INTERCITY 0-3 ATHLETIC

INTERCITY: Poveda; Santana, Egea, Fomeyem, Peña (Min. 5, Iñaki Pardo y Min. 72, Hadzic); Herrera (Min. 66, Candela), García, Carrasco; Gaspar, Rico y Torres.

ATHLETIC: Herrerín; Lekue, Núñez, Iñigo, Balenziaga; Beñat, Vesga, Larrazabal (Min. 83, Kodro), Raúl García (Min. 68, Sancet), Ibai; y Villalibre (Min. 68, Williams).

Goles: 0-1: Min. 1; Ibai. 0-2: Min 53, Beñat. 0-3: Min. 87; Kodro, de penalti.

Árbitro: Del Cerro Grande (Comité Madrileño). Mostró cartulina amarilla únicamente a Carrasco, futbolista del Intercity.

Incidencias: 4.971 espectadores en el Martínez Valero de Elche para presenciar el encuentro correspondiente a la primera ronda de Copa entre el Intercity y el Athletic. El conjunto rojiblanco estuvo arropado en las gradas del campo ilicitano por un buen puñado de aficionados, muchos de ellos miembros de distintas peñas de la zona.

Fue un mero trámite el estreno copero del Athletic, que mostró dos caras frente al Intercity sin que ello pusiera en riesgo la clasificación. El gol obtenido por Ibai en la primera jugada del partido anuló cualquier posibilidad no ya de sorpresa sino de asistir a un duelo competido, si es que ello hubiese sido posible habida cuenta la enorme distancia existente entre los equipos. La inesperada ventaja tuvo una influencia perniciosa, pues los jugadores se conformaron con sestear hasta el descanso. Por fortuna y hay que pensar que también por el rapapolvo de Gaizka Garitano, luego compareció un Athletic más acorde a su potencial que perfectamente pudo lograr una goleada a costa de un oponente asfixiado.

Finalmente el margen fue de tres goles, pocos para las oportunidades del segundo acto, pero de sobra para dejar las cosas claras. Tampoco se trataba de hacer sangre. Enfrente, un grupo con gusto por la combinación, una baza insuficiente para disimular sus carencias frente a un conjunto de élite. El abismo fue más palpable según trascurrieron los minutos, especialmente en la faceta física. La mayoría de los hombres del Intercity se retiraron acalambrados a la ducha, pero orgullosos porque en ningún instante fueron desleales a su estilo y con él murieron.

Eso sí, durante medio partido no se apreció esa desigual relación de fuerzas, lo cual no es imputable a los méritos del cuadro alicantino. El aparente equilibrio que presidió dicho período obedeció a la actitud de los rojiblancos, que al calor del tempranero acierto de Ibai se abonaron al pausado ritmo que propone el Intercity. Y ya se sabe que cuando el Athletic se olvida de imprimir velocidad a sus maniobras, su fútbol es insoportable además de inofensivo. Hubo que esperar más de cuarenta minutos para asistir a la segunda situación de peligro en el área local: una volea de Beñat repelida por la madera.

El tedio alcanzó cotas preocupantes. Mil pasecitos al pie, todos andando, asegurando la posesión en mitad de cancha y perdiéndola en cada intento de profundizar. Salvo Raúl García, que no hace distinciones y sea quien sea el rival se faja siempre, y un Villalibre tan hambriento como desasistido, los demás brindaron un simulacro de partido de competición, con la intensidad de una pachanga de solteros contra casados. El Intercity, tras reponerse del susto inicial y seguramente desconcertado por la nula ambición del Athletic, aprovechó para exhibir sus cualidades. Salía tocando de su área para llegar a tres cuartos de campo y fundirse, porque el repertorio le da para lo que le da. O sea, para ser alguien en Tercera División.

Era impensable que una predisposición tan decepcionante persistiese. Se supone que el ratito en la caseta sirvió para recordar a los chicos que, al margen del prurito profesional, harían bien en considerar que la camiseta que lucen posee una significación y representa a mucha gente. Lo cierto es que el efecto de la charla fue inmediato. El Athletic le metió tres marchas más a su fútbol y el Intercity padeció un auténtico calvario, incapaz de abandonar su área, empujado por el súbito impulso ofensivo del grupo que previamente no había mostrado interés alguno en imponer su jerarquía.

El acoso fue constante, aliñado con una serie de córners que ponían a temblar a toda la zaga alicantina y al portero, que vio cómo Raúl García protagonizaba el más difícil todavía al rematar por encima del larguero un envío cerrado de Ibai que ya se colaba. Fue el preámbulo al gol de Beñat, de tiro raso desde la frontal a servicio de Larra, quien salió disparado del banderín de córner con una vistosa finta. El extremo no estuvo muy feliz en el día que cumplía los 22 años, pero intervino en los dos primeros goles. Llegadas y remates se fueron sucediendo, Villalibre estuvo cerca de culminar en tres lances de diferente factura; también Ibai, que buscó ampliar su cuenta sin disimulo alguno y lo mereció en un cabezazo picado propiciado por el buen tacto de Lekue.

Con cierto margen para intervenir entraron Williams y Sancet. El primero iba a incorporarse antes, Garitano se impacientaba por la exigua renta que reflejaba el marcador, pero llegó el 0-2 y se retrasó el cambio. Sancet saltó con ganas de lucirse, como si sintiera la obligación de apretar el paso tras su reciente suplencia en jornada liguera. Finalmente, quien mejor rentabilizó el rato de que dispuso fue Kenan Kodro. Recibió en posición ventajosa, encaró a su par y este le derribó por pura impotencia, pese a que el regate se le había marchado largo. Del Cerro Grande señaló los once metros y el propio Kodro, cortesía de Williams, se encargó de subir el tercero.

Desde muchos minutos antes, el Intercity bastante tenía con mantenerse en pie y eso que aún tuvo la valentía de invertir en un par de subidas la poca gasolina que quedaba en su depósito. El Athletic ejerció a tiempo el rol que le correspondía y espera el siguiente sorteo.