El cambio de criterio de la UEFA sobre la final de Copa registrado este jueves, generó un inusitado revuelo en el entorno de los dos clubes afectados, así como la lógica expectación por conocer el posicionamiento oficial tanto del Athletic como de la Real Sociedad. Hasta ahora ambas entidades habían ido de la mano, con el beneplácito de la Federación Española de Fútbol, en la reivindicación de una final con público aunque ello conllevase su aplazamiento sine die. Sin embargo, los acontecimientos de las últimas horas indican que esa postura unitaria, reflejo del deseo mayoritario de los aficionados, se ha difuminado. Más bien, ha dejado de ser tal.

Ya no existe un frente común en la defensa de una final con las gradas abarrotadas porque la Real maneja un planteamiento distinto, que parte de la premisa de que las autoridades no van a permitir una concentración masiva de personas para asistir a un espectáculo deportivo. ¿Por qué? Porque el proceso de obtención, legitimación científica y distribución de una vacuna, según los expertos, va a requerir, empezando a contar desde hoy, un plazo no inferior al año.

Siendo esto así, los asesores deportivos de Aperribay opinan que a la Real le conviene disputar el título cuanto antes; que sus opciones de triunfo crecen en caso de jugar este verano, aprovechando la inercia de la campaña en curso, un bagaje que podría no tener influencia la próxima primavera, por ejemplo. Entonces, como seguiremos sin vacuna, los estamentos que dirigen el fútbol deberán hallar sí o sí un hueco para la final y esto, creen en Donostia, dibujaría un marco competitivo de mayor riesgo para sus intereses que el actual.

Claro está que la Real no va a salir a exponer en público esta visión, principalmente para no contrariar a su afición, que sueña con acudir a la fiesta en la capital andaluza, en la misma onda que la afición del Athletic. Ayer al mediodía ya se sabía que los dirigentes guipuzcoanos no efectuarían valoración oficial alguna sobre el escenario dibujado por el reciente bandazo de la UEFA. Su silencio no es sino una forma de protegerse de la respuesta de la calle y aferrarse al mismo tiempo a una postura que en el fondo podía catalogarse como un ejercicio de realismo, de pragmatismo y que, si se ve apurada, hasta podría justificar apelando a la presión que está ejerciendo la UEFA.

nota oficial

El Athletic, por su parte, se hizo de rogar hasta casi las 20.00 horas. Después de tirarse toda la jornada deliberando, parió un comunicado bastante desconcertante, por descafeinado. Básicamente, Ibaigane dejó constancia de su discrepancia con la nueva manera de operar que impone la UEFA y se extendió en consideraciones reglamentarias a propósito de la adjudicación de las plazas continentales, para terminar del siguiente modo: “Siempre hemos defendido nuestros derechos con el máximo rigor y honestidad, y en este sentido, seguiremos trabajando en la defensa de los criterios que entendemos justos”.

Se hubiese agradecido una nota con más nervio y definición. No hubiera sobrado una manifestación explícita de la aspiración a tomar parte en una final copera con la presencia del público en fecha por escogerse. En fin, un mensaje en la línea que el club ha mantenido durante estas semanas. Pero en vez de eso, la directiva de Elizegi se decantó por entrar en una discusión que no conduce a ninguna parte. Por no haber, en el comunicado no hubo ni una mención a la afición, al sentimiento o anhelo compartido de alentar al equipo en La Cartuja. Ingrediente que no sobraba y que resultaba interesante en el contexto actual, máxime a sabiendas de lo que se cuece a nivel interno en la Real, pues es inimaginable que el Athletic lo desconozca. Posicionarse con nitidez hubiera sido un paso al frente ante la afición rojiblanca y una forma para desenmascarar la táctica de la Real, que en algún instante deberá responder a la presión de sus seguidores.

El escrito, tras un recordatorio de la perjudicial iniciativa de la UEFA, dice: “El Athletic Club se muestra en profundo desacuerdo con una decisión que otorga mayor valor a los méritos del séptimo clasificado de una liga profesional a la que todavía le faltan por disputar 11 de sus 38 jornadas frente a los méritos de los finalistas de una competición en la que están implicados 125 equipos de todas las categorías de nuestro fútbol y a la que solo le resta por disputar el último partido, la final. Asimismo entendemos que, en caso de finalizar anticipadamente las competiciones, debe aplicarse el criterio de asignar una plaza para la Europa League 2020-21 al finalista de Copa que no accede a través de la competición liguera”. Y agrega: “El Athletic Club no comparte ni comprende que se prive a una competición con tanto prestigio y tradición como la Copa de la posibilidad de asignar una plaza europea, cuando siempre ha sido así. Con esta decisión se excluye de la posibilidad de acceder a la fase de grupos de la Europa League a un finalista y a un potencial campeón de Copa”.

Después del movimiento de la UEFA, por razones que no han trascendido, la exigencia de que la final se celebre antes del 3 de agosto, pues de lo contrario el campeón copero no accederá a plaza continental, abre un escenario diferente. Así lo demuestran la reacción de la Real, sobre todo, y la del Athletic. Rememorar que desde la suspensión del fútbol por la pandemia, todos los portavoces de ambos clubes, ya fueran presidentes, futbolistas, técnicos o responsables deportivos, sin excepción habían reclamado una final en Sevilla con la asistencia de los aficionados. Ahora, el frente común bendecido por Luis Rubiales ha pasado a mejor vida. ¿Qué será lo siguiente? Quizá le toque mover pieza a la FEF para encontrar una salida al embrollo.