidos, Berenguer quiso pero no le salió nada y Raúl García, escorado a la izquierda, aportó poca cosa. Sancet fue la única referencia válida arriba, poco argumento para generar complicaciones en un conjunto que luchaba por la supervivencia y no estaba por la labor de echar por la borda su formidable esfuerzo.

HUESCA: Álvaro Fernández; Maffeo (Min. 81, Pedro López), Vavro, Pulido, Siovas, Galán (Min. 72, Sergio Gómez); Ferreiro (Min. 85, Mosquera), Mikel Rico (Min. 72, Doumbia), Seoane; Sandro (Min 72, Escriche) y Rafa Mir.

ATHLETIC: Simón; De Marcos, Nuñez, Iñigo Martínez, Balenziaga; Ibai (Min. 67, Berenguer), Unai López, Vesga (Min. 72, Vencedor), Morcillo (Min. 67, Raúl); Sancet y Villalibre (Min. 72, Williams).

Gol: 1-0: Min. 62; Sandro.

Árbitro: Figueroa Vázquez (Comité Andaluz). Amonestó a únicamente a Unai López, del Athletic.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo sexta jornada de LaLiga Santander, disputado en El Alcoraz a puerta cerrada.