Atiende la llamada de DEIA con toda la paciencia del mundo. No le importa que diversos problemas técnicos -cosas del siglo XXI...- interrumpan la conversación hasta en dos ocasiones. "No te preocupes, no tengo prisa", sostiene. En una temporada nada sencilla para él en lo deportivo, sin apenas minutos (antes de la disputa de la Supercopa acumulaba únicamente 32), la apuesta por Marcelino García Toral, que le hizo jugar en las semifinales ante el Real Madrid y en la gran final frente al Barcelona, le han devuelto la sonrisa a Lekue.

Se dice pronto, pero en su palmarés figuran ya dos títulos con el Athletic, algo que solo otros seis jugadores de la actual plantilla lo pueden decir y que exrojiblancos, por citar algunos, como Julen Guerrero, Joseba Etxeberria o Ismael Urzaiz ni siquiera consiguieron uno. ¿Le ha dado vueltas a este hecho?

—Sí, evidentemente. Además, estos días los fisios y los médicos que más tiempo llevan en el club lo recuerdan. Es curioso que a grandes jugadores que han dado tanto al club como los que has mencionado y a muchos otros les tocó vivir una época en la que no se ganaron títulos. Y a mí, al contrario. He tenido la suerte de que me ha tocado vivir. Estoy muy orgulloso de tener dos títulos con el Athletic. Estos cuatro días de fútbol entre la semifinal y la final han sido los mejores días de fútbol de mi vida hasta el momento.

¿Qué título de los dos ha disfrutado más?

—Este, sin duda.

¿Por qué?

—El de 2015 la disfruté muchísimo, porque debuté además en el partido de ida, en el que le ganamos al Barça en San Mamés. Luego vino la celebración con toda la gente, que fue maravilloso. Pero creo que esta final futbolísticamente ha sido otra cosa. Los partidos que ha hecho el equipo, eliminar al Real Madrid en una semifinal, al Barça en la final€ Ha sido la leche y para mí, personalmente, después de casi toda la temporada sin jugar, haber disputado esos minutos y levantar el título con los compañeros es algo indescriptible.

En 2015 fue campeón con 22 años y ahora tiene 27. ¿La edad tiene algo que ver en eso que cuenta?

—Sin duda. Y es algo que hemos hablado. Cuando eres joven quizá no valoras el trabajo y la dificultad que supone conseguir algo así. Yo venía de subir a Segunda con el Bilbao Athletic, de debutar con el primer equipo y ganar un título... En ese momento en mi carrera no había habido nada más que buenas noticias. El título fue como otra más. Pero el de este año, después de llevar más tiempo en el primer equipo, que ya eres consciente de la dificultad que conlleva cualquier logro deportivo, como entrar en Europa o alcanzar un final de Copa, que el año pasado nos costó sangre, sudor y lágrimas lo valoro mucho más.

La celebración, eso sí, a diferencia de la anterior, fue algo descafeinada, ¿no cree?

—No estar todos, no solo los jugadores, también los distintos empleados del club, que forman parte de nuestra burbuja, los que nos acompañan y nos ayudan diariamente, fue una faena. Una puñeta. También para la gente que no pudo acudir al Ayuntamiento y la Diputación, como en 2015. Es lo que toca, pero bueno, evidentemente mejor vivir esta situación siendo campeones que no siéndolo.

Donde sí lo festejaron fue en el hotel, con concierto incluido€

—Ya vemos que no se puede hacer nada, porque sale en todos los lados (se ríe). En principio era algo privado. Pero bueno€

Pues hay hasta vídeos del momento€

—Por eso. Muy a nuestro pesar, porque encima las primeras palabras del concierto fueron que no se grabara nada o, en su defecto, que luego no se hicieran públicas las imágenes. Porque nos gustaba que fuese algo privado. Lo que pasa dentro del vestuario se queda ahí. Pero bueno, que nos lo pasamos de maravilla. Llevamos un año preparando un concierto con el equipo y mejor momento no hubo.

¿Cuándo llegaron los instrumentos a Sevilla?

—Ahí sí que hicimos una bilbainada€ Evidentemente no se puede organizar de un día para otro. En cuanto eliminamos al Madrid estábamos confiadísimos en que íbamos a ganar y lo organizamos todo en los dos días previos a la final.

Ahora les queda un concierto final, en San Mamés, ya se puede imaginar con qué motivo...

—Cuando empezamos nuestro objetivo era ese. Estábamos preparando un concierto para la final de Copa del año pasado. Intentando aprender alguna canción que otra, que evidentemente nos cuesta porque llevamos muy poco tiempo. Y por qué no celebrarlo con todos, tocar en San Mamés. Hacer algo grande y celebrarlo. Esperamos que en algún momento se pueda.

Vamos, que lo tienen muy bien pensado.

