¡Buff! Menudos tres puntos sacó anoche el Athletic. A ultimísima hora y por la vía más inesperada, o si se prefiere con la intervención de alguien que no estaba invitado al festejo y, como en tantas jornadas, languidecía en la grada, esperando que el árbitro pitase el final para vestirse de civil e irse para su casa. En un partido flojísimo partido flojísimo que se encaminaba claramente hacia un empate difícil de digerir, saltó Kenan Kodro para suplir a un Villalibre castigadísimo que tuvo que pedir el relevo, y casi en la primera intervención provocó un penalti que él mismo transformó. Faltaban menos de cinco minutos para la conclusión y quien más quien menos calculaba las consecuencias que el triste empate con el humilde Huesca podría acarrear. Ninguna buena desde luego. Para empezar porque iba a ser el quinto partido consecutivo sin triunfo del Athletic, definitivamente incapaz de actuar como un bloque fiable. Y para seguir porque se añadía otro motivo para cuestionar la viabilidad del proyecto de Gaizka Garitano.

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Fue imposible hallar parecido alguno con el Athletic del pasado martes en Valdebebas. La versión que compareció frente al Huesca causó una profunda decepción y no le hizo acreedor al exagerado marcador al que no solo contribuyó Kodro. En tiempo añadido, Nuñez remachó el triunfo a la salida de un córner botado por Morcillo. El rival, para entonces en inferioridad por la expulsión de su capitán, autor de la falta sobre Kodro, que había remado con el alma apoyado en un repertorio apañadito, estaba ya acariciando el premio y de repente recibió dos directos en la mandíbula y cayó noqueado. Con el primero hubiera bastado.

Así, al límite, salvó el Athletic un compromiso que no supo gestionar. Salvo un rato cerca de la hora de partido, en que dio la sensación de que apretaba y consiguió forzar varios córners, nunca acertó a desplegar las bazas que se presuponen innegociables en San Mamés (intensidad, convencimiento, velocidad, tesón) para doblegar al enemigo de turno, en este caso un recién ascendido que no se ha quitado de encima la vitola de candidato al descenso. Lo que dio de sí la primera mitad se puede sintetizar en una palabra: nada. Como si la necesidad o la urgencia no figurasen en las agendas de los contendientes, ambos parecieron encantados con ofrecer un fútbol insulso, lento, reiterativo en los movimientos, en absoluto incisivo, desarrollado siempre en el espacio comprendido entre las áreas, sin pisar las mismas.

¿Un pacto de no agresión? Es improbable, pero hay amistosos con bastante más enjundia, disputados con mayor agresividad, pachangas donde se observa cierta vivacidad e intención. Athletic y Huesca, este quizá queriendo, dejaron que el tiempo se fuera consumiendo sin que ninguno acelerase el ritmo o probase algo original para alterar un insulso, cansino y por momentos tedioso ida y vuelta. Con este panorama huelga decir que el capítulo de ocasiones fue inexistente.

De entrada el balón correspondió al Huesca, luego la posesión se fue alternando ordenadamente, ahora yo, luego tú; así una y otra vez, todo conforme a las normas más elementales de educación, siendo indiferente la identidad de quien asumía el protagonismo. En realidad la única incidencia reseñable fue la lesión de Maffeo, víctima de un tirón al perseguir al único que agitó el partido, Yuri, cuyo centro paralelo no pudo alcanzar Villalibre, quien cerca del descanso volvió a esprintar en vano para conectar un pase muy parecido trazado por Williams. No hubo más apariciones en zona de remate. En el lado opuesto del campo, Okazaki fue otro naúfrago, aislado del mundo.

En la inoperancia local influyó la generalizada ausencia de chispa, no solo con pelota pues sin ella y contra lo que cabría esperar el Athletic no mordió al rival, que pudo maniobrar con relativa comodidad. Pero no fue menos obvio que los medios no eran los más apropiados para dinamizar la circulación. Por algo Vencedor se incorporó tras el descanso, aunque tampoco trajo una mejoría, y es que hay un segundo aspecto en el problema del equipo en la faceta creativa que señala al trío de intocables que Garitano volvió a elegir para formar la siguiente línea. Ni Williams, que apenas participó, ni Muniain, que se ofreció para perderse con sus conducciones, ni Berenguer, tan intermitente como fallón, favorecieron que el equipo impusiera su ley e intimidase un poquito.

Pretender ganar solo con el genio de Yuri es mucho pretender. La sustitución del otro que puso garra, Villalibre, que recibió un rodillazo alevoso de su marcador, pareció condenar definitivamente al Athletic, pero el fútbol suele reservar sorpresas. Garitano acabó poniendo dos chavales cuando aquello pintaba muy feo. Uno, Morcillo, cambió en diagonal hacia Berenguer y este prolongó con un toque sutil al área, donde Kodro hizo el resto.

ATHLETIC: Unai Simón; Capa (Min. 71, De Marcos), Unai Nuñez, Íñigo Martínez, Yuri; Dani García (Min. 46, Vencedor), Vesga; Williams (Min. 82, Morcillo), Muniain (Min. 82, Sancet), Berenguer; y Villalibre (Min. 65, Kodro).

HUESCA: Álvaro Fernández; Maffeo (Min. 22, Pedro López), Pulido, Siovas, Javi Galán; Mosquera, Mikel Rico (Min. 61, Doumbia), Borja García (Min. 72, Seoane); Ferreiro (Min. 72, Dani Escriche), Okazaki (Min. 61, Rafa Mir) y Ontiveros.

Goles: 1-0: Min. 86; Kodro, de penalti. 2-0: Min. 91; Unai Nuñez.

Árbitro: Valentín Pizarro Gomez (Comité Madrileño). Expulsó por doble amarilla a Pulido en el minuto 86. También mostró tarjeta a Doumbia.

Incidencias: Partido de la decimocuarta jornada de LaLiga, disputado en San Mamés a puerta cerrada.