Pasan los años para todos, también para Unai López, que en octubre hará 25. Esta semana se cumplirán seis de su debut en el Athletic, en el imborrable duelo que acogió San Mamés contra el Nápoles por una plaza en la Champions. Aquella noche de emociones intensas, el chavalín saltó al césped cuando dos remates de Aduriz habían volteado el marcador abierto por el formidable interior eslovaco Hamsik. Unai López participó en la gestación del tercer gol con un servicio profundo destinado a Aduriz. El ariete, consciente de hallarse en posible fuera de juego, no intervino pero su posición despistó a la zaga italiana y facilitó la maniobra, así como el posterior chut de Ibai, que sellaría el acceso a la siguiente ronda.

El detalle del centrocampista -de baja en la actualidad tras haber dado positivo por coronavirus- recibió múltiples halagos. Visión, toque y atrevimiento concentrados en una acción concreta y en otros detalles que sin embargo no tuvieron plasmación en los meses siguientes. Valverde le utilizó en diversas demarcaciones, como enlace y escorado a la banda derecha mayormente, pero sin otorgarle una continuidad en una línea donde Iturraspe y Mikel Rico eran los fijos, mientras que Beñat y San José asomaban como alternativas. Su presencia se redujo a contadas titularidades y frecuentes intervenciones en el tramo final de los encuentros. En los últimos meses del curso, Unai López apenas sumó minutos.

En la siguiente campaña regresó al filial, recién ascendido a Segunda A y figuró entre los destacados, lo que precipitó su cesión al Leganés, nuevo en Primera y donde le costó hacerse un sitio. El tipo de fútbol que practicaba el cuadro madrileño no casaba con sus cualidades, justo lo contrario de lo que le sucedió en el Rayo Vallecano, un equipo empeñado en acumular posesión y elaborar a ras de césped. Logró el ascenso a la élite, el Athletic le extendió un contrato hasta 2022 y en verano se puso a las órdenes de Eduardo Berizzo.

Con el argentino naufragó, él y el resto del colectivo, pero la llegada de Gaizka Garitano le condenó al ostracismo mientras el Athletic escalaba en la tabla como un cohete. Su futuro se antojaba incierto, pero la pasada temporada el entrenador decidió apostar por él en detrimento de Beñat y San José. El ejercicio tuvo de todo para Unai López, pero el balance global ha de catalogarse de positivo. Terminó como el undécimo jugador más empleado y su rendimiento creció a pesar de que Garitano no le regaló nada. Hay datos significativos al respecto. Por ejemplo, que fuese sustituido en 19 partidos y únicamente completase media docena. O su desaparición en citas que se presumían ásperas o particularmente exigentes en el plano físico, sobre todo a domicilio.

Como consecuencia de lo anterior, Mikel Vesga, que al principio no contaba en absoluto, fue sumando presencias de diciembre en adelante hasta firmar unas estadísticas que se aproximan mucho a las suyas. Sin embargo, resultó evidente que Unai López fue puliendo sus prestaciones, en especial sin balón, una faceta capital en el actual Athletic. Su paulatina adaptación al guión que dicta Garitano le hizo ganar peso en el equipo: además de dirigir la distribución y poner la pausa, colaboraba con Dani García a la hora de morder al rival y guardar la zona.

No cabe duda de que experimentó un avance notable y ahora le toca confirmar que es un centrocampista consistente, capaz de mantener cierta regularidad. Sus cualidades técnicas no están en cuestión y con el discurrir de los meses ha dado la sensación de que los compañeros le buscaban más, sabedores de que es raro que pierda la pelota y da muchas soluciones porque ve fácil el fútbol.

NUEVA COMPETENCIA

En el plazo de un año se ha acometido una regeneración radical en las posiciones de la zona ancha con la marcha de Iturraspe, Rico, San José y Beñat. Dani García, indiscutible para Garitano, necesita a su lado piezas que ejerzan de complemento. Unai López y Vesga, de perfiles no comparables y que también han coincidido en algunas alineaciones, parten sobre el papel como los mejor situados, pero en la parrilla de salida hay más nombres: Vencedor, Nolaskoain, Zarraga y Sancet. Comienza una etapa que augura competencia entre los citados, abocados a persuadir al técnico de que son válidos para actuar en la sala de máquinas.

A Unai López le ha costado dos años mostrar sus aptitudes, un tiempo plagado de sinsabores del que se diría ha extraído varias lecciones. Al menos, eso se deduce de su comportamiento. Existe un trecho entre la versión que mostraba en otoño y la observada antes y después del confinamiento. Nadie le va a discutir sus virtudes, pero para jugar en el Athletic construido por Garitano hay una serie de requisitos innegociables. La brillantez y el ingenio se estiman siempre que se atienda a las obligaciones defensivas, que son muy elevadas e implican invertir un enorme desgaste físico, así como constancia y concentración.

Tras lucir en las filas del Rayo y ganarse el derecho a una plaza en el Athletic, el propio Unai López aseguraba que había madurado, que distaba mucho del crío que sorprendió al Nápoles. Seguro que a fecha de hoy su realidad personal encaja mejor con esa reflexión, posee mucho más sentido. Ahora depende de él convertirse en una pieza básica.

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El donostiarra, que estuvo cedido en el Leganés y en el Rayo, acumula tres temporadas con el Athletic, en las que ha logrado un gol.

Vuelta a la actividad tras descansar ayer. Gaizka Garitano ha programado una semana cargada de trabajo, como es habitual en las pretemporadas. Los rojiblancos, que vuelven esta mañana a la actividad tras disfrutar ayer de un día de descanso, realizarán tres jornadas con doble sesión matinal y vespertina, la de hoy, la del miércoles y la del viernes. Además, el sábado, a partir de las 20.00 horas, si no hay contratiempos, el Athletic disputará el primer amistoso ante el Logroñés en Las Gaunas, será la primera oportunidad del técnico de Derio de ver a sus pupilos. El domingo no habrá entrenamiento.