—Sí, por supuesto. A ver, también somos muy animados y echados para adelante. Lo decimos ahora, igual con la boca pequeña. Porque me cago en la leche, si luego nos dicen que tenemos que tocar delante de todo el mundo€ El otro día que no había mucha gente ya nos pusimos nerviosos, así que imagínate€

Pues tendrán que perder ese miedo escénico.

—Hombre, para algunas cosas no lo tenemos. El profesor de música nos dice que cómo vamos a tener miedo a tocar delante de la gente si jugamos ante miles de personas. Pero lo que nos da de comer es el fútbol y no la música (se ríe).

Vayamos a lo deportivo. En cuatro días como quien dice han cambiado la mala dinámica previa. En Donostia, por ejemplo, ya les miran con otros ojos.

—Después de los últimos es normal que se hable de un cambio de dinámica, que encima es algo obvio. Pero lo que nos toca es mantenerla. Por mucho que hayamos ganado la Supercopa y hayamos hecho dos muy buenos partidos, el techo no debe estar aquí. Nos queda un largo camino por recorrer en liga y mañana empezamos una nueva andadura en Copa, que nos ilusiona muchísimo. A ver si esos elogios y ese miedo o más respeto que dices que nos tiene la gente se sigue manteniendo.

En las dos últimas finales se ha visto que el equipo es capaz de competir en ellas, una sensación desconocida años atrás. ¿Qué ha cambiado?

—No sabría decirte. Las finales que he vivido yo se ha intentado preparar el partido como uno más en lo futbolístico. Tenemos que seguir un plan de partido con las indicaciones del entrenador y llevarlo a cabo. Dejar de lado esa parte emocional que en nuestro caso es inmensa, infinita. Creo que de los equipos a los que nos hemos enfrentado en las finales ninguno tenía tanta ilusión y tantas ganas de ganar como nosotros. Es verdad que hay veces que eso lo tienes que dejar a un lado para centrarte en lo futbolístico, porque dentro del campo hay que seguir un plan para ganar.

¿Es difícil abstraerse de esa emoción?

—Sí. En mi caso, lo que me pasa, es que cuando estoy fuera del campo la tensión y las ganas que tienes hay veces que hasta te ciegan. No te dejan pensar en lo futbolístico. Quieres ganar todas las disputas, meter gol ya, que se acabe el partido y ganar€ pero una vez que entras al campo, como me ha pasado en estos dos partidos, te abstraes de eso y te centras más en lo futbolístico, que es lo que tienes que hacer. La emoción y la cabeza nos tira para adelante, pero hay que ponerle pausa.

Mañana tienen que cambiar el chip, porque arrancan la Copa.

—Sí. Empezamos una nueva Copa superilusionados. Tras haber ganado la Supercopa quieres mantener esa dinámica buena, esas buenas sensaciones. Toca cambio de chip total y a muerte a Ibiza.

Aunque juega en Segunda B, el Ibiza viene de golear al Celta en la ronda anterior, y lideran su grupo con autoridad. Están sobre aviso.

—Por supuesto. De hecho, en la misma celebración de la Supercopa parte del equipo técnico del míster ya nos puso sobre aviso. Es un buen equipo y lo está haciendo muy bien. En sus diez partidos de liga solo han encajado un gol. Eso quiere decir algo. Un equipo así en su casa es muy fuerte y no estamos acostumbrados a ese tipo de campos. Entonces hay que tener en cuenta todo eso, estar bien preparados y mentalizados. No va a ser un partido fácil, ni mucho menos.

Hubo quien bromeó con que jugarán de locales en Ibiza€

—La verdad es que hay gente muy buena, con mucho talento (se ríe). Hay que reírse de esas cosas. Es una pasada. Mira lo que está pasando con los vídeos de Villalibre con la trompeta (se ríe).

¿Le gusta este formato de Copa?

—Sí. A mí me encanta.

¿A pesar de que esté condicionado?

—Sí, sí. Y cuando había público, mucho más. Lo bonito del fútbol es eso, que es un deporte en el que puede ganar cualquiera. Evidentemente cuanta mayor categoría tengas, cuantos mejores jugadores tengas y cuanto mayor presupuesto tengas más posibilidades tendrás de ganar, pero a un partido y en el campo del rival supuestamente más débil puede ganar cualquiera. Y no solo ganar, te puede pintar la cara cualquiera. No sé si es más justo o menos justo. Pero a mí me encanta. Le da vidilla.

Es más emocionante, eso seguro.

—Por supuesto. Al final quieras que no el fútbol es eso. Ocio, emoción y divertimento para la gente. Y lo han conseguido. Me gusta.

¿A qué se debe el cambio desde la llegada de Marcelino, ha incidido mucho en los errores?

—No es lo que hacíamos mal o bien y ahora lo hacemos al revés. Es diferente. Cada entrenador tiene una manera de ver el fútbol, un método. No te digo un método de partido o sistema de juego, sino de entrenamiento también. En cuanto llegó nos dejó claro su método. Tiene las ideas muy claras. Ese 4-4-2 que parece inamovible, con una idea de juego clarísima. Desde el primer día nos lo intentó inculcar. Es muy difícil asimilar y plasmar todas sus ideas sobre el campo en tan poco tiempo, pero poco a poco va dando sus pautas y vamos cogiendo ese fútbol que él quiere.

En los dos partidos de la Supercopa sorprendió que el equipo hiciera una presión tan adelantada, algo que no es habitual de los equipos de Marcelino. ¿Ha sido algo consensuado con la plantilla?

—Tampoco sé decirte si en los otros equipos la consigna era diferente o no. Pero a nosotros desde el primer día nos dijo que en las distintas fases del partido, en función de cómo esté el rival, habrá que presionar arriba o en bloque medio o replegarnos. Es un poco más elección del momento del partido. Nuestra esencia es siempre ir arriba y así debe ser. Así es como somos mejores. Quizá el míster ha visto eso y nos ha echado más adelante. No lo sé si ha sido de manera consciente o no, pero somos muy buenos en eso y creo que tenemos que seguir haciéndolo.

¿Ha mantenido alguna charla privada con usted?

—No€ Habla con todos en general. Ya nos dijo desde el principio que tuviésemos confianza en nosotros mismos. Nos recalca mucho que todos somos importantes. El que juega y el que no juega. Todos aportamos. Yo intentaré aportar mi granito de arena lo máximo que pueda. Si juego, mejor que mejor.

Se lo pregunto porque venía de una situación complicada, pues apenas suma 30 minutos de juego en liga. Es más, ha acumulado más minutos en los dos partidos de la Supercopa que en los 18 encuentros previos...

—Por eso este trofeo me ha tocado un poco más. No había jugado prácticamente en toda la temporada. Simplemente con la media hora que jugué ante el Madrid en la semifinal superaba los minutos anteriores. Luego también jugué la final. Participar en esos momentos importantes me emocionó mucho, no estaba siendo un año fácil para mí. Pero bueno, que el fútbol es así. No me tocaba jugar, sea por lo que sea, y espero y tengo la esperanza de cambiar la situación con el cambio de entrenador.

Es un reseteo para casi todos. Una nueva oportunidad. ¿Lo ve así?

—Efectivamente. Luego puede que vaya todo igual, pero tienes esa nueva ilusión y esperanza. Y a ver qué tal me va. Marcelino me ha transmitido desde el primer día su confianza. Esperemos que acabemos el año como todos queremos.

¿Dónde cree que encaja mejor en el sistema de Marcelino?

—Creo que para él de lateral, no tanto de interior. Pero soy un jugador polivalente, como ya se ha visto. El otro día me tocó salir por la izquierda. Estoy a disposición de lo que quiera él, de lo que necesite el equipo. Esa es la virtud que tengo.

¿Como futbolista, cuando uno ve que el entrenador que no ha confiado en el es cesado, siente cierto alivio?

—No te lo podría decir. Con Gaizka y su cuerpo técnico he tenido una buena relación. En todo momento hablaba con ellos y teníamos un dialogo constante. Sabía que futbolísticamente quizá no contaba conmigo como a mí me gustaría que fuese. Entonces, por ese lado perder a esas personas de tu día a día, que son gente del club, es duro. Pero también lo que dices. Que haya un cambio a mí en este caso me da un punch.

¿Se planteó salir en invierno?

—Cabían todas las posibilidades después del año que me estaba tocando vivir y viendo lo de las temporadas anteriores con Gaizka, que tampoco había contado mucho para él. Estaban todas las posibilidades sobre la mesa.

¿Y ahora, se ha quitado la idea de la cabeza?

—Sí, me la he quitado de la cabeza. Viendo un poco lo de estas dos semanas, lo que me ha transmitido el entrenador, lo que he hablado con él. En principio no me lo planteo. Me quiero quedar aquí, lo saben mis compañeros. Quiero jugar aquí. Quizá si hubiese seguido Gaizka la historia hubiese cambiado. Pero nunca se sabe, que esto da muchas vueltas. Espero que haya Lekue para rato.

"Lo del concierto fue una bilbainada. En cuanto eliminamos al Madrid estábamos confiadísimos en que íbamos a ganar y lo organizamos"

"Empezamos una nueva Copa superilusionados. Queremos mantener esa buena dinámica. Toca cambio de chip total y a muerte a Ibiza"

"Me encanta este formato de Copa. El fútbol es ocio, emoción y divertimento para la gente. Y lo han conseguido. Me gusta"

"Nuestra esencia es siempre ir arriba. Así es como somos mejores. Quizá el míster ha visto eso y nos ha echado más adelante"