Insiste Marcelino García Toral en que no está metido en la gestión de la próxima temporada, sino que vive el día a día. Da igual que el Athletic apenas se juegue nada en el matiz clasificatorio en los cinco partidos de liga que le restan, ya que el técnico no se sale ni un pelo de su idea. Quiere que su equipo compita desde el minuto cero, sea quien sea su rival. En su opinión, es el camino recto para crecer, para ser mejor. La visita al Sevilla, por tanto, se entiende como una auténtica prueba de autoexigencia para el colectivo rojiblanco, quien recibe la falta de presión como una pequeña liberación. Ya sufrió el latigazo del apremio en las dos finales de Copa de La Cartuja ante la Real Sociedad y el Barcelona y se conoce el desgaste y varapalo que supusieron esas dos frustraciones grupales. Superados, aunque sea de manera superficial, semejantes tragos difíciles de digerir, al Athletic le toca asear su imagen en liga una vez que los resultados de ayer domingo, victoria del Villarreal sobre el Getafe y empate del Betis en Valladolid, han acentuado un poquito más la utopía de optar a una plaza de competición europea.

El duelo ante el Sevilla, en lo que supone un nuevo regreso de Marcelino a la que fue su casa hace diez temporadas, tiene que servir, a priori, de estímulo al vestuario rojiblanco, que ya dio un golpe de efecto hace una semana con su victoria sobre el líder. No en vano, enfrente asoma el cuarto clasificado y que apura sus opciones para aspirar a un título de liga cuyo precio sube como la espuma a medida que se acerca el final del curso. Lo cierto es que el Athletic encadena siete jornadas consecutivas sin hincar la rodilla, una estadística que, a primera vista, debería entenderse como una plusvalía, pero no es así si se lee la letra pequeña de estos números. El Athletic no pierde desde el pasado 10 de marzo, cuando sucumbió en el Wanda Metropolitano y desde entonces ha firmado seis empates y una sola victoria, curiosamente ante el Atlético de Madrid hace ocho días. Es decir, ha sumado únicamente nueve puntos de 21 posibles y sin perder, de ahí el lamento que anida en el cuerpo técnico y en la propia plantilla, conscientes de que la fuga de puntos que tenía en las manos ha esfumado sus posibilidades atrapar un billete continental.

La realidad es la que es. Marcelino es consciente de que tiene que gestionar cinco encuentros que teóricamente le deben servir para tomar sus primeras notas de cara a la próxima temporada. El asturiano no ofrecerá su lista de convocados hasta esta misma mañana, cuando la expedición bilbaina emprenda vuelo hacia Sevilla, y en la que no emergerán los nombres de Capa, baja para lo que resta de ejercicio, Berchiche y Muniain, que probablemente tampoco vuelvan a jugar en este mayo. Tampoco lo hará ningún jugador del Bilbao Athletic, tal como adelantó ayer domingo el propio entrenador durante su comparecencia telemática, pero sí vuelve Unai Vencedor, una vez cumplida ante el Valladolid su sanción de un partido y que podría formar pareja de baile con Dani García en la medular. Así las cosas, Marcelino podría recurrir a su plan de los últimos partidos, aunque asoman algunas incertidumbres. Yeray ya está recuperado y habrá que aguardar si el de Villaviciosa le recupera para el once inicial en detrimento de Unai Nuñez, en tanto que sí se espera a Villalibre como hombre más adelantado, con la posible compañía de Sancet, sin descartar la opción de Raúl García debido al perfil del encuentro.

El examen en el Pizjuán es harto complicado para un Athletic que no vence en el feudo hispalense en liga desde noviembre de 2011, paradójicamente cuando Marcelino ejercía de técnico sevillista, y lo hace hoy ante el conjunto de Julen Lopetegui lanzado después de encadenar cinco victorias consecutivas, que retratan el dulce momento por el que atraviesa un Sevilla creíble en su propuesta y que se apoya en la eficacia de sus llegadores, como son los casos del argentino Ocampos, un viejo conocido en Bilbao por su etapa en el Olympique de Marsella; y el marroquí En-Nesyri, que ha dado un salto de calidad.