O resulta nuevo, pues en la historia del Athletic son muchos los futbolistas navarros que han vestido sus colores, pero sí llamó la atención que ayer, en una fecha marcada en rojo por Osasuna, que celebró sus cien años de vida, el conjunto rojiblanco se plantara en El Sadar con una delantera navarra en su totalidad, con permiso de Iñaki Williams, bilbaino de nacimiento pero navarro de cuna. Gaizka Garitano, como ya hiciera el pasado domingo frente al Levante, alineó a cuatro futbolistas que dieron sus primeras paradas a un balón en Nafarroa, en un puñado de kilómetros a la redonda, concretamente. Las calles de la Txantrea, Arrotxapea, Barañain y Zizur Nagusia vieron crecer a Iker Muniain, Iñaki Williams, Alex Berenguer y Raúl García, respectivamente. Si bien los dos primeros no vistieron nunca la camiseta de Osasuna, sí lo hicieron los dos últimos, que también fueron los últimos en subirse al barco bilbaino. Con pasado o no en las filas de Osasuna, los cuatro vivieron ayer de primera mano la fiesta del centenario de los rojillos, en lo que fue un ejercicio de impotencia de los citados futbolistas, muy lejos de su nivel. Pero también de todo el Athletic en su conjunto.

Motivado por su reciente traspaso al Athletic procedente de las filas del Torino, y porque con dicha operación Osasuna se embolsó un millón y medio de euros para sus arcas, muchas de las miradas se posaron sobre la figura de Berenguer, que también fue el último jugador en lucir los colores del club de Iruñea. Espoleado por su gol frente al Levante en su segundo partido como león, el primero que arrancó en el once, se esperaba mucho del extremo, que partió en banda izquierda, la que dice que es su posición favorita, pero apenas ofreció un par de detalles en los más de 80 minutos que estuvo sobre el verde.

Suyo fue el primer disparo a puerta del partido, un derechazo desde la frontal que Sergio Herrera rechazó con más problemas de los que podían esperarse, pero poco más. Se entendió más o menos bien con Mikel Balenziaga en banda izquierda, pero como sucediera en su estreno como titular, le volvió a faltar atrevimiento para encarar a su par. Lo hizo únicamente en el arranque de la segunda mitad, cuando el Athletic encontró más espacios a la espalda de la zaga rojilla, pero sus internadas no pusieron en aprietos a los defensas de Osasuna, que si bien pudieron llegar a sentir el agobio de su rival, nunca vieron el gol como una amenaza real.

En ese arranque de segunda mitad también asomó con más insistencia que en el primer acto un gris Iñaki Williams. El delantero demostró una vez más que le cuesta un mundo generar peligro en partidos sin espacios y, aunque los hubo más a la vuelta de vestuarios e hizo una buena lectura al dejarse caer a la banda diestra, acabó el partido sin intentar un solo remate. Haya o no haya espacios, si el delantero centro titular del Athletic es incapaz de disparar a puerta en casi 80 minutos, la empresa de ganar se antoja casi como una misión imposible.

Si malo fue el partido de Willliams, peor fue el de Muniain, a quien le cuesta un mundo rendir cuando juega en banda derecha. Dejó algún buen detalle frente al Levante, pero ayer, muy condicionado también por la raquítica propuesta de juego del entrenador, amante de la patada y a seguir, como si de un partido de rugby se tratara, no le salió nada. Es posible que se cuenten con los dedos de una mano sus buenas actuaciones cuando ha jugado en banda derecha, a donde le ha desplazado la llegada de Berenguer, pero tal vez la solución sea cambiar de costado al recién llegado. O, puestos a elegir, que el capitán juegue en la media punta, la posición donde mejor rinde. Es posible que se le hiciera raro no escuchar los gritos y los insultos de parte de la parroquia osasunista.

Sin ser su mejor partido como león, ni mucho menos, Raúl García hizo un nuevo ejercicio de entrega. Se vació en las disputas ante dos centrales rocosos como Aridane, a quien lesionó en una acción fortuita, y David García. Entre los tres se repartieron los triunfos en los balones aéreos, pero el navarro apenas encontró ayuda de sus compañeros en las muchas batallas que tuvo que librar, pues el juego de Williams es otro, de sobra conocido. Ese esfuerzo por hacerse con los balones aéreos le lastró a la hora de generar peligro, aunque como siempre, dejó su impronta con un flojo remate de cabeza en un mal día del Athletic para regresar a El Sadar.

Berenguer volvió a pecar de falta de atrevimiento para encarar a su par, aunque suyo fue el primer disparo a puerta del partido

A Muniain le cuesta un mundo ofrecer su mejor versió en banda derecha y Williams, sin espacios, estuvo lejos de su nivel