UNOS 900 espectadores se congregaron en Lasesarre para ayudar al Barakaldo en un triangular cuya finalidad era precisamente esa, la de recaudar fondos para afrontar la sanción de 1,1 millón de euros impuesta al club fabril por la Seguridad Social. La cifra de público quizá fue la que cabría esperar en un triangular entre el equipo local y dos conjuntos de Primera División a disputar un jueves por la tarde, pero quizá algo corta si se tiene en cuenta el fin con el que se organizaba este torneo. Basta con echar cuentas, teniendo en cuenta los precios populares que contemplaban 10 euros para la entrada más cara. Como siempre, unos dirán que se perdió una buena oportunidad para ayudar económicamente al club llenando las gradas de Lasesarre con más público y para aumentar la caja, aun siendo en una cuantía casi insignificante frente a la citada sanción. Otros dirán que la multa se debe en gran parte a la mala gestión y que bastante esfuerzo hacen abonando religiosamente el importe de sus carnés como para encima tener que rascarse el bolsillo y acabar haciendo buena -al menos para sí mismos- aquella máxima de que al final es en el socio en el que, rascándose el bolsillo, acaba recayendo la responsabilidad de pagar esa mala gestión. Uno ya no sabe cómo acertar en temas que afectan al club del Paseo del Ferrocarril.

El caso es que el torneo se acabó haciendo algo largo para los aficionados -llevó algo más de tres horas disputar las tres partes y las correspondientes tandas de penaltis y el personal terminó abandonando las gradas de Lasesarre a eso de las diez de la noche-, y eso que para los seguidores locales la velada reservó el plato fuerte para el final. El enfrentamiento entre Barakaldo y Athletic, siempre atractivo pese a la diferencia de categoría, reflejó eso mismo, la diferencia de categoría de unos y otros. Al menos sirvió para que los hinchas gualdinegros vieran a su equipo más fuerte defensivamente y resistiendo los embates de la tropa rojiblanca. Y es que en la última cita, estos mismos hinchas habían visto perder a su equipo nada menos que con un 0-5, justo el mismo resultado del último choque entre barakaldarras y bilbaínos el verano de 2018.

Antes, la igualada sin goles entre Barakaldo y Alavés apenas había dejado nada para remarcar. El delantero albiazul Rivas repitió tras sentenciar a los locales el sábado en Ibaia, esta vez disputando unos minutos con el primer equipo, pero anduvo bastante destinado. Tampoco el Barakaldo ofreció mucho más que mantener la puerta a cero ante un Primera División. El público más cercano a la zona sur del campo, y sobre todo los más jóvenes, se deleitaban mientras tanto en el calentamiento de los leones, en esa zona del césped, y en especial en el de Iago Herrerín, que volvió al estadio en el que dio sus primeros pasos fuera de Lezama.

Los segundos 45 minutos enfrentaron a Athletic y Alavés y dejaron el primer gol de Gaizka Larrazabal con el primer equipo, un gol que permitió desperezarse algo a los aficionados después de 72 minutos de triangular y que terminaría siendo el único en los 135 minutos de torneo.

Con la vista puesta en el haro Con todo, terminó siendo una jornada “positiva” en lo deportivo para el entrenador local, Hernán Pérez. “Para nosotros es un éxito haber mantenido la puerta a cero ante dos equipos de Primera después de tres derrotas consecutivas”, se reafirmó el técnico local, que además anunció batalla para la siguiente cita frente al Haro. “Para nosotros la verdadera competición es el domingo y no podemos permitirnos ni siquiera empatar después de tres derrotas seguidas”, sentenció